PRIMER ANIVERSARIO DEL ATENTADO EN ALGECIRAS

Los policías locales que detuvieron a Kanjaa: "Nos genera mucha rabia no haber salvado a Diego Valencia"

Gabriel Marín y José María de Hoyos en la plaza Virgen de las Lágrimas, donde hace un año detuvieron a Yassine Kanjaa.

Gabriel Marín y José María de Hoyos en la plaza Virgen de las Lágrimas, donde hace un año detuvieron a Yassine Kanjaa. / Jorge del Águila

José María de Hoyos FajardoGabriel Antonio Marín Valle son los dos agentes de la Policía Local de Algeciras que, hace justamente un año, detuvieron a Yassine Kanjaa, el asesino confeso de Diego Valencia Pérez, sacristán de la parroquia de Nuestra Señora de la Palma. Aseguran, con humildad, que fue "cosa del destino" lo que provocó que llegaran, antes que otra patrulla, a la plaza de la Virgen de las Lágrimas. Allí encontraron a Kanjaa de rodillas, mirando hacia el puerto y el Peñón de Gibraltar, rezando, con el machete ensangrentado a sus pies.

Aquel ataque contra dos iglesias de Algeciras -Kanjaa previamente había herido de gravedad a Antonio Rodríguez Lucena, párroco de la capilla de San Isidro- copó portadas e informativos de media Europa, mientras que la ciudad se recuperaba de un suceso que conmocionó a sus vecinos, acostumbrados a convivir pacíficamente. 

"Aquella actuación fue como otra cualquiera", recuerda el agente De Hoyos en una entrevista para Europa Sur. "Entonces nunca imaginamos que, a nivel mediático, se volvería una pelota que fue creciendo por días". "El patrullero que trabaja en la calle va siempre con una venda en los ojos", explica. "Nosotros acudimos a la demanda, a ver qué encontrábamos". Eso sucedió en la tarde del 25 de enero de 2023, cuando Marín y De Hoyos, que vigilaban la playa de Getares, recibieron por radio el aviso de un ataque en la otra punta del municipio, a casi 5 kilómetros.

"El patrullero que trabaja en la calle va siempre con una venda en los ojos"

Desde Getares hasta Kanjaa

"La primera noticia que recibimos por la emisora fue que alguien estaba amenazando con un arma blanca al párroco de San Isidro", reconstruye Marín. "En aquel momento, pensamos que se trataba de cualquier yonqui de los habituales que vemos por el centro. Decidimos acercarnos por si la patrulla que estaba en la zona necesitaba algo". Un minuto después, la pareja de agentes escuchó la petición urgente de una ambulancia y, a continuación, un aluvión de llamadas desde la sala de operadores. 

"En aquel momento, pensamos que se trataba de cualquier yonqui de los habituales que vemos por el centro"

"A partir de ahí, a la altura del varadero, aceleramos, pusimos las luces y empezamos a seguir las instrucciones que nos iban dando los compañeros de sala, como el itinerario de Kanjaa o cómo iba vestido", prosigue Marín. En el trayecto tuvieron un leve incidente que les retrasó unos segundos: un coche les obstaculizó el paso de manera involuntaria. 

Los dos agentes lamentan no haber llegado unos minutos antes, lo que podría haber evitado el asesinato de Diego Valencia. "Ese tiempo perdido nos genera mucha rabia", comparten. "A pesar de las felicitaciones y condecoraciones posteriores, este es un suceso que recordamos con tristeza. No llegamos al lugar del crimen cuando nosotros quisimos, sino cuando quiso la casualidad".

"A pesar de las felicitaciones y condecoraciones posteriores, este es un suceso que recordamos con tristeza"

Todas las patrullas, salvo la suya, acudieron a las inmediaciones de San Isidro, donde se produjo la primera agresión. Cuando Marín y De Hoyos se acercaron a la plaza Virgen de las Lágrimas, guiados por la emisora y por un policía de paisano que estaba en la calle Muro, comprendieron que eran ellos los que tendrían que detener a Kanjaa. "Estábamos deseando ver qué escenario se nos iba a presentar", declaran. "Si llegamos a encontrar a Kanjaa como estaba minutos antes en la Plaza Alta con la katana en mano, no habríamos actuado igual". 

Lo que vieron, sin embargo, fue la plazoleta desierta y él de espaldas, desprevenido, aunque con el arma a su lado. "Utilizando el factor sorpresa, lo llevamos al suelo y lo engrilletamos de inmediato mientras él hablaba o rezaba en árabe. Fue una actuación limpia dentro de como pudo haber resultado", valoran los policías. "En ese momento no procedía haber usado nuestra arma reglamentaria". Aunque agregan: "Si hubiésemos sabido sobre su radicalización, quizá no se nos habría ocurrido acercarnos a él". E insisten que el patrullero "no juega con la información", sino que acude "a ciegas" e "improvisando".

"Nosotros, entonces como ahora, valoramos el peligro y actuamos en consecuencia. Para eso ocupamos nuestro puesto en la calle", expone José María de Hoyos. "Este trabajo te tiene que gustar", zanja. "A la vista del público, los patrulleros de la Policía Local estamos muy mal considerados, por ser una autoridad represora, que multa... La detención de Kanjaa nos ha permitido darle un giro a esa fama", explica este agente, quien valora que el mejor reconocimiento ha sido el de sus compañeros, sobre todo el de su grupo, el Grupo D de la Policía Local.

José María de Hoyos y Gabriel Marín en la redacción de Europa Sur, durante la entrevista. José María de Hoyos y Gabriel Marín en la redacción de Europa Sur, durante la entrevista.

José María de Hoyos y Gabriel Marín en la redacción de Europa Sur, durante la entrevista. / Jorge del Águila

El carro de las medallas

A ambos les produce rechazo lo que llaman "el carro de las medallas". "Nosotros hemos recogido las distinciones -entre ellas la Orden al Mérito de la Policía Local de Andalucía- porque son nuestras. Aquí no hay nada político ni sindical, pero no llegamos en el tiempo que tendríamos que haber llegado", insisten.

"Cuando las cosas salen bien, todo el mundo se sube al carro. Por suerte, esta historia salió bien y volveríamos a repetirlo. A nivel político, que se peleen los de arriba", afirman.

"Cuando las cosas salen bien, todo el mundo se sube al carro"

Curiosamente, antes del ataque, De Hoyos y Marín habían acudido alguna vez a la vivienda okupa de la calle Ruiz Tagle donde Kanjaa y otros compañeros vivían de manera ilegal. "La ley, en muchos casos, no acompaña y es frustrante, además de indignante. En la calle vemos a gente con montones de delitos y no se hace nada", denuncian los agentes. "Nosotros llegamos hasta donde podemos". 

José María de Hoyos y Gabriel Marín, agentes de la Policía Local de Algeciras. José María de Hoyos y Gabriel Marín, agentes de la Policía Local de Algeciras.

José María de Hoyos y Gabriel Marín, agentes de la Policía Local de Algeciras. / Jorge del Águila

Añaden, no obstante, que Algeciras es uno de los mejores destinos para trabajar como Policía Local. "Es apasionante porque tocamos muchas ramas, como colaboraciones con la Policía Nacional y la Guardia Civil. Actuaciones que iniciamos nosotros y disfrutamos como enanos".

Reconocen que "los tiempos van cambiando" y eso les obliga a "estar al día". "Antes no patrullábamos con chaleco antibalas, por ejemplo. Ahora vemos otro tipo de delitos y la calle se ha vuelto más peligrosa, especialmente la agresividad en las barriadas", concluyen. "La delincuencia ha subido un escalón por el tema de la droga". 

"Ahora vemos otro tipo de delitos y la calle se ha vuelto más peligrosa, especialmente la agresividad en las barriadas"

"Los días posteriores al atentado también fueron duros", evalúan estos dos compañeros en el primer aniversario del ataque yihadista. "La gente veía terroristas por todas partes y todo el mundo se volvió sospechoso". Aquello pasó y este jueves Algeciras recordará con una concentración en la Plaza Alta al añorado sacristán de la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma.

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