Instituto de Estudios Campogibraltareños

El encargo del cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla a Gustavo Bacarisas (I)

La Plaza de España de Sevilla, erigida para la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla.

La Plaza de España de Sevilla, erigida para la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla.

Desde los inicios de la historia, se ha tenido la necesidad de reproducir imágenes a través de dibujos, pinturas, grabados... Actualmente, las universales sociedades conforme avanzan las actuales tecnologías, la fotografía, el cine y el resto de manifestaciones que configuran la comunicación audiovisual, han intentado que tales imágenes se parezcan lo más posible a la realidad que lo rodea y habita.

Es, por lo tanto, la de dejar huella y guardar recuerdos una necesidad innata del ser humano, aunque hoy nos parezca un hecho normal debido a la saturación de imágenes que impregnan la sociedad. No obstante, este proceso fue percibido como un acontecimiento excepcional, casi siempre relacionado con los ritos religiosos, políticos y sociales. Así, tal y como recoge Isidoro Arroyo en sus estudios sobre la evolución de la imagen, “en algunas civilizaciones antiguas, la reproducción de imágenes llegó a ser un espectáculo lúdico”.

El resultado más llamativo que emerge de los datos analizados es que el cartel tenía un propósito muy práctico: transformar las paredes de la ciudad en mamparas fijas pero cromáticas capaces de informar, promocionar y publicitar a la vez que apelaban a los deseos y necesidades de los transeúntes. El cartel juega un importante papel como potente medio de comunicación de masas, dirigido a un público anónimo y diverso, y por tanto capaz de democratizar nuevas formas de arte moderno en cualquier lugar y sin exclusión.

Asimismo, la tendencia a difundir información y a dar a conocer acontecimientos situó al cartel como principal medio de información. Desde entonces, el cartel ha servido para anunciar noticias relacionadas con el orden social y político, pero también ha sido una herramienta idónea para informar sobre los eventos relacionados con el ocio y las actividades lúdicas-culturales. Como sería el caso de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla.

Por un lado, el hecho de que Sevilla fuese la ciudad que acogiera tan magna Exposición fue un aspecto importante que me deslumbró, para emprender la búsqueda y por otro el interés de poder demostrar con plena garantía documental la verdadera autoría de tan notable cartel, ya que las aseveraciones sobre la misma parecen confusas y variables en el tiempo.

Asimismo, esta investigación se desarrolla en el ámbito documental y empírico y parte de la hipótesis de que, a través de un producto de consumo publicitario, como son los carteles, donde se ven reflejados aspectos que conforman la identidad publicitaria y gráfica de la sociedad que los acoge dentro de sus eventos como: celebraciones, exposiciones, calles, entornos urbanos, entre otros. En paralelo, surge el interrogante sobre la autoría y el proceso creativo que concluyó que el cartel encargado de dar propagando y difusión a la Exposición Iberoamericana, fuera realizado por el artista Gustavo Bacarisas. Por lo tanto, este documento tiene como objetivo clarificar el proceso de encargo creativo del cartel realizado por el artista citado con anterioridad.

Por otro lado, los datos de la investigación en este artículo se dibujan a partir de tres fuentes fundamentales:

1. Archivos: AMCB (Archivo Municipal Contemporáneo de la ciudad de Barcelona), BNE (Biblioteca Nacional de España), AGA (Archivo General de la Administración) SAHP (Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones del Sevilla.

2. Museos: MACPS (Colección Museística de Andalucía del Museo de Artes y Costumbres Populares y la Colección del Ayuntamiento de Sevilla depositada en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, MNAC (Museo Nacional de Cataluña).

3. Finalmente, con la contribución desinteresada de los particulares: Margo Davison de Martínez Caro, Amparo Graciani, entre otros.

Atendiendo a la bibliografía existente, la propuesta de celebrar una exposición en Sevilla no puede entenderse sin tener en cuenta la necesidad de implantar un proyecto que intentara regenerar la sociedad y la política españolas tras el desastre producido durante la guerra hispano- estadounidense del 98, al tiempo que, sin buscar el establecimiento de consolidadas relaciones con América, que dieran su fruto en una nueva forma de intereses comunes para las dos. Además, se enmarca en medio de un contexto de auge de desarrollo de exposiciones internacionales, que se convertirá en una constante mundial a lo largo de toda la época. La evolución industrial y técnica contribuyó a la necesidad de la existencia de estos eventos. En este sentido, cabe señalar que la Exposición del 29 no fue la primera en realizarse en España, pues, anteriormente, se habían llevado a cabo también otras muestras. En 1874, se había celebrado la Bético-Extremeña y en 1888, la de Barcelona, entre otros ejemplos. En Sevilla, encontramos como precedente de la muestra la Exposición de Productos Sevillanos e Industrias Agrícolas, Vinícolas y Mineras de la Provincia, que tuvo lugar en 1905.

Con este panorama político, se inicia la idea de hacer una exposición Iberoamericana en Sevilla, a la que se acompaña de los cambios, que, en esta primera parte de siglo, albergan todas las naciones europeas y que, a través de los nuevos avances tecnológicos, organizarían un nuevo mapa industrial, laboral, económico, político y social.

En cualquier caso, no fue fácil su nacimiento y ejecución ya que desde los inicios la propuesta de celebrar una exposición Iberoamericana estuvo muy ligada a la crisis económica de la Primera Guerra Mundial y a otros conflictos político- sociales, que se generaron en Europa.

Advirtiendo en la parte que nos ocupa, sabemos que el autor del cartel fue el pintor gibraltareño afincado en Sevilla, Gustavo Bacarisas. Podemos destacar su faceta como decorador cerámico, además de sus trabajos en algunos pabellones de la Exposición del 29 como en el Pabellón Real o de Argentina. También realizó otras obras en cerámica, como la Capilla de los Luises en Sevilla, de gran influencia modernista, o sus trabajos para el edificio Villa de Reinosa, en el popular barrio de Triana de la ciudad hispalense, en el año 1915.

Cartel promocional para la Exposición Iberoamericana de 1929. Cartel promocional para la Exposición Iberoamericana de 1929.

Cartel promocional para la Exposición Iberoamericana de 1929.

Dentro del panorama cartelista sevillano, la pintura estaba muy presente. Destacaban en ella Gustavo Bacarisas, Gonzalo Bilbao o Juan Miguel Sánchez, pintores que parten de una línea académica y tradicional, pero incorporando a esa temática costumbrista ciertos avances técnicos y algunas libertades artísticas como la riqueza cromática y luminosa a través de las gamas de color más envolventes y la captación psicológica de sus ambientes y personajes, lo que les hizo sobresalir de sus coetáneos artistas y ejercer influencia a su vez en una generación posterior que, continuadora de su estilo, ha perpetuado sus fórmulas hasta nuestros días.

Gustavo Bacarisas, 1928. Detalle decoración cerámica Capilla de los Luises de Sevilla. Gustavo Bacarisas, 1928. Detalle decoración cerámica Capilla de los Luises de Sevilla.

Gustavo Bacarisas, 1928. Detalle decoración cerámica Capilla de los Luises de Sevilla.

En el caso del cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929, celebrada en Sevilla, hay que tener en cuenta el contexto de la capital hispalense, caracterizado por un estilo regionalista en todas sus edificaciones que pretendía exhibir una perspectiva diferente respecto a las muestras que se habían celebrado en ciudades como Londres, París o Estocolmo, más científicas y de corte más tecnológico. La Exposición Iberoamericana y su publicidad servían, además, de propaganda al régimen del general Primo de Rivera, pese a que unos meses más tarde la dictadura daría sus primeros síntomas de decadencia política, social e ideológica.

Durante el año 1911, el Gobierno de la Nación junto al Ayuntamiento de Sevilla organizaría un comité ejecutivo encargado de desarrollar la propaganda y ocuparse de publicitar la Exposición Iberoamericana.

Posteriormente, en 1926, el nuevo comisario nombrado por el rey Alfonso XIII, Cruz Conde, asignó para dar difusión a la Exposición un presupuesto de 1.131.000 pesetas, a cargo de la Dirección de propaganda, que dependía de la comisión permanente para la organización de la Exposición General Española.

Una primera hipótesis sería que, en esta partida presupuestaria, presuponemos que se realizaría un certamen para elegir el cartel encargado de dar propaganda a la Exposición de 1929 o en una segunda hipótesis planteada, directamente se haría un encargo directo del cartel al propio artista que sabemos que fue al pintor Gustavo Bacarisas, aunque de momento no podíamos demostrar nada por falta de respaldo documental.

Bacarisas, artista polifacético fue presidente de la sección de Bellas Artes del Ateneo durante 1928, manteniendo buenas relaciones institucionales con el binomio Comité Ejecutivo de la Exposición y con miembros de la alcaldía como es el caso Santiago Martínez, asesor artístico de la exposición, ambos pertenecientes a una pléyade de artistas locales de principio del siglo XX en la ciudad hispalense. Anteriormente, el negociado de Festejos del Ayuntamiento de Sevilla en 1916, encargó a Bacarisas la realización del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917.

Contrato del encargo para el diseño del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917 de Sevilla a Gustavo Bacarisas. Contrato del encargo para el diseño del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917 de Sevilla a Gustavo Bacarisas.

Contrato del encargo para el diseño del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917 de Sevilla a Gustavo Bacarisas.

Siguiendo con nuestra investigación, nos planteamos una tercera hipótesis al consultar en paralelo la web Ferias y Carteles, donde pudimos encontrar el siguiente texto: “En su faceta como cartelista, destaca el cartel encargado por el Ayuntamiento de Sevilla de las fiestas de primavera de 1917 y el cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929”.

Es verdad que el cartel de 1917 es un encargo para Bacarisas, pero también el cartel de la Exposición Iberoamericana pudo ser otro encargo directo del propio ayuntamiento de la ciudad.

Artículo publicado en la revista Almoraima número 58. Revista de Estudios Campogibraltareños

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