"Teníamos que integrar al pueblo en las instituciones, nada más"
Entrevista | Paco Esteban, alcalde de Algeciras (1979-1983)
Administrativo de profesión, fue concejal en tres corporaciones locales franquistas por el tercio sindical antes de ser elegido alcalde como cabeza de lista del PCE, con un gobierno municipal integrado por concejales de PSOE, PSA y UCD
Sostiene que la transición de la dictadura a la democracia la hizo el pueblo, no los políticos
La donación de la biblioteca y el fondo documental de Paco Esteban a la UCA, en imágenes
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Paco Esteban, Francisco Esteban Bautista según reza en su DNI, comunista y primer alcalde de la nueva democracia en Algeciras (1979-1983), celebra tres cumpleaños: el día que nació, que fue el 19 de marzo de 1937; el 30 del mismo mes, fecha en la que fue inscrito en el Registro Civil de Algeciras, y el 23 de febrero, por aquel intento de golpe de Estado en España de 1981 que le cogió siendo alcalde de su ciudad.
Ayudó a crear y extender las Comisiones Obreras y trabajó activamente en el resurgimiento de la democracia, manteniendo en la clandestinidad su filiación al Partido Comunista de España (PCE) mientras extendía su presencia en la sociedad y en el Ayuntamiento algecireño. Su oficio fue el de administrativo, aprendido en varias empresas, como Bodegas La Bahía. Allí coincidió con compañeros que le enseñaron mucho sobre el trabajo, sobre las diferencias de clases y la falta de libertades en un tiempo convulso e ilusionante, siempre confiando en un tiempo futuro mejor.
Presidió un primer gobierno municipal democrático de concentración formado por comunistas, socialistas, andalucistas y centristas. La Universidad de Cádiz (UCA) acaba de abrir en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Algeciras un espacio para la investigación que contiene su biblioteca personal.
El periodista y el político que ahora conversan lo hicieron una primera vez hace cuarenta y cuatro años. El primero, como estudiante de COU y redactor novel de la revista Trípode, del Instituto de Enseñanza Secundaria Isla Verde, junto a Juan Ignacio Pérez Palomares. Entonces, Paco Esteban llevaba veintidós meses como alcalde de Algeciras.
Pregunta.¿Por qué fue concejal franquista y comunista en la clandestinidad?
Respuesta.Es que el Partido Comunista, no voy a decir nos ordenó, sino que hizo ver a la organización clandestina que, para derribar las instituciones franquistas, nos teníamos que meter dentro. Y desde dentro ir colocando en esas instituciones a gente de nuestra cuerda: comunistas, socialistas y gente que quería cambiar el sistema. Y por ahí entramos. Yo entré como concejal por el tercio sindical. Por la parte económica salió Emilio Buch y por la social yo.
P.¿Notó mucha resistencia en el cambio de la dictadura a la democracia?
R.Había de todo, pero sobre todo había una voluntad popular. A veces se dice que eso lo hicieron los políticos, pero los políticos no lo hicieron. Lo hizo el pueblo. Sin el apoyo del pueblo todavía estaríamos en el mismo régimen. Nuestra llegada se aceptó de buen grado porque siempre había estado haciendo cosas por el pueblo. La candidatura municipal del Partido Comunista que encabecé logró 19.000 votos, una barbaridad que no se ha vuelto a dar.
P.¿Qué recuerda de sus primeros días como alcalde?
R.Me ocurrió una anécdota con Cuenca, que era conserje. Siempre había llevado el yugo y las flechas de la Falange en la solapa, siempre. Cuando ya fui alcalde lo vi un día y no las llevaba. Le pregunté y me dijo que un concejal le había dicho que no debía ponérsela en el trabajo. "¿Qué?" , le contesté. Con lo que a mí me hubiera gustado ponerme la hoz y el martillo, y no me dejaban ponérmelo en el franquismo. "Mañana te quiero ver con el yugo y las flechas en el uniforme del Ayuntamiento", le dije. Y así fue. También hablé con el concejal que se lo había impedido.
P.¿Cómo se sabe perdonar para avanzar?
R.Eso también era una consigna del Partido Comunista. No teníamos que enfrentarnos con el que pensara diferente, sino intentar convencerlo. Debíamos hacer las cosas como nosotros creíamos que teníamos que hacerlas. Y era integrar al pueblo en las instituciones, nada más. Estábamos peleando por cosas muy evidentes.
Creía que iba a evolucionar la educación del pueblo y la de los mismos políticos, y la situación actual me causa, vamos a decir, pena"
P.El protocolo franquista se mantuvo cierto tiempo, ¿no?
R.Yo siempre me saltaba los protocolos. No me han gustado nunca. Cuando fui alcalde, la Policía Nacional no me saludaba. Lo que hice fue llamar al capitán de los guardias y tomar con él café en la comisaría. Los policías, diremos los rasos, me veían allí. Lo mismo hice con el gobernador militar y con la Guardia Civil. A los diez días de haberme visto me paraban en la calle y me daban la novedad. "A sus órdenes, no hay nada, todo va bien", me decían.
P.En aquella primera Corporación municipal hubo mucho consenso.
R.Le di una delegación a cada uno de los concejales, fueran del partido que fuesen. O sea, además de a los concejales del PCE, les di atribuciones a los de UCD, PSA y Partido Socialista, que estaba en coalición política con nosotros en muchísimos ayuntamientos. Porque ese también fue otro de los acuerdos que a nivel nacional tomó el PCE con el PSOE, que dio un resultado fabuloso en montones de sitios. Pero aquí se me ocurrió darle responsabilidad de gobierno a todos. Y lo aceptaron. Cada uno tenía una delegación y tenía que responder sobre su trabajo cada mes. Les daba carta libre para lo que hicieran y se sentían integrados en la gobernación de Algeciras.
P.Cuando se ve su pasado con perspectiva, ¿cómo se ve la actual tensión política?
R.Yo me siento decepcionado. Creía que iba a evolucionar la educación del pueblo y la de los mismos políticos, y la situación actual me causa, vamos a decir, pena. Esto es lo que hay, esto es lo que el pueblo admite, y ya está.
P.Volviendo a su gestión como alcalde. ¿Cómo fueron posibles tantas actuaciones en barriadas?
R.La burocracia era un freno para todo y había que tomar decisiones. Por ejemplo, en El Saladillo. Me fui a la barriada de San José, en El Cobre. Allí, cada vecino tenía asignada su casa, pero no se la daban. Ni decían cuánto tenían que ingresar ni nada. Entonces les dije: "Señores, mañana, por ejemplo, ustedes van a ocupar las casas que tienen en El Saladillo, pero cuando yo vaya con la Policía, que va a venir cuando se enteren que ustedes se han metido en las casas, van a venir a desalojar. Yo voy a ir con ellos para que no ocurra nada". Entonces ocuparon cada uno sus viviendas, llegó la denuncia y los desalojaron. Volví con la Policía y les dije que en una semanita estaría resuelto. A los tres días les entregaron las viviendas.
P.¿Y con los colegios?
R.Ocurrió lo mismo. Estaban cerrados y no tenían ni mobiliario. Había una asociación de maestros en paro y el Ayuntamiento les contrató para abrir los colegios, como ocurría en Liang Shan Po. Había avisado a las asociaciones de vecinos y las habíamos puesto de acuerdo con las madres. Rompimos un candado que tenía con cadena, metimos a profesores y niños con sus sillitas y a los siete u ocho días estaba todo arreglado, con mobiliario y todo.
P.También en su etapa comenzaron los trabajos de revisión del Plan General de Ordenación Urbana.
R.El PGOU tuvo muchos problemas al principio, pero conseguimos que los dueños de terrenos, que eran una especie de cortijos, llegaran a acuerdos para ceder unos metros al Ayuntamiento. Tenía una relación con todos los terrenos que tenían que ceder y nosotros les permitíamos que hicieran una planificación de acuerdo con el PGOU. El patrimonio urbanístico de Algeciras pasó de 200 millones de pesetas a 2.000 millones. Hicimos convenios con los Cervera, en San José Artesano, y en toda Algeciras. Luego ese plan sufrió modificaciones, pero ya fue con otro ayuntamiento.
P.La corrupción se nutre de corruptos y corruptores. ¿Usted se encontró con ese fenómeno?
R.Nunca. Podría hablar también del segundo Ayuntamiento (1983-1987). Nunca. Por lo menos yo no me lo he encontrado, no sé si ha existido o no, pero si ha habido algo, no lo sé. Éramos veinticinco concejales, pero yo metería la mano en el fuego por toda la Corporación.
P.¿Cómo era entonces la relación Puerto-Ciudad?
R.Como sigue siendo ahora, que es una cosa independiente, pero en la Junta de Gobierno del Puerto ya había entonces una representación municipal. Por la ciudad y por el interés portuario nos visitaron muchos embajadores, como el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el de Estados Unidos y los de otros muchos países.
P.¿Qué papel jugó la cultura en aquel primer Ayuntamiento democrático?
R.Fue primordial porque la cultura empezó a llegar al pueblo. Las asociaciones de vecinos tenían miembros dedicados a la cultura y había grandes algecireños y algecireñas pintores, escritores, economistas. Podría dar un montón de nombres, pero no quiero dejarme ninguno fuera.
P.23 de febrero de 1981, intento de golpe de Estado. ¿Cómo vivió ese fatídico día?
R.El periodista Paco Prieto Poza, que estuvo toda la noche con nosotros en el Ayuntamiento, al día siguiente escribió una crónica de eso bastante buena. Esa crónica me parece que también está en la sala de investigación de la UCA. No tuvimos miedo esa noche. No sé si era por inconsciencia, pero hablábamos mucho y habíamos oído lo de los trabajadores en Chile, con lo de Allende, y nos sentíamos fuertes. Tanto es así que nos juramentamos que vivos no nos sacaban si prosperaba el golpe.
P.Usted ya estaba amenazado.
R.Por la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) y había conseguido que me concedieran permiso para llevar una pistola. Me la concedieron y la tenía. Por cierto, la Policía Local es la que me regaló la pistolita (también se puede ver en la sala de la UCA). Cuando nos enteramos de lo que estaba ocurriendo estábamos reunidos en Junta de Portavoces en el Ayuntamiento. Llamé a mi mujer, porque ella y mis hijos también estaban amenazados, y le dije que cerrara nuestra casa, cambiara el coche de sitio y se fuera con los niños a la de su madre. Y que no se movieran hasta que les llamara.
P.Y ustedes en el Ayuntamiento.
R.Nos avisó Santiago Fernández, que era mi secretario particular, como antes y después fue de muchos otros alcaldes. Es una persona excepcional, una tumba sobre lo que ha vivido en la Alcaldía. Nos guardábamos el respeto lógico y necesario, pero nada más. Hoy seguimos siendo amigos. Tuvimos la puerta abierta toda la noche. Hubo alguna organización de ultraderecha que se puso en el bar Coruña esperando instrucciones, pero al final se tuvieron que ir a la mañana siguiente a los sitios de donde vinieran, porque vino gente de fuera. La noche la pasamos jugando al dominó, que también está en la UCA, y por la mañana lo que hicimos fue ir al mercado de abastos, que ya estaba abierto, normal, a comer churros en el bar Pelayo para que la gente nos viera.
P.¿Qué encontrará el investigador en su sala de la UCA?
R.Una memoria política, una de ciudad y una memoria particular, porque están hasta las carpetas que yo usaba para ir a la Academia Gómez, con la señorita Elvira. Una carpeta de cartón, con elástico, un libro que era una enciclopedia, que venía de todo, y cuartillas donde están los problemas de aritmética, como nosotros lo llamábamos, y que ahora se llaman matemáticas.
P.¿Qué enseñanza dejaría?
R.Todo lo que he cedido lo tenía para mí, pero luego estos señores han visto que tiene un valor histórico, aunque nunca pensé que sirviera para algo. Solo puse dos condiciones: primero, que se quedara en Algeciras; y segundo, que fuese abierto para todos los ciudadanos.
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