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Las Reales Fábricas de Artillería de Jimena y la guerra contra Inglaterra (1779-1783) (II)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

Las primeras noticias sobre un proyecto de construcción de unos altos hornos de fundición en el río Guadiaro se remontan al año 1757

En junio de 1779 España declaró la guerra a Inglaterra, fundamental para entender el funcionamiento de estas infraestructuras

Hozgarganta: una ruta por el último río virgen

Vista general del canal del Hozgarganta. / Erasmo Fenoy
José Regueira Santos

Jimena, 15 de septiembre 2025 - 04:01

Gestación de las Reales Fábricas de Jimena

Además de los tres factores que hemos visto como imprescindibles (hierro, leña para carbón y agua) hay que considerar otra concatenación de factores de tipo histórico para tener una explicación coherente de las razones de la elección del lugar de instalación. Las primeras noticias que tenemos sobre un proyecto de construcción de unos altos hornos de fundición en el río Guadiaro se remontan al año 1757. En ese año la Real Fábrica de Fundiciones de Cañones de Bronce de Sevilla envió a los fundidores franceses Jean Drouet y François Poitevin a intentar fundir cuatro cañones de hierro colado en el alto horno de la fábrica de hojalata de Júzcar, en la Serranía de Ronda, fábrica que estaba en plena decadencia. Los fundidores franceses se negaron a fundir los cañones en un horno de tan pequeñas dimensiones, proponiendo como alternativa construir un alto horno de nueva planta en el río Guadiaro, en las proximidades de Jimena de la Frontera, para lo cual hicieron unos planos de unos altos hornos de fundición en la riviere de Ximena.

No volvemos a tener noticias de la fundición de Jimena de la Frontera hasta el año 1761. Es en ese año cuando aparece la figura del francés Eduardo Boyetet proponiendo la construcción de una fundición en el río Guadiaro, en el término de Jimena de la Frontera, aprovechando las condiciones del río y unas minas muy ricas en hierro que decía existían en la dehesa de Diego Díaz y Buceite, propiedad del duque de Medina Sidonia. Probablemente Boyetet se había informado de estas circunstancias por sus paisanos Drouet y Poitevin. Al ser desestimada su petición, Boyetet insistirá años más tarde, no logrando sus propósito. En 1772 fue nombrado Boyetet encargado comercial de Francia en Madrid, cargo que ocupó hasta 1786. Hombre hábil y con don de gentes, estableció vínculos estrechos con varios ministros españoles, entre ellos José de Gálvez. Probablemente esa amistad entre el francés y el ministro de Indias desde 1776 fue una de las claves de la propuesta por parte de Gálvez a Carlos III de la construcción de la fundición del río Guadiaro.

Plano de las instalaciones de la fábrica del Río Guadiaro realizado por los técnicos franceses Drouet y Pointevin. Esta fábrica no llegó a funcionar.

José Gálvez, ministro de Indias

Otra de las claves está sin duda en la estrecha vinculación de Gálvez con Nueva España, en donde había sido visitador y en su seguimiento del conflicto con Inglaterra por las posesiones de Luisiana y La Florida. La figura de José de Gálvez es clave para entender la propuesta de una real fundición en Jimena de la Frontera. José era el segundo de los hermanos Gálvez, cuyos miembros desempeñaron importantes puestos en el reinado de Carlos III. Su hermano Matías fue virrey de Nueva España y su hermano Miguel fue ministro plenipotenciario en Rusia. El último de los hermanos, Antonio, fue comandante de la bahía de Cádiz. Su sobrino Bernardo desempeñó importantes cargos en América, habiendo sido el heroico defensor de Pensacola contra los ingleses. Un hecho histórico que, como veremos, guarda relación con la fábrica de Jimena de la Frontera.

Pero el más descollante fue José, a quien deben el resto de los miembros de la familia los altos cargos que llegaron a ocupar en la administración carolina. José de Gálvez nació en Macharaviaya (Málaga) en 1720. En 1762 era abogado de Cámara del príncipe Carlos y dos años después era nombrado alcalde de Casa y Corte, lo que le permitió contactos directos con los grandes políticos de la corte de Carlos III: Aranda, Campomanes y Floridablanca. Nombrado en 1765 para el cargo de visitador general de Nueva España, llevó a cabo una profunda reforma de la administración de Indias, poniéndola más acorde con las ideas programadas del Despotismo Ilustrado.

En 1776 es nombrado ministro de Indias y, desde este nuevo cargo, no olvidó nunca sus proyectos inconclusos en el Nuevo Mundo, entre los que estaba la creación de la Comandancia de las Provincias Internas de Nueva España, efectuada nada más tomar posesión del Ministerio. Creó nuevas intendencias y tuvo influencia sobre la corona para la declaración de la guerra a Gran Bretaña, intentando de esta forma recuperar las tierras americanas que habían caído en poder de los ingleses. En este escenario su hermano Matías y, sobre todo, su sobrino Bernardo, jugaron un importantísimo papel. Esta vinculación con las Indias y con la guerra con Gran Bretaña en el escenario americano fueron factores decisivos en la erección de la factoría de Jimena de la Frontera destinada, como veremos, a surtir de munición a las plazas de América.

Entre los legados que dejó hay que dejar constancia de la fundación del Archivo de Indias en Sevilla, donde se reunió la documentación de las plazas de América anteriormente dispersa en la propia Sevilla pero también en Simancas y en Cádiz, principalmente. Precisamente en el Archivo de Indias, además del de Simancas y del de la marina en el Viso del Marqués, es donde principalmente se encuentra la importante documentación de estas reales fábricas de Jimena de la Frontera que hemos utilizado para este trabajo. Esta documentación de éstos y otros archivos deja clara la vinculación de las Reales Fábricas de Jimena de la Frontera con las colonias de América. Gálvez fue nombrado al desde un principio por Carlos III superintendente de las mismas.

Las Reales Fundiciones de Jimena

En principio, puede parecer un amasijo demasiado heterogéneo el establecimiento de una relación entre estos tres hechos históricos. Sin embargo, trataré de demostrar que entre ellos existe una conexión que explica en gran medida la decisión de iniciar en 1777, dos años antes de la declaración de guerra a Inglaterra, la construcción de estas reales fundiciones en Jimena de la Frontera.

Investigaciones pioneras respecto a estas reales fundiciones como la del profesor Alcalá-Zamora establecían una directa relación entre las causas de su instalación y el inminente sitio de Gibraltar, situado a unos treinta kilómetros de Jimena de la Frontera. Este investigador no pudo consultar la documentación completa de las fábricas de Jimena de la Frontera por estar cerrado entonces el archivo de la marina en el Viso del Marqués, donde se conserva la documentación relativa a los años de 1783 hasta 1789, en que se cerró esta Real Fundición. Después de haber estudiado durante muchos años la documentación completa podemos asegurar que esa relación con el asedio de Gibraltar existe, pero que hay que contemplarla dentro del marco global de la guerra con Inglaterra, que tuvo muchos escenarios de los que Gibraltar fue uno de ellos. Y aunque este escenario de Gibraltar fue interpretado por muchos historiadores como el más importante para España, no parece que lo percibiese así José de Gálvez, ministro de Indias y superintendente de esta Real Fábrica, ya que su íntima vinculación con las colonias americanas y con los destinos americanos de su hermano Matías y, sobre todo, su sobrino Bernardo, personaje fundamental en la guerra con Inglaterra en Nueva Orleáns, Luisiana y La Florida.

Como veremos, las más recientes investigaciones confirman el papel crucial de la familia Gálvez en la guerra contra Inglaterra en estos frentes americanos y su importancia fundamental en la ayuda a la independencia de las colonias inglesas de estos territorios, germen de la inde- pendencia de los Estados Unidos. Y abundantes medidas y órdenes emanadas del propio Gálvez existentes en la documentación de las colonias americanas antes incluso que al propio Gibraltar, aunque también al asedio gibraltareño se socorrió con abundante munición. En esta documentación de Jimena de la Frontera existen documentos que reflejan las discusiones en Gálvez y Gazzola, director general de artillería. Éste reclamaba con urgencia más municiones a Gálvez, que le contestaba que tanto o más necesarias que en Gibraltar lo eran en Pensacola, donde su sobrino Bernardo estaba luchando heroicamente.

Vista del canal del Hozgarganta. / Erasmo Fenoy

La influencia de España en la independencia de Estados Unidos hoy está fuera de duda, especialmente tras investigaciones realizadas en las últimas décadas e incluso en los últimos años por autores como Eric Beerman o las muy recientes de Thomas E. Chávez, entre otros muchos investigadores españoles y americanos. El ciudadano medio norteamericano percibe generalmente su independencia como un hecho aislado, dentro de su guerra interna entre las Trece Colonias y Gran Bretaña. Sin embargo, la colaboración española fue importante y merece la pena que la esbocemos, aunque muy someramente, para situarnos en el contexto histórico en que se fundaron estas reales fábricas de Jimena de la Frontera. Me parece especialmente oportuno hacerlo ahora que en el año 2004 se cumplieron trescientos años de la ocupación inglesa de Gibraltar, con cuyo motivo se celebra un Congreso Internacional organizado por el Instituto de Estudios Campogibraltareños en el que presento una comunicación sobre el papel de estas Reales Fundiciones de Jimena de la Frontera en el gran asedio de Gibraltar 1779-1783 y en el más amplio contexto de la guerra con Inglaterra en los diversos frentes europeos y americanos.

Al estallar la revolución de las Trece Colonias, a España se le planteó el dilema sobre la política que iba a seguir. Ciertamente se alegraba de ver a su eterno rival, Gran Bretaña, envuelta en una guerra colonial, lejos de la metrópoli. Sin embargo, comprendía el peligro que para la estabilidad de sus propias colonias podía suponer este levantamiento, pues la corona española tenía en ese hemisferio colonias más extensas y más ricas. Al principio, España suministraba ayuda veladamente a los americanos a través de casas de comercio, como la de José Gardoqui e Hijos, de Bilbao. Debido a la clandestinidad de estos negocios, España nunca recibió suficiente reconocimiento por estos auxilios entre 1776 y1779. Secreto por otra parte exigido, dado que oficialmente España y Gran Bretaña no estaban en guerra. A partir de 1777 la ayuda española a la Trece Colonias se realizó de una forma más abierta.

Los puertos españoles, tanto los de América como los de la Península, prestaron toda clase de auxilio a los barcos norteamericanos. Con el Pacto de Familia entre las coronas de Francia y España, Carlos III se dio cuenta de que la monarquía, tarde o temprano, entraría en la guerra, respaldando la independencia norteamericana. En consecuencia, ordenó a los altos mandos militares preparase para la eventual contienda, pero de manera oculta. El monarca español no quiso meterse oficialmente en el conflicto hasta tener todo preparado y así, en el frente diplomático, envió a sus agentes al cuartel general de George Washington para administrar la ayuda española y, al propio tiempo, informar a la corte sobre la guerra de las Trece Colonias. En 1777, Benjamin Franklin, a la sazón emisario norteamericano en París, envió a Arthur Lee para cumplir una misión diplomática en la corte española y conseguir su apoyo y su reconocimiento. Esta misión, por razones de discreción, la desarrolló en Burgos y Vitoria entrevistándose con el antiguo ministro de Estado el marqués de Grimaldi, con Diego Gardoqui como intérprete, consiguiendo el reconocimiento español a su lucha por la independencia.

Ya con todo preparado, en junio de 1779 España declaró la guerra a Inglaterra. Hay que tener en cuenta la dispersión de los intereses ingleses para comprender la posible rentabilidad de operaciones de desgaste en diferentes frentes. Los ingleses estaban empeñados en operaciones ofensivas o defensivas en Luisiana, Alabama y Florida donde combatió contra ellos Bernardo de Gálvez, pero también en la India, Galápagos, isla de Juan Fernández, Arkansas, Illinois, Filipinas, América meridional, Sierra Leona, Honduras, Guatemala, Michigan, Nicaragua, Bahamas, Jamaica, bahía de Hudson, Gibraltar y Menorca, además de proteger las propias Islas Británicas de una posible invasión hispano-francesa. Unidades terrestres españolas combatían tanto en América del Norte como en América central, el Caribe y Europa. El acuerdo franco-español había enviado grandes escuadras a operar por el mundo, manteniendo una amenaza constante sobre los intereses ingleses. El Pacto de Familia dividió las responsabilidades, encargando de las operaciones bélicas en América del Norte a Francia y a España las correspondientes al Caribe y América central.

En estas circunstancias, el soldado español que luchaba en las selvas de Nicaragua o el marino a bordo de una batería flotante ante el peñón de Gibraltar, era tan importante para la causa norteamericana como el que sirviese en Yorktown, obligando a los ingleses a tener frentes abiertos en casi todo el mundo. Es en este contexto donde hay que entender la presencia de norteamericanos en el gran asedio de Gibraltar, como ha demostrado la magnífica investigación de Pablo García Durán.

Artículo publicado en el número 34 de Almoraima. Revista de estudios campogibraltareños (2007)

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