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La conferencia internacional sobre Marruecos ¿Qué nos queda de aquellos días? (y II)

  • La pieza emblemática de la Conferencia es sin duda la placa conmemorativa. Está integrada por dos piezas ensambladas, una de carácter mobiliar y sobre ella otra suntuaria 

Llegada de los diplomáticos a Algeciras para la conferencia internacional.

Llegada de los diplomáticos a Algeciras para la conferencia internacional.

De aquellos días, sólo subsiste del mobiliario usado un sillón restaurado. Lo más destacado del mismo es su historiado y alto respaldo, muy decorativo, flanqueado entre columnas torneadas, y del que sobresale el escudo de la ciudad, bajo gablete sobre su cenit. Del arte epistolar se conserva la proclama que dirigió el entonces alcalde de Algeciras, Emilio Santacana y Mensayas a sus conciudadanos en el momento de concluir sus trabajos las legaciones. Ambas piezas ocupan hoy en día un lugar destacado en la estancia del Museo Municipal dedicada a tan importante acontecimiento.

Pero la pieza emblemática de la Conferencia es sin duda la placa conmemorativa. Está integrada por dos piezas ensambladas, una de carácter mobiliar (la mesa repisa), y posterior a la donación, y sobre ella otra suntuaria (la placa votiva). Con ella tenemos una muestra del arte oficial del II Imperio Alemán (1871-1918).

Poco antes de la clausura del coloquio las autoridades locales estaban pensando en conmemorar de alguna manera ese hito en su historia reciente, aunque la propuesta no se haría pública hasta el mismo día de su conclusión, el 7 de abril, cuando tras los discursos solemnes el alcalde Emilio Santacana y Mensayas, acompañado del Ayuntamiento Pleno comunicó a los plenipotenciarios que para recordar el evento se colocaría en el Salón de Plenos una placa de mármol por acuerdo de la Corporación del día 9 de marzo, pero lamentablemente sólo fue una aspiración. Afortunadamente la pieza que ocupa el lugar que debiera aquella llegó pasado un trienio de su celebración, de manos de la compañía alemana Wratzker y Steiger de Halle, en 1909. Dada la trascendencia del obsequio, el Ayuntamiento se lo agradeció a la firma alemana con un pergamino pintado por el artista local José Alcoba Moraleda.

Conjunto de la placa conmemorativa. Conjunto de la placa conmemorativa.

Conjunto de la placa conmemorativa. / Jorge del Águila

Tres anécdotas están relacionadas con esta placa. La empresa sajona tuvo dos desaciertos que originaron un leve movimiento diplomático, uno de carácter heráldico al confundir el escudo de Suiza (que no estuvo presente en la Conferencia) con el de Suecia (que sí lo hizo), afortunadamente sustituido sin mayor problema. El otro fue de denominación y sí tuvo una mayor relevancia, ya que intervino oficialmente el embajador de la doble monarquía austro-húngara, ya que figura sólo como Austria. Por fortuna se atendieron las explicaciones estéticas que aducían falta de espacio. La tercera no tiene nada que ver con el evento: al proclamarse la Segunda República española en 1931 alguien rayó, sin mucho acierto, en la placa la nomenclatura del hasta la fecha Jefe del Estado: “Reinando en España S. M. el Rey D. Alfonso XIII”.

Detalle del escudo heráldico de Algeciras. Detalle del escudo heráldico de Algeciras.

Detalle del escudo heráldico de Algeciras. / Jorge del Águila

Es una obra de carácter conmemorativo de las que se han venido asociando con las artes menores. Como tal tiene un carácter mixto, ya que en ella se asocian lo simbólico, caso de los relieves de bronce, o los esmaltes heráldicos, con lo documental en la placa de cobre dorado.

Si despiezamos la placa, tendríamos en el centro, la placa propiamente dicha, en cobre dorado y con el cuerpo de inscripciones, mientras en los lados mayores del marco, se ubicarían en las esquinas del tramo superior, los dos castillos de madera, bajo ellos dos relieves alegóricos de bronce, y entre ambos, el friso heráldico con los trece escudos de las potencias firmantes. Bajo la placa de cobre, de nuevo entre dos relieves de bronce, pero a escala mayor que sus homólogos, se ha puesto en el centro de la escena el esmalte heráldico de la ciudad acogedora del evento: Algeciras.

El segador, símbolo de la paz. El segador, símbolo de la paz.

El segador, símbolo de la paz.

Los relieves de bronce tienen un resalte muy leve, con una clara inspiración donatelliana. En todos ellos hay unas figuras masculinas que destacan en medio de la naturaleza. La relación entre ellos refleja la dicotomía propia de la oposición entre los efectos de la guerra y la paz. En la parte superior, bajo los castillos, a la izquierda, el relieve tiene como personaje central a un guerrero semidesnudo arrodillado y en posición vigilante. Mira al frente mientras descansa su espada sobre un cráneo descarnado, tras él, enroscadas a las ramas y el tronco de un árbol seco, unas serpientes parecen olfatear a sus cercanas presas. Su homólogo de la derecha, describe una situación diametralmente opuesta: un agricultor, arrodillado y cabizbajo, absorto en su trabajo, siega el campo, mientras a su espalda florece un árbol cuajado de frutos. El diálogo entre las dos escenas alude metafóricamente a la necesidad de entendimiento para evitar un conflicto, que caso de llegar no se eludiría (relieve del guerrero), por lo se hace preciso buscar un entendimiento que posibilite la paz, cuyo efecto sería la prosperidad (relieve del segador).

El guerrero, símbolo de la guerra. El guerrero, símbolo de la guerra.

El guerrero, símbolo de la guerra. / Jorge del Águila

En la parte inferior, continúa la contraposición de imágenes. A la izquierda del escudo de la ciudad se representa a un hombre encadenado que yace en el suelo y puja violentamente por liberarse de sus ataduras, ante la inquietud que le produce el vampiro, más que murciélago, que le mira a sus pies y que erguido, ejecuta con sus alas extendidas, un movimiento angustioso para el cautivo. Al otro lado, la escena vuelve a plantearse de forma clara y diametralmente opuesta: un hombre semirrecostado contempla satisfecho un sol resplandeciente, de optimista amanecida que surge en el horizonte tras las montañas. Frente a él, entre dos cipreses, símbolos de paz, una lechuza, alusión a la sabia Atenea, se yergue sobre un pódium, en el que están grabadas las fechas de inicio y conclusión de la Conferencia. Su lectura está en consonancia con la marcha de las negociaciones y los acuerdos alcanzados. Gracias a las negociaciones, se ha encadenado al genio de la guerra (relieve de la Noche), y esto permite surgir un período lleno de esperanza y prosperidad, que tiene un nombre concreto, la reciente Conferencia de Algeciras (relieve del Amanecer).

La noche y los horrores de la guerra. La noche y los horrores de la guerra.

La noche y los horrores de la guerra. / Jorge del Águila

El amanecer y la felicidad de la paz. El amanecer y la felicidad de la paz.

El amanecer y la felicidad de la paz. / Jorge del Águila

El friso heráldico de esmaltes se organiza como si fuera una galería de arcos de medio punto, en cuyos interiores se han insertado los emblemas nacionales, mientras que en los extradoses de los arcos se ha utilizado una simple, pero elegante taracea. La riqueza de colores empleados en estos esmaltes, sobre fondo blanco, está en consonancia con las figuras y riqueza cromática de cada diseño nacional. Esta policromía se reduce en las inscripciones de la placa de cobre dorado a cuatro colores: blanco para los textos y nombres de los países, las empuñaduras de las “espadas vegetales” y el centro de la roseta; azul para los nombres de los representantes de las legaciones asistentes, verde para las vainas de las “espadas vegetales” y el friso vegetal entre ellas y rojo para los pétalos de la roseta. Afortunadamente, la durabilidad y consistencia de estos elementos decorativos, conservan magníficamente el brillo y la policromía original.

Firma del escultor, Friedrich (Fritz) Steiger. Firma del escultor, Friedrich (Fritz) Steiger.

Firma del escultor, Friedrich (Fritz) Steiger.

Si bien en la placa la autoría corre a cargo de la firma Wratzker & Steiger de Halle S/L, la autoría de los relieves corresponde en exclusiva a Friedrich (Fritz) Steiger, cuya firma artística es reconocible por sus iniciales trabajadas en letras capitales cursivas y sobremontadas en el caso de la “F” del nombre y la primera inicial “S” del apellido, mientras la “T” en cruz, la coloca en paralelo a esta última.

Amén de estas piezas, el recuerdo de aquellos días se reaviva ojeando colecciones de fotografías relacionadas con el evento, de las que las primeras publicadas con formato seriado, se encuentran en el segundo cuaderno de la colección Collado-Sanz.

Fuera ya del contexto más próximo a la Conferencia, es la propia historia la que nos depara una sorpresa. En 1937 la Asamblea del Huila, en los Andes Orientales colombianos, rebautizó al municipio de San Juanito con el nombre de nuestra ciudad: “en honor del Puerto Español de la Provincia de Cádiz en donde se celebró la gran Conferencia el 16 de enero de 1906 con el objeto de solucionar el problema marroquí”. Como si se tratara de un eco lejano de lo que se vivió en nuestra ciudad por aquellos días de principios del siglo XX, por lo que desde 1937 hay dos Algeciras, la nuestra en el viejo Mundo, y la nueva, nuestra homónima, en el Nuevo. Amén del islote Algeciras en las Filipinas.

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