Campo Chico

Un Consejo de Sabios para ir a mejor

  • Su portavoz llevaría aneja la condición de Cronista Oficial y sus dictámenes serían no vinculantes

  • La existencia de la romería marítima con su gran acogida, repercute en los actos institucionales

El Rinconcillo, en los años 60.

El Rinconcillo, en los años 60.

Sería una gloriosa ocurrencia que el Ayuntamiento de Algeciras constituyese un Consejo de Sabios con sabios residentes: un órgano consultivo local al que acudir, entre otras cosas, cada vez que va a tener lugar una ceremonia protocolaria. Su portavoz podría llevar aneja la condición de cronista oficial de la ciudad y sus acuerdos y dictámenes tendrían carácter no vinculante para el gobierno municipal. Imaginemos lo que daría de sí un pequeño grupo de respetables ciudadanos de reconocido prestigio intelectual y social, independiente de los partidos y cuyo credo fuera el conocimiento objetivo, el buen juicio y la seriedad.

Luis Alberto del Castillo, de cuyo fallecimiento, el 26 de noviembre de 2021, pronto se cumplirán dos años, constituyó de hecho algo parecido cuando emprendió la tarea de diseñar, de modo oficial y definitivo, el escudo de la ciudad que estaba sometido a interpretaciones más o menos afortunadas, desde su primera aparición en 1805, en el Diario de Algeciras; faltaban más de sesenta años para que naciera el Diario de Cádiz, decano de la prensa andaluza y uno de los más antiguos de España. En la Biblioteca Virtual de Andalucía sólo aparece un ejemplar, de abril de 1811, pero se explicita que el periódico existió entre 1805 y 1814. Se trata del número 90, fechado en los días 24 y 25 de abril, y en la parte superior de la primera página aparece impreso el escudo. Apenas un siglo desde del saqueo de Gibraltar, la nueva población de Algeciras ya disponía de un periódico, tal vez diario, como alude su título, o casi, como cabe esperar.

Uno de esos sabios, que sería imprescindible en el hipotético Consejo, me comentaba, refiriéndose a sus impresiones tras la lectura de la anterior entrega de este espacio, que la sugerencia al alcalde, del hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de la Palma sobre la donación a la imagen de la llave de la ciudad, es poco menos que un estrabismo protocolario. La llave se da a quien llega y va de paso, no al que está, mucho menos si es residente; en este caso perpetuo, para más inri. Cosas así como lo de la llave se evitarían si se dispusiera de consejeros, no de cooptación, sino preparados para serlo. Bueno será que el brete quede en palabras y no trascienda.

Escudo de Algeciras. Escudo de Algeciras.

Escudo de Algeciras.

Por otra parte, no sé si a propósito de la procesión de vísperas se produjo la duplicación de bastones de mando. Pues dado que el alcalde actual deposita su bastón de ordeno y mando en los tronos del Medinaceli y de la Virgen de la Palma, cabe esperar que lo hiciera con motivo de la procesión. Así que igual, el paso de la Virgen, en la procesión, llevaba dos bastones cuando paseaba felizmente entre tunos y fervorosos fieles por el bello y misteriosamente remozado parque de María Cristina.

Por cierto que el bastón de mando que porta el trono de la Virgen de la Palma, entregado en los años noventa por el alcalde Antonio Patricio González García, contiene un error importante en el grabado metálico de su empuñadura. Aparece la inscripción en caracteres árabes de Algeciras, Al-Yazira al-Jadra (الجزيرة الخضراء), y del que supone que es, y no es, el nombre latino, Portus Albus, que corresponde a un enclave situado más o menos en El Rinconcillo y Palmones. El nombre latino de Algeciras es Iulia Traducta, adonde se llegó a acuñar moneda, como bien saben los alumnos del Aula de Mayores de la UCA. 

Empuñadura del baston de mando de la Patrona Empuñadura del baston de mando de la Patrona

Empuñadura del baston de mando de la Patrona

La existencia de la singular y pintoresca romería marítima, con su gran acogida, repercute en los actos institucionales. La romería es inamovible y el alcalde ha de acudir ataviado como corresponde a la naturaleza del acto. Ni siquiera este solícito corregidor puede estar en dos sitios lejanos, a la vez y vestido de distinta forma. Así que la procesión ha quedado relegada a las vísperas. La prioridad popular de la romería del Rinconcillo es incuestionable. Como tantas otras cosas asociadas a la religiosidad popular, no fue una iniciativa institucional, ni mucho menos. Nació en el seno de la Sociedad de Pesca Deportiva El Mero durante uno de sus períodos más brillantes, el de la presidencia de Juan Ricardo Delgado Silva, creador de Espectáculos Delsi hace medio siglo, junto a nuestro querido José Miguel Garnica y a la inolvidable Juana Mari Moreno, que formaron un tándem de leyenda, inseparable de las actividades festivas y, más concretamente, de la Feria.

Juan Ricardo fue unas cuantas cosas, boxeador entre ellas, pero su capacidad emprendedora acabó convirtiéndole en promotor de artistas y organizador de espectáculos. Tenía junto a él, como digo, a José Miguel Garnica, un hombre de extraordinaria sensibilidad y buen gusto, y a Juana Mari, próxima y excelente comunicadora, que se expresaba con soltura y desparpajo, cantaba como las grandes de la canción española y recitaba como los mejores rapsodas de los años treinta.

Un posavasos del Don JuanRi. Un posavasos del Don JuanRi.

Un posavasos del Don JuanRi.

Juan Ricardo abrió con gran éxito lo que él llamó “un lugar de encuentro”, un salón de fiestas en los altos de la Escalerilla, animado por la versatilidad de Juana Mari y la presencia permanente de José Miguel. Recuerdo que una noche de hace muchos años, Miguel me habló del niño de Jesuli valorando su talento musical. Jesús Sánchez Madero, que era el nombre de Jesuli, fue un músico con iniciativa y sin demasiada suerte que puso en marcha una de las históricas rondallas de Navidad de los años cincuenta y un trío que estuvo en vías de consolidarse en el panorama musical de su tiempo, con Beatriz Calderón y Ana María Espínola.

Ana María, cuya voz resuena junto a la de Paquito Obregón en la plazoleta de San Isidro, dejaría boquiabierto al bueno de Manolo Escobar en su primera y última actuación cinematográfica: Mi canción es para ti (Ramón Torrado, 1960). Al hijo de Jesuli, el hoy universal Alejandro Sanz, le conocí, siendo un adolescente, en una de las visitas que sus padres hicieron al Mesón Algeciras. Un cliente habitual, el gran guitarrista ceutí Antonio Arenas, amigo de Jesuli, fue su maestro de guitarra y una persona decisiva en el inicio de su trayectoria artística.

En su reencuentro con Algeciras, en el Mesón y a la vuelta de su larga estancia en Caracas, José Luis Vargas, que nació en Madrid, más concretamente en Cuatro Caminos, y con el tiempo sería presidente de la Sociedad del Cante Grande, participó en numerosos encuentros y tertulias sobre el flamenco en las que intervino Antonio. Tanto es así que los tres grabamos para Radio Algeciras una serie sobre los palos del flamenco comentados por mí, ilustrados, al cante, por José Luis, y al toque por Arenas.

Las noches del Don JuanRi, lugar de encuentro, fueron memorables. La terraza urbana que formaba la meseta alta de la Escalerilla, se benefició después del espléndido restaurante de Dori Melgar. Todo se acabaría yendo al traste por la repercusión que tuvo la demolición de la Escalerilla y la construcción del aparcamiento que hoy espera, desesperando al personal, acabar él también víctima de la piqueta y de la falta de luces de los próceres municipales responsables del desaguisado.

Cuando se gestó la romería del Rinconcillo, El Mero disponía de un sombrajo de playa, no lejos y a la izquierda del acceso desde la rotonda de Brígida, bautizada así en recuerdo de una mujer excepcional que durante muchos años regentó un establecimiento de hostelería en los aledaños. Juan Ricardo nos comentó el proyecto a su compadre, Sergio González Otal, y a mí, contando con el entusiasmo que pusieron en ello los pescadores submarinistas de la sociedad. Aquello llegó a buen término y se consolidó en la continuidad de mi querido amigo y condiscípulo Julio Pérez, con el que compartí estancia en la clase de Meme, en la academia de su hermano, don Juan Rondón, situada en la calle Larga, un poco más abajo de la farmacia más bonita del mundo y un poco más arriba de su establecimiento de muebles que derivó con el tiempo, a un comercio singular cuya desaparición hay que lamentar como debemos hacerlo también con su vecino La Verdad y como lamentaríamos la de la entrañable mercería Mi Tienda, que Dios guarde celosamente de la depredación economicista.

Juan Carlos Chaves, con su amigo Alejandro Sanz. Juan Carlos Chaves, con su amigo Alejandro Sanz.

Juan Carlos Chaves, con su amigo Alejandro Sanz.

El magnífico show que fue el pregón de Feria del año 2014, de Juan Carlos Chaves, gran comunicador y experto conocedor de la música popular, provocó el estreno de la magnífica canción de su amigo Alejandro Sanz, inspirada en el Adivínalo del gran Flores, Florencio Ruiz Lara. En la letra se refiere el cantante a la calle Rocha, donde nació su padre, y a la Feria donde aquel conoció a su madre, natural de Alcalá de los Gazules. En donde hoy se alza el formidable edificio Fernández Calderón, nominándolo por el de sus promotores, no sólo nació Jesuli, el padre de Alejandro, sino también Santiago Sarmiento, el nieto de la Tía Anica, representante en Caracas, ciudad en la que conectó con José Luis Vargas, del Banco Español de Crédito durante muchos años.

También nació en ese mismo edificio y allí vivió con sus padres hasta su emancipación, uno de los más brillantes alumnos del Instituto, de aquellas promociones egresadas en los últimos años cincuenta. Me refiero a Juan José Nieto Peris, militar del cuerpo de Ingenieros y diplomado de Estado Mayor. Se fue pronto y la vida no le procuró mucha fortuna, pero su memoria queda indeleble entre los que tuvimos la dicha de compartir con él las aulas de nuestro querido Instituto. Su padre, policía armada, hacía guardia permanente en la puerta del Banco de España de la calle Ancha.

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