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Pesquero desaparecido en Marruecos
Algeciras/Una larga y angustiosa espera que no ha terminado. Este domingo se ha cumplido el primer mes desde la desaparición del pesquero Rúa Mar. El rastro del palangrero y de sus seis tripulantes se perdió en la madrugada del jueves 23 de enero a unas 28 millas del Cabo Espartel (Marruecos). Y, desde entonces, el paradero del barco y lo que sucedió exactamente aquella noche siguen siendo una incógnita.
Un mes después, ni el buque ni cuatro de sus tripulantes han sido encontrados mientras que los familiares reclaman que el caso no caiga en el olvido, que se les siga buscando. Dos de los marineros fueron hallados sin vida a los pocos días, devueltos por el mar, y a partir de ese momento apenas se han producido avances.
Un amplio dispositivo formado por Salvamento Marítimo, la Armada y la Guardia Civil con la colaboración de Marruecos peina metro a metro el fondo marino en un área de unos 212 kilómetros cuadrados en condiciones muy complicadas para tratar de localizar los restos del barco. La principal hipótesis que trazó el Gobierno, y que se mantiene a día de hoy, es que el buque sufrió un repentino golpe de mar que le hizo irse a pique.
Todo comenzó poco después de la una de la madrugada de aquel jueves, cuando se activó automáticamente la radiobaliza del barco dando la primera señal de alarma por posible hundimiento. En cuanto se tuvo conocimiento de la desaparición, un operativo marítimo y aéreo de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil se desplegó para tratar de localizar a posibles supervivientes. Poco después se sumó la Armada mientras el tiempo comenzaba una cruel carrera en contra.
El Rúa Mar había zarpado horas antes desde Barbate, donde tenía su base, con seis expertos marineros a bordo: los hermanos Antonio Javier y Ángel Maza (el primero, patrón sustituto del barco), Antonio Fernández, Daniel Gallego, Iván Cazorla y Óscar Maquera.
Los familiares optaron por congregarse en la dársena pesquera de Algeciras para arroparse y aguardar la espera de posibles noticias. De los primeros momentos de inquietud y esperanza, pronto se pasó a la desesperación por la falta de indicios entre un constante goteo de familiares, amigos y representantes institucionales. Todos buscaban insuflar ánimos en un momento que, psicológicamente, resultaba insostenible.
El primer punto de inflexión en la tragedia del Rúa Mar llegó el domingo 26, tras tres días sin ninguna pista y cuando los ánimos entre los familiares comenzaban a flaquear. Un pesquero colaborador del dispositivo encontró cerca de Barbate dos balsas salvavidas sin abrir. La noticia cayó con toda su crudeza sobre los familiares, quienes comenzaron a asumir que pronto se dejaría de buscar a supervivientes para tratar de localizar un barco hundido.
A contrarreloj, el dispositivo de rastreo comenzó a reforzarse pensando ya en medios más avanzados para explorar el fondo del mar. El buque Clara Campoamor de Salvamento Marítimo se dotó en tiempo récord con un robot articulado y un sonar cedido por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) para rastrear la zona. Horas antes se había incorporado el buque Tofiño de la Armada Española, también dotado con medios técnicos.
Pero aún quedaban varios golpes más para los familiares. Las corrientes hicieron emerger los cadáveres de dos de los tripulantes apenas unas horas después del hallazgo de las balsas.
Primero, el lunes 27 fue hallado el cuerpo sin vida de Antonio Javier Maza, tío del armador del barco, Pedro Maza. Apareció a unas 7 millas de Tarifa y a 5 millas al oeste de Barbate, a unas 30 millas del lugar donde se activó la radiobaliza. Al día siguiente, martes 28, en la costa de Tarifa fue localizado el cuerpo de Óscar Maquera.
Para sus familiares supuso la constatación de la tragedia. Pero, también, la posibilidad de darles sepultura. Maza fue enterrado el miércoles 29 mientras que Maquera fue repatriado a Colombia, donde tenía sus orígenes, días después.
Entre los allegados comenzó a cundir la posibilidad de que el mar siguiera devolviendo al resto de la tripulación; lo que un mes después no ha sucedido, aunque el perímetro costero de búsqueda se amplió hasta la costa de Málaga.
Nueve días después de que el palangrero naufragara, trascendió la noticia de que el pesquero zozobrado estaba siendo investigado por la Audiencia Nacional por su presunta relación con el tráfico de drogas. Además, el dispositivo de rastreo se veía obligado a pararse ante las malas condiciones meteorológicas.
Desde entonces, la búsqueda se ha reanudado y suspendido en varias ocasiones por los vientos y las corrientes. Un mes después, ya no queda nadie en el muelle pesquero a la espera de noticias, pero la petición sigue siendo la misma: que no se les olvide.
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