Real Balompédica Linense - Marbella FC | La crónica

Balona, así sí (2-0)

  • Los albinegros logran su primer triunfo en el Ciudad de La Línea y se matrimonian con su hinchada

  • Los de Mere ajustician con todo merecimiento a un Marbella que no perdía desde enero

  • Aridane Santana, de penalti, y Joao Pedro, los goleadores

  • Sergi Monteverde silencia dudas como central y Cera cuaja también un partido excelente

Sergi Monteverde intercambia aplausos con los aficionados al final del encuentro

Sergi Monteverde intercambia aplausos con los aficionados al final del encuentro / Erasmo Fenoy

El término tiene propietario. Y además no un cualquiera, de manera que apropiárselo sería más que inapropiado. Lo acuñó Gabriel Navarro Baby. Un sabio en toda regla. El fútbol es efímero y cambiante, sentenció. Los mismos aficionados que hace quince días montaron poco menos que un motín tras la derrota a manos del Estepona echaron en falta más manos para poder trasladar con aplausos el orgullo que sentían después de ver a la Real Balompédica Linense firmar una de esas victorias que marcan el camino. Pero por mucho más que por ser la primera en el aún inconcluso Ciudad de La Línea. Porque fue ante un Marbella que no perdía un encuentro de competición oficial desde nada menos que el 29 de enero y que llegaba con la vitola de ser el mejor equipo de toda la Segunda Federación. Y por encima de todo porque fue tan merecido como sufrido por parte de una plantilla que, legítimamente herida en su amor propio, empieza a reivindicarse. Aridane Santana, de penalti, y Joao Pedro hicieron los goles. Pero si buscan triunfo coral en un manual (y eso incluye al cuerpo técnico) encontrarán un enlace a esta victoria de la Balona.

Los alrededor de 900 valientes que desafiaron a la tromba de agua previa al encuentro y se fueron a un Ciudad de La Línea aún desprovisto de visera recibieron una justa recompensa a su abnegada muestra de fidelidad. Encontraron por fin a la Balona Recia que tanto se había echado en falta y que empezó a dar señales de vida ante el Mirandilla hace ahora una semana. A una Balona que se reconstruyó por encima de sus bajas estructurales y miró desde el pitido inicial al Marbella a la cara. Hasta minimizarlo. Igual es que los malagueños esperaban un rival atomatado por las dudas generadas y se encontraron algo muy diferente.

De hecho, la escuadra de La Línea dejó su marco a cero ante uno de los mejores ataques de la categoría precisamente el día que le faltaba el que pasa por ser su mejor hombre atrás: Jorge Morcillo. Hay que ser justos, buena parte de culpa la tuvo Sergi Monteverde, que silencio a todos (incluido el que firma) con una labor exquisita como defensor.

Los dos conjuntos andaban aún presentándose sus respetos, con algún escarceo marbellí de por medio, cuando Carbià (que agranda su mejor versión) recibió un excelente pase y se vio mano a mano con Lejárraga. El meta madrileño comenzó a hacerle falta fuera del área, pero el atacante balono fue listo, forzó para recibir el último impacto dentro y el árbitro peritó bien la jugada: penalti y amarilla. Aridane Santana (que cuajó de largo su mejor partido desde que llegó a La Línea) asumió los galones y lanzó de manera casi inapelable. Al fin marcó con la Balona.

Joao Pedro pudo poner la guinda al cuarto de hora, pero acabó dejándolo para más tarde. El brasileño también hizo muchas cosas bien.

Fue entonces cuando (por cierto en medio de un chaparrón de narices) Baldomero Hermoso Mere introdujo una variante. Cuando el rival tomaba el balón Javi Pérez se replegaba y ejercía de tercer central, mientras Santi Jara le relevaba en sus funciones en la medular. Le salió de dulce. Quizás (y sin quizás) porque esta Balona está concebida para jugar con tres centrales. El equipo albinegro completó la mejor media hora de la temporada, presionando arriba y sacando el balón (al fin) sin un solo pelotazo. Con gusto.

En el 21' se llevaron un susto los de casa. En un disparo de Hugo Rodríguez desde la frontal que sacó muy bien abajo el reaparecido Facundo Ackerman. Fue el último aviso de un (¿todopoderoso?) líder que se iba diluyendo ante una Balompédica hambrienta que ya pudo marcar en el 26' cuando Fran Carbià intentó el gol que se le negó al mismísimo Pelé. Y claro, a él también.

En el 32' una jugada de tiralíneas que inició Miguel Cera (otro que rindió a un nivel sobresaliente) acabó con Aridane Santana haciendo una generosa dejada para que Joao Pedro hiciese el 2-0. Lejárrega llegó a tocar, pero el disparo era tan potente, que no pudo desviar su trayectoria.

El dos balono volvería a protagonizar otra peligrosa internada antes del descanso, pero el marcador ya no se movería.

A la vuelta del vestidor (ya con menos agua) y a pesar de los cambios que introdujo el míster visitante, la Balona siguió presionando arriba (bloque alto que dicen ahora los que panenkitas) y el Marbella no encontró nunca la solución para encontrar a sus mediocentros y salir con cierto criterio.

A lo largo de todo el segundo periodo (ya con Javi Pérez reubicado en el eje de la medular) siempre dio la sensación de que era más fácil que la Balona alargarse la diferencia después de un robo en campo contrario que el Marbella acortase distancias. Es verdad que estaba más en el medio campo rival. Pero como el que está en un pasillo del Ikea.

Tanto es así que Ackerman no tuvo que salir más en auxilio de los suyos, mientras que el exbalono José Manuel Carrasco evitó casi sobre la línea un gol de Aridane Santana (recompensado con una prolongada ovación cuando era relevado) y que Adri Peral, que hizo muchas cosas para el ratito que jugó, se estrelló dos veces con la madera. Los de casa no dejaron de correr hasta el pitido final. Como un todo.

El final esta vez fue todo un derroche de satisfacción. Atrás quedan los reproches. Más aún las dudas. “Esta es la Balona que me gusta. Ha merecido la pena la mojá”, decía un añejo aficionado mientras se encaminaba a su vehículo. No se puede decir más con menos. Hay muy poco que añadir señoría.

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