Enciclopedia de La Línea | Personajes ilustres, famosos y populares (CXXIII)

Enrique Sánchez-Cabeza Earle

  • El autor recuerda la trayectoria del periodista, cronista y escritor linense

Enrique Sánchez-Cabeza Earle.

Enrique Sánchez-Cabeza Earle.

La Enciclopedia de La Línea recoge en el tomo III las biografías de 329 personajes linenses o muy vinculados a la ciudad. Están representados casi todos los estamentos y profesionales. Contiene historias de literatos, pintores, docentes, sacerdotes, médicos, cantaores, cantantes, bailaores, compositores, músicos y toreros, además de psicológicos, locutores, deportistas y actores.

Enrique Sánchez-Cabeza Earle

Nació en La Línea en julio de 1905. Muy joven, a los 15 años, entra como meritorio en el Ayuntamiento de la ciudad. Años después, se consolida en su puesto como funcionario. Más tarde gana, por oposición, la secretaría municipal del pueblo sevillano de La Campana. Era su primera experiencia dolorosa, al tener que separarse de su familia, de sus amigos y de su pueblo natal.

En julio de 1936, Enrique, que había venido de vacaciones a La Línea para disfrutar de su Velada y Fiestas, le sorprende el inicio de la Guerra Civil. Sus ideas políticas y su filiación, tanto a Socorro Rojo Internacional como a la logia masónica Resurrección, supone un serio peligro para su vida. Así que, como tantísimos campogibraltareños, buscó refugio en Gibraltar. “Unos a nado, otros en frágiles embarcaciones, logramos alcanzar las playas del Peñón”, convirtiéndose, en aquellos días, “la calle Real en un río humano”, según cuenta en sus memorias.

Tres meses y medio, hasta primeros de noviembre, permaneció Sánchez-Cabeza refugiado en la Roca. Pero no tuvo más remedio que marcharse y “allí quedaban familiares y amigos entrañables y con ellos el noble y solidario pueblo gibraltareño”, rememoraría años después. Su salida de Gibraltar significó incorporarse a la “España errante y peregrina”.

Estuvo condenado a muerte, pero finalmente pasó siete años en la cárcel. Como dice su hijo Guillermo, esta conmuta se debió a que jamás disparó un tiro ni blandió una espada, aunque fue un feroz combatiente con su pluma. Su hija María del Carmen nació dos meses después de su ingreso en prisión. Sin embargo, salir de prisión no fue sinónimo de entrar en libertad. Durante poco más de un lustro Enrique, con su mujer y su hija vivieron una especie de libertad apresada, donde los sobresaltos abundaban.

Entre 1946 y 1951, trabaja como administrativo en Madrid. Durante ese tiempo llega el segundo hijo, Guillermo. A partir de aquí, empieza el peregrinaje. En noviembre de 1951, se traslada con su familia al Marruecos francés y tres años más tarde, se instalan definitivamente en México, que terminó por ser su patria adoptiva.

Enrique Sánchez-Cabeza Earle. Enrique Sánchez-Cabeza Earle.

Enrique Sánchez-Cabeza Earle.

Y cuando pensaban que las cosas estaban mejor, llegó la ceguera. Enrique Sánchez-Cabeza Earle, Cabecita como le decían sus amigos más queridos, llevó a cabo la mayor parte de su obra en las dos décadas de ceguera. Fue autor de La Línea de mis recuerdos, de La vocación progresista de La Línea, de la Presencia de La Línea en la Guerra y en las Prisiones del Franquismo y de aquel Rasgos de mi tierra de sus años mozos. Su esposa, María del Pilar Fernández Sanz, le leía todos los artículos e información que recibían de sus amigos de España y le revisaba lo que escribía a tientas en su Olivetti mecánica.

En septiembre de 1977 visitó por última vez su tierra natal y decía con la tremenda pena del exiliado: “He ido arrastrando mi nostalgia de La Línea por todos los caminos del mundo”.

No resulta nada extraño que nuestro personaje, desde muy temprana edad, sintiese una irrenunciable vocación por la escritura, pues su padre era Guillermo Sánchez Cabeza, fundador del diario El Regional y primer cronista oficial de La Línea.

Esa inclinación por las letras tenía una ocasión propicia en una época (primeras décadas del siglo XX), donde las publicaciones proliferaban en nuestra ciudad, de ahí que Enrique fuese un asiduo colaborador de El Estrecho de Gibraltar, El Linense, Nuestro Tiempo, Vida Nueva, La Crónica, El Anunciador y Alba Roja que se publicaba durante la República.

En Madrid, en plena Guerra Civil, por mediación del pintor algecireño Ramón Puyol, entró como redactor en Mundo Obrero hasta final de la contienda. También trabajó para el gran diario El Sol.

Aún con su ceguera, mantenía una memoria prodigiosa y consiguió dejar constancia de una serie de acontecimientos históricos, políticos y sociales que marcarían, no sólo sus intensas vivencias personales, sino el discurrir ajetreado de la ciudad. Nos referimos a la trilogía, ya mencionada, de La Línea de mis recuerdos (Barcelona, 1978), La vocación progresista de La Línea (México, 1983) y Presencia de La Línea en la guerra y en las prisiones del franquismo (México, 1986). La opinión que ofrecen estos tres libros es imprescindible, siempre que se quiera conocer o profundizar en una etapa, tal vez inquietante y tal vez no muy conocida, de la historia de La Línea.

Enrique Sánchez-Cabeza Earle murió en México, el día 16 de junio de 1990. Siguiendo su última voluntad, sus cenizas fueron esparcidas, tres meses después, en el cementerio linense, quedando fundidas para siempre con la tierra que tanto amó y soñó.

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