HISTORIAS DE ALGECIRAS

Hotel Reina Cristina: el hotel de los ingleses (II)

  • Mientras los críticos atacaban el "fin lucrativo" de "un adefesio arquitectónico", algunas voces alaban la nueva era de progreso que abrían los británicos con sus inversiones

Periodistas franceses e italianos, en el hotel Reina Cristina.

Periodistas franceses e italianos, en el hotel Reina Cristina. / E.S.

El proyecto de construcción del hotel Reina Cristina no solo provocó críticas, sino otras opiniones más afortunadas: “Hasta que los ingleses no pusieron sus manos espléndidas en el ferrocarril de Bobadilla, no hubo vía férrea; hasta que ellos no lo hicieron no hubo un muelle cómodo y decente para que con toda clase de facilidades transbordasen los pasajeros, ni hubo vapores, elegantes, rápidos y baratos, desde que que ellos establecieron en Algeciras estos primeros adelantos, no han cesado sus iniciativas, sus trabajos y la propaganda de sus costumbres”. Continuando el texto estudiado: “Choca en extremo que la construcción de tal vía, hotel, muelle y tales vapores, trate de presentarse como una unidad que en el capítulo de cargos se dedica á Algeciras, cuando dichas construcciones revisten el carácter nacional y nunca local. Si responsabilidad hay en ello moralmente, bajo el punto de vista de la influencia del elemento extranjero, en cuanto se refiere a la vida económica de España, y en este caso del Campo de Gibraltar, debe atribuirse a la entidad oficial del Estado, que un día concedió y subvencionó la referida línea férrea a los ingleses, sin tener presente la política internacional de estos”.

Agregando a continuación: “En cuanto se refiere a la construcción del Hotel inglés en Algeciras, hay muchísimo que decir: hace dos años se expresaba que la compañía ferroviaria, obedeciendo á altas inspiraciones internacionales, construía un edificio semifortaleza, donde en un momento dado, pudiera hacer frente á la acción de nuestro elemento armado cuando el tiempo y las circunstancias lo aconsejaran, así á dichas inspiraciones esto es visible por cuanto el citado Hotel á juicios técnicos solo constituye un fin lucrativo y un adefesio arquitectónico, imposible de resistir la acción militar más rudimentaria, aunque en el porvenir pueda, por la negligencia de nuestros gobernantes, ser un obstáculo para las relaciones diplomáticas”.

Increíblemente, llegó a contemplarse al futuro establecimiento hotelero como -¡Qué barbaridad!- posible fortín en el que pudieran hacerse fuertes los británicos. Prosigue el texto: “Es innegable que la compañía constructora de dicho Hotel, ha arrendado en condiciones ventajosas, para sus propietarios algunas viviendas ó casa próximas á la playa del Chorruelo, pero en esto puede verse tendencias particulares de la empresa, deseosa de hacer en lo posible conveniente el servicio del tan manoseado Hotel, sin que por otra parte no dejemos de lamentar la variable situación en la que han quedado esos infelices pescadores á pesar de que por esta Alcaldía, se les ha facilitado terrenos á propósito para su industria y habitación”. En la parte final del documento se recogen las medidas municipales que se tomaron para facilitar la realización de todo el proyecto urbanístico, y que afectaban muy directamente a los vecinos que verían sus humildes hogares afectados.

Para colmo y carnaza a disposición de los críticos, la obra en construcción no estuvo exenta de accidentes; por ejemplo, entre otros: “Fue curado en el Hospital Municipal Blas Fernández Ortezuelo, de una fractura de la parte inferior de la pierna derecha que se produjo al bajar á un pozo en el Hotel en construcción de la empresa del ferrocarril […] Algeciras á 21 de Septiembre de 1899”. Ante las obras del nuevo establecimiento los vecinos colindantes tomaron un decisión, la cual se recogería en el acta de la sesión plenaria municipal de 3 de agosto de 1900, cuando: “El Sr. Ramírez manifestó que se están cercando terrenos sin autorización del Ayuntamiento, próximos al nuevo hotel que se construye en la Villa Vieja. Se acordó que la Comisión de Policía Urbana se entere é informe acerca de esto”. Un mes mas tarde se informaría por la comisión nombrada: “Continúan muy adelantadas las obras del gran Hotel en construcción en los terrenos de la Villa Vieja, merced á la actividad del contratista don Jaime Thomson”.

Las criticas sobre las obras puestas en marcha por los británicos en Algeciras prosiguieron una vez construido el flamante hotel Reina Cristina: “Así, señores ediles, así se es condescendiente y se contraen méritos para con el elemento británico que pulula en la compañía ferroviaria de Algeciras á Bobadilla: permitiéndosele que abra una profunda cala hasta el río de la Miel, por la calle que conduce al hotel y coloquen en ella una tubería destinada al uso exclusivo del mismo. Así, señores ediles, se capta uno las simpatías y el cariño de ese coloso elemento: autorizándolo para que coloque una tubería dónde debería haber una madrona. ¿Qué positivas ventajas ha reportado al municipio sus finas atenciones para con los dueños del Hotel?”. Finalizando la protesta en cuestión: “Señores ediles: Vosotros no podéis conceder nada que no os pertenezca y ya habéis concedido mucho, permitiendo que se ocupe un terreno que es de Algeciras y que ella necesita para su legitimo uso”.

Afortunadamente, en nuestra ciudad el sentido común imperaba y se contempló al nuevo establecimiento hotelero como una gran oportunidad, prueba de ello es el siguiente extracto que pudieron leer los algecireños cuando este, aún, seguía siendo un proyecto: “El objeto es el de aprovechar las bellezas del país y la benignidad de su clima, para atraer en el invierno a los adinerados de tierras más inclementes, que buscan la salud en la templada temperatura del Mediodía; y en el estío, a los que desean bañarse en el mar, para lo cual, se proyecta hacer una cómoda instalación en la arenosa playa que al pie se extiende”.

La visión comercial británica iba mucho más allá que la idea pueblerina de algunos locales, o las patrioteras voces madrileñas. Lo que en la prensa critica llegó a denominarse “colonialismo económico” haría posible, en unos años prodigiosos para el desarrollo de nuestra ciudad, la llegada entre otras, de: la línea férrea trazada por la compañía constructora The Algeciras (Gibraltar) Railway Company Limited -gracias al contrato de obra suscrito con los ingenieros Leopoldo Lemonier y José Antonio Corral-; la instalación de la fábrica de corcho Armstrong, la concesión del servicio de aguas a la Andalusia Water Company Limited, o el establecimiento de la línea de vapores de Algeciras a Gibraltar.

Publicidad internacional del Hotel Reina Cristina. Publicidad internacional del Hotel Reina Cristina.

Publicidad internacional del Hotel Reina Cristina.

Nadie tan poco sospechoso contra el progreso y el desarrollo de Algeciras, como lo fue Emilio Santacana, se pronunció sobre la financiación británica y el secular abandono de Madrid, tomando como referencia la llegada del ferrocarril, en los siguientes términos: “Los proyectos de vía férrea á este Campo, formulados desde la época de la guerra de África en 1860, no hallaron en nuestros gobernantes el apoyo que realmente merecían; y no habiendo el Estado Español procurado con empeño la construcción de esa vía con recursos exclusivamente nacionales, dejó más tarde que una empresa extranjera, inglesa por añadidura, se encargara de la obra, con la subvención de 60.000 pesetas por kilómetro y el apoyo en Madrid de personajes influyentes”.

El mismo alcalde de la Conferencia, mientras se estaba construyendo el Hotel Reina Cristina, y tomando, nuevamente, al ferrocarril como ejemplo, junto con otras inversiones anglosajonas en nuestra ciudad, expresaría: “Mirando pues el asunto por el lado utilitario, hay que reconocer que la apertura de la vía, junto con estas iniciativas traducidas en obras que invierten aquí un capital, marcan una era de progreso y mejora que se manifiesta en el aumento del vecindario; en nuevas edificaciones; en el mayor valor de la propiedad, y en otras señales de prosperidad, debido todo al capital y las actividades puestas en movimiento. Por consiguiente, la Compañía del ferrocarril, al procurar la defensa de sus intereses y su propio beneficio, ha proporcionado también indudables ventajas á esta población que sería injusto desagradecer”. Nuevamente el popular y muy querido alcalde de las fastos de 1906, demuestra estar en su posicionamiento y actitud, muy por encima de ciertos sectores de aquella Algeciras de cortas miras. Su pasada estancia en el extranjero o sus viajes por Europa marcaban la diferencia con la sociedad circundante con la que le tocó vivir.

Pero incluso, cuando las obras estaban más que avanzadas, no paraban las críticas, esta vez desde el entorno de otras poblaciones cercanas de modo reticente, y con expresiones tales, como: ”La llamada fortaleza inexpugnable del hotel y la solidez de la carretera que se construye”. Respondiéndose localmente en defensa del nuevo establecimiento: “Ya verán cuantos beneficios para esta población ha de servir ese hotel una vez terminado y montado con arreglo al mayor confort y a todos los adelantos que exige la comodidad y el bienestar moderno”. No obstante, persistía la inquina hacia el proyecto hotelero: “Próximo á terminarse las obras del Hotel que los ingleses están construyendo en terrenos de este término municipal, y teniendo noticias de que parte del mobiliario viene de camino, alertamos al Sr. Inspector de esta Aduana quién suponemos hará abonar á la compañía inglesa explotadora del Hotel, los derechos íntegros de introducción que correspondan á la Hacienda”.

Prosiguiendo el texto de modo avieso: “Sabiendo ciertamente que hasta las escobas van á ser traídas de Inglaterra, estaremos al cuidado para denunciar los efectos que se introduzcan previos al pago de derechos de Aduana, cuidando de confrontar aquel con el arancel de la misma. Se trata de un ingreso considerable para la Hacienda, y seguros estamos que sus delegados en esta, sabrán cumplir con su deber”. A esta velada acusación, y mientras Algeciras lloraba la muerte de Regino Martínez acontecida el 27 de enero de 1901, se hace -defensivamente- constar, que: “La semana pasada fueron despachados por esta Aduana, previo reconocimiento del Sr. Inspector de la misma 30 cajas de gran tamaño con destino al hotel que están construyendo los ingleses […] Algeciras á 2 de febrero de 1901”.

La sospecha proviene sobre: “Lo consignado procedente de Gibraltar, en cuyo puerto transbordan para Algeciras lo embarcado en Londres”. Y mientras se acerca la fecha para la apertura del hotel, las voces criticas se dirigen abiertamente contra el responsable de Aduanas, preguntando: “¿Y los 18 sillones nuevos para el Hotel Reina Cristina?. Ya sabe usted Sr. Inspector que se despacharon mediante declaración verbal, y sin otro requisito de esos que usted exige á todos los viajeros que no sean ingleses, pues la vista gorda se hace con los jefes de compañías ferroviarias”.

Tras su inauguración (1901), el Hotel se convertiría en testigo y protagonista de los más importantes acontecimientos de la ciudad. En 1906 con motivo de la Conferencia Internacional, además de acoger a distintas delegaciones diplomáticas y periodistas, en sus salones y pasillos se tomarían acuerdos que posteriormente alcanzarían el rango de “oficial” en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Algeciras.

Javier Betegón, en su obra: La Conferencia de Algeciras: diario de un testigo, da buena muestra de ello en las siguientes referencias en las que el Hotel adquiere un especial protagonismo: “A la hora del té, los diplomáticos, formando animados grupos en el Hotel Reina Cristina, conversan con los periodistas de todas las Naciones, y me ha aparecido apreciar que hoy procuraban hacer constar la conformidad de todos en el artº. 18 […] Los franceses y alemanes se buscan, me dijo la otra mañana en el Hotel Reina Cristina un Secretario de Embajada […] Y cuentan las crónicas, según versiones que hasta mí llegaron, que si al volver al Hotel Cristina los sesudos diplomáticos, continuaron su reserva, el saber quién será vencedor en el grave problema planteado […] Y justo es decir que las impresiones que recojo en el Hotel Reina Cristina, donde trabajan los ponentes […] 15 de Enero. A medida que se aproxima el desenlace, aumenta la nerviosidad de los periodistas y diplomáticos que han echado sobre sus hombros, la pesada tarea de pasar una larga temporada en el confortable Hotel Reina Cristina, fumando en el hall o conversando cortésmente con las damas […] -¿Sabe usted, amigo mío, como acabará la Conferencia? Me decía esta noche en el Hotel Reina Cristina un diplomático extranjero […] Lo que no me cabe duda es que a última hora de esta noche, después de mi conversación en el Hotel Reina Cristina, otro delegado, Mr Revoil, ha expedido a París un largo telegrama cifrado […] Para terminar esta larga era de obsequios y convites, el Ministro de Estado obsequió con un lunch en el Hotel Reina Cristina a los delegados”. El Hotel de los Ingleses –nos viene a decir Betegón-, se había convertido en el centro oficioso de tan importante encuentro diplomático internacional.

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