Los términos de Algeciras en los siglos XVI y XVII: el duque de Medina Sidonia y Fernando de Zafra
Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)
Tras apoderarse de Gibraltar, el duque se limitó a mantener una guarnición en la despoblada Algeciras, que floreció con la intervención de los Reyes Católicos desde 1502
Los términos de Algeciras entre los años 1383 y 1514: Pleito por su posesión
El 26 de julio del año 1467 el duque de Medina Sidonia, tras un sitio de quince meses, se apoderó de la ciudad de Gibraltar quitándosela a su alcaide, Esteban de Villacreces, cuñado de Beltrán de la Cueva, valido de Enrique IV. A la muerte de este rey en 1474, su hermana Isabel solicitó la ayude del Duque en la Guerra de Sucesión que mantenía con la hija del difunto rey, conocida como Juana la Beltraneja. Por la ayuda que le había prestado, la reina gratificó al duque de Medina Sidonia con el título de marqués de Gibraltar y, luego, confirmándole la posesión de la ciudad que había tomado violentamente, con sus “términos, montes, pastos y demás pertenencias de las Algeciras” (refiere el cronista Barrantes Maldonado), mediante cédula dada en Sevilla el 17 de septiembre de 1478.
Dueño el duque de Medina Sidonia de la ciudad de Gibraltar desde el año 1467, procedió al repartimiento de las dehesas y tierras de labor de sus términos (en su mayor parte términos de la antigua Algeciras). Dice Ignacio López de Ayala que “el Duque repartió los términos entre los vecinos que había y muchos que de nuevo se vinieron a establecer en ella (en Gibraltar); separó dehesas y baldíos en estos términos y en los de Algeciras, que ya gozaban”. El reparto de tierra se hizo entre los criados del Duque a razón de una o media “caballería”, aunque, según testimonios posteriores, los beneficiados “nunca las rompieron ni gozaron de ellas ni viven en la ciudad”. El total de lo repartido entre 1469 y 1502 ascendió, tan solo, a ciento cincuenta y nueve caballerías. Lo cierto es que el Duque no tenía ningún interés en repoblar y poner en explotación sus tierras, sino tan solo mantener en la fortaleza una guarnición y una flota en su puerto para que defendiera las numerosas almadrabas que poseía en la costa andaluza.
Entendiendo los Reyes Católicos que Gibraltar era un enclave estratégico (“llave de España”) de enorme importancia para la Corona, que era necesario que retornara a la jurisdicción real, en el año 1490 ofrecieron a la Casa de Medina Sidonia, a cambio de Gibraltar, la villa de Utrera. Pero el Duque no aceptó el cambio, alegando que Gibraltar estaba más cerca a sus Estados “y de la almadraba que en ella tenía (en Gibraltar) y porque le servía de mucho auxilio para estorbar los desembarcos de los moros y los cautiverios que solían hacer en sus almadrabas en el tiempo de la pesca”. Después de una larga pugna con la Casa Ducal, que alegaba que había recibido Gibraltar del rey Enrique IV mediante Privilegio Rodado otorgado en mayo del año 1470, la ciudad y sus términos pasaron, por fin, a ser de realengo, incorporándolos a la Corona el 10 de julio del año 1502.
Fernando de Zafra. Repartimiento y repoblación de los términos en 1502
A poco de haber nombrado los Reyes Católicos un nuevo Concejo Municipal con regidores leales a la Corona, viendo que los términos de la ciudad se hallaban casi despoblados, después de la fracasada repoblación de la Casa Ducal de Medina Sidonia en los más de treinta años que poseyó la ciudad, ordenaron que se hiciera un detallado estudio de los términos de Gibraltar (que eran los de la antigua Algeciras) para proceder a su repartimiento entre nuevos pobladores, estudio que realizaría Fernando de Zafra, prestigioso letrado, secretario de los reyes. La idea de los Reyes Católicos era incrementar el vecindario, que en el año 1500 era de 320 vecinos (aproximadamente entre 1300 y 1500 habitantes), en otros 500, de los cuales 150 debían ser caballeros y 350 labradores, ganaderos y hombres de mar.
En la primavera de 1502 lo enviaron a Gibraltar para que llevara a cabo el estudio de las tierras aprovechables y les remitiera un informe sobre sus cualidades, probables usos y el repartimiento de las mismas entre nuevos pobladores. El 20 de junio de dicho año Fernando de Zafra procedió a enviar a los reyes un exhaustivo memorial después de haber realizado un minucioso análisis de las tierras del término, de sus características y capacidades productivas. En dicho memorial (conservado en el Archivo General de Simancas) se relacionan las tierras que podían repartirse, el valor de las mismas y las posibles rentas que podrían dar a la Corona y al concejo gibraltareño.
Fernando de Zafra propuso que se entregaran las tierras de labranza a razón de una “caballería” por caballero (18,5 hectáreas de tierra de labor) y media para los demás. Los artesanos y mercaderes recibirían un solar para que construyeran sus casas y pudieran tener un pequeño huerto y un viñedo. Los nuevos vecinos se debían comprometer a residir en las tierras recibidas por un plazo mínimo de diez años, prohibiéndoseles venderlas en los veinte años siguientes a la concesión.
De los 320 vecinos que residían en Gibraltar y sus términos en el año 1500 se pasó, merced al nuevo repoblamiento y reparto de tierras ordenados por los Reyes Católicos, a 700 en 1510 y a 1.450 en el año 1528 (unos 5.800 habitantes).
Siembra de caña de azúcar en la vega del río de la Miel y de viñas en Getares
Por un documento que se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, se sabe que en las primeras décadas del siglo XVI, en la vega del río de la Miel, se sembraba caña de azúcar. Las plantaciones pertenecían al Marqués de Cádiz y a otros dos caballeros de Sevilla, aunque los encargados directos de la explotación eran el gibraltareño Francisco de Piña y el mayordomo del Marqués, Pedro Regidor. Sin embargo, este cultivo debió ser abandonado, ya que los vecinos de Gibraltar se querellaron contra el Marqués de Cádiz y sus representantes ante la Real Chancillería de Granada, alegando que “Francisco de Piña, regidor de esta ciudad y Pedro Regidor, vecino de la isla de Gran Canaria, han tomado y ocupado y tienen sembrado, y ahora de nuevo quieren sembrar de cañas dulces todas las vegas del río de la Miel, que es en Algeciras, término de esta dicha ciudad” (Real Chancillería de Granada, Cabina 503, leg. 558). Los querellantes se quejaban de que con las cañas de azúcar se ocupaban los vados o pasos del río por donde debía pasar el ganado y, también, porque dedicaban a caña de azúcar tierras que se necesitaban para sementera “por la gran necesidad que hay en esta ciudad de pan como al presente ocurre”. El pleito debió fallarse a favor de los vecinos, porque no se encuentran nuevas referencias a dicho cultivo en las vegas del río de la Miel; aunque en el siglo XVIII se sabe que se cultivaba caña de azúcar en las huertas de Puente Mayorga, según refiere Francis Carter.
En los entornos de la arruinada Algeciras había numeroso viñedos, en los siglos XVI y XVII, regentados por vecinos de Gibraltar y, también, entre el istmo y la actual población de San Roque. Eran famosos los vinos producidos en los campos de Getares y la Dehesa de la Punta (cerca de Punta Carnero). En relación con este cultivo escribe Hernández del Portillo: “Hay en esta ciudad muy larga y abundantísima cosecha de vinos y muy excelentes que se cargan en ella por la mar para Flandes, Inglaterra, Francia y para otras muchas partes de España”.
A partir del repartimiento de 1502, dehesas y campos de los antiguos términos de la desaparecida Algeciras se fueron repoblando y poniendo en explotación. Muchos de los campos mencionados en el capítulo anterior, fueron puestos en explotación por nuevos vecinos que llegaron de Castilla, Andalucía y el Levante que se asentaron en la ciudad de Gibraltar y en sus términos. Uno de los echos más productivos (escribe Zafra) era el de Getares, cuya renta alcanzaba los 123.667 maravedíes al año. En un protocolo de 1592 se hace mención a “un cortijo de tierras de riego y secano con sus casas en las Algeciras, lindando por una parte con un camino que va junto a las murallas de la Villa Vieja”. (Archivo de Protocolos Notariales de Algeciras).
En otro documento de 1625 se cita otro cortijo situado en Algeciras que “lindaba con las tierras de Melchor de Mesa, con el arroyo Salado, con las tierras del Convento de las monjas de Santa Clara, con las ruinas de Algeciras, con la mar y con el camino que viene de Tarifa”. En otro documento de 1700 se mencionan las tierras de pan sembrar que llaman de don Carlos, en Algeciras; y en otro de 1703, al cortijo del Novillero “que está en Algeciras”, y que tenía huertas y campos de pan sembrar.
En 1704, una vez tomado Gibraltar por los anglo-holandeses, asumido por los invasores el control de la ciudad y concluido el asalto con la obligada diáspora de los vecinos, hay constancia de que personajes destacados de Gibraltar eran dueños de cortijos situados en los terrenos que había ocupado, en el siglo XIV, la ciudad de Algeciras y en sus alrededores y que tenían arrendados a otros vecinos de la propia ciudad o de otros municipios.
En 1690 existía en el cortijo de los Gálvez (situado en los entornos de la actual Plaza Alta) un oratorio particular, dedicado por aquellos años a San Bernardo, patrón de Gibraltar, destinado a cubrir las necesidades religiosas de los habitantes del citado cortijo y de los que residían en otros situados en terrenos colindantes.
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