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La conferencia internacional sobre Marruecos ¿Qué nos queda de aquellos días? (I)

  • La Casa Consistorial y el hotel Reina Cristina fueron los dos edificios que capitalizaron el desarrollo de la Conferencia

  • Ambos se construyeron poco antes de la cumbre internacional de 1906

Gran azulejo representando una de las sesiones de la conferencia.

Gran azulejo representando una de las sesiones de la conferencia.

Asociados al eco de aquellos días quedan atesorados en la ciudad algunos recuerdos, de los que el más significativo es una placa votiva que la rememora. Pero antes de entregarnos a ella, rastreemos el paso de la Conferencia, su pervivencia y la de sus recuerdos en la propia ciudad.

La Conferencia tuvo su desarrollo en dos edificios relacionados que sobreviven al paso del tiempo. Ambos nacieron poco antes de su celebración, nos referimos al nuevo edificio de la Casa Consistorial y al no menos reluciente hotel Reina Cristina.

El nuevo Ayuntamiento se construyó entre 1892 y 1897, sobre el solar del antiguo consistorio, que desde 1862 amenazaba ruina, por lo que sus dependencias tuvieron que trasladarse al exconvento mercedario, pero este vetusto edificio tampoco era muy consistente, por lo que la corporación de 1879 decidió restablecerse dignamente en su sede. Entre 1887 y 1891 se llevaría a cabo una reforma del proyecto original de 1868 del arquitecto provincial Amadeo Rodríguez y Rodríguez, en el sentido de simplificarlo, por lo que sólo se pudo concluir una parte del proyecto, la que hoy contemplamos y se utilizó como sede de la Conferencia. Las dependencias se distribuyen en dos pisos alrededor a dos patios. Al patio delantero o principal, que corresponde a las dependencias de carácter público, se llega a través de un amplio zaguán. En la planta baja se ubicaron las dependencias funcionales, mientras que en las del piso superior, al que se accede por una majestuosa escalera, se situaron las representativas y de gobierno local como el Salón de Plenos y la Alcaldía, amén de otras delegaciones. En su interior domina la funcionalidad, mientras en el exterior se hace alguna concesión a la estética ecléctica y la decoración neomudéjar.

Fachada del Ayuntamiento. Fachada del Ayuntamiento.

Fachada del Ayuntamiento. / Erasmo Fenoy

Su escenografía durante los días de la Conferencia varió en algo. La decoración habitual fue sustituida por otra para la ocasión. Una de las remodelaciones más urgentes y prácticas consistió en habilitar una estación telegráfica permanente en la planta baja, para uso de las legaciones. En el Salón de Plenos es precisamente donde la propia ciudad se recuerda a sí misma, durante aquellos días de la Conferencia. Pasados los años una nueva reforma afectó a las ya históricas paredes de la estancia. El salón rojo de la Conferencia se transformó en el salón cerámico que hoy se conserva. Siendo alcalde Emilio Morillas Salinas en 1930, se decoraron sus muros con paneles cerámicos de la casa trianera González.

2 Azulejo de 1930 con una vista de la Plaza Alta, antes de su reforma, con el segundo obelisco. 2 Azulejo de 1930 con una vista de la Plaza Alta, antes de su reforma, con el segundo obelisco.

2 Azulejo de 1930 con una vista de la Plaza Alta, antes de su reforma, con el segundo obelisco.

Para los laterales se eligieron cuatro vistas de la ciudad y su entorno en ese mítico año: la Plaza Alta con su ya desaparecido obelisco, una vista de la ciudad desde “los Arcos”, otra del río de la Miel en el arranque de la calle Aníbal y por último una del molino de Escalona. En la cabecera se colocaron lateralmente los escudos nacional y local, ya que en el centro se situaba y así se sigue haciendo, el retrato del Jefe del Estado; mientras en la pared frontera se puso un cuadro de una de las sesiones de la Conferencia, firmado por Simonet y a su alrededor los escudos de las trece potencias firmantes de las Actas, y naturalmente el de la propia ciudad.

El otro edificio emblemático es el hotel Reina Cristina, bastión turístico del grupo empresarial británico cuyo buque insignia era la compañía del ferrocarril Algeciras-Bobadilla, y cuyas cabezas visibles fueron Alexander Henderson y Juan Morrison. Los gibraltareños, pronto dirigieron sus miradas sobre esta línea de la bahía que mira al Peñón, la Villa Vieja, en la que asentaron sus residencias veraniegas. Allí nacerían sus chalés, y el hotel, dominando la meseta. Se inauguró en 1902, pero parece ser que funcionaba ya en la última década del siglo anterior. A fines de 1897 el consistorio dio su visto bueno para la construcción de una carretera que bordearse la playa del Chorruelo, porque serviría de “cómodo acceso al hotel que la citada empresa [del ferrocarril] pretende construir (cuyo establecimiento es una muy importante y necesaria mejora para esta población)”. Esta carretera, pasada la Conferencia, no tardaría en llamarse Paseo de la Conferencia. Forma parte de un complejo paradisíaco, en el centro de un auténtico jardín botánico, en el que conviven palmeras de distintos tipos, araucarias, pinos, y árboles tropicales, sobre un cuidado césped. Pero su atractivo se amplía al integrar como jardín romántico algunos vestigios de la ciudad islámica palatina de al-Bunayya, que estuvo sobre este solar.

El hotel Reina Cristina. El hotel Reina Cristina.

El hotel Reina Cristina. / Jorge del Águila

El edificio actual es el resultado de una remodelación llevada a cabo sobre el primitivo, incendiado en 1928. La edificación original, con un total de 100 habitaciones, estuvo formada por dos plantas, entresuelo y principal. El actual, con 161 habitaciones, se debe Guillermo Thompsom, el mismo arquitecto que lo levantara por primera vez y que sería director del establecimiento, al que le agregó una tercera planta, por lo que en esta remodelación se conserva el estilo colonial británico de sus primeros días. La articulación de las dependencias a partir de un amplio patio centrado con montera, es la habitual de este arquitecto para sus dos grandes construcciones en la localidad, villa Smith y este singular hotel.

El otro establecimiento hotelero, donde se alojaron mayoritariamente los corresponsales extranjeros, el hotel Anglo-Hispano, sobrevive, afortunadamente, como consulado de Marruecos.

El hotel Anglo-Hispano. El hotel Anglo-Hispano.

El hotel Anglo-Hispano.

Toda la linde de costa que mira a Gibraltar y se ubica sobre la meseta de la Villa Vieja, tenía un inequívoco carácter diferenciado del resto de la ciudad. En su urbanización estaban tomando carta de naturaleza casas unifamiliares en medio de un jardín, y esto las identificaba con el sello de lo inglés, y de ello se tenía perfecta conciencia en la época. José Román, el artista local más afamado por aquellos días así lo veía, al contraponer esta parte nueva de la ciudad, a la que llama la ciudad europea, por oposición a la tradicional, a la que llama la ciudad dormida: Por los cerros empezaron a brotar edificios de “ilustración inglesa”, persianas azules, tejadillos que herían la vista bañados por el sol de España, lindos bosques, arbolillos exóticos; se tendió una muralla que contuvo la embestida del mar, y los pasajeros que llegaban de largas tierras se alojaban directamente por estos barrios; desde su altura, con los gemelos, repasaban curiosos, como atalayados en la cubierta del steamer, una ciudad blanca y unida, que se alzaba cercana, en la orilla opuesta del río, y a la que habían de visitar cualquier domingo.”

De aquellos chalés que un día formaron parte de una isla colonial con apariencia de ciudad jardín, se conserva afortunadamente la finca matriz, villa Smith, la que fuera cuartel de la legación británica en la Conferencia, y hoy sede de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Tal fue su extensión, que de ella se desgajaría el hotel Reina Cristina. En el diseño de la construcción principal se combina el palacete florentino y la residencia colonial inglesa de agudos tejados. Tiene dos plantas distribuidas en forma de “H”, aunque el pabellón central perpendicular se ha transformado en un amplio patio-distribuidor porticado con montera, al igual que ocurre en el hotel. Los pabellones laterales, más bajos que el núcleo central y sus dos porches, miran, como toda la casa, al amplio jardín.

6 Villa Smith, actual sede de la Mancomunidad de Municipios. 6 Villa Smith, actual sede de la Mancomunidad de Municipios.

6 Villa Smith, actual sede de la Mancomunidad de Municipios.

Otras legaciones se instalarían en los chalecitos que daban a la playa del Chorruelo, construidos a partir del desnivel de la pendiente, por lo que tenían dos entradas, una a nivel de la playa, y otra superior sobre la meseta. Esta transformación de la Villa Vieja es en parte consecuencia, de la instalación de la línea ferroviaria Algeciras-Bobadilla, causa del despegue económico y turístico de Algeciras en el área de la Bahía. La ciudad entraba en la Modernidad de la mano de la compañía británica del ferrocarril Algeciras (Gibraltar) railway company.

Pero la huella más perdurable de esta Conferencia a nivel local es la de su presencia física en el callejero. Dos en concreto son los cambios relacionados directamente con la Conferencia: el camino vecinal hacia el hotel Reina Cristina por la popular playa del Chorruelo, que recibió el nombre de Paseo de la Conferencia, y la calle Ángel que trocó su nombre histórico por el de Duque de Almodóvar, en un claro homenaje al insigne político español que presidió la legación española y la propia Conferencia, aunque la rotulación no se produciría hasta 1914. Los políticos locales responsables de la construcción del nuevo Ayuntamiento, y del feliz acogimiento de la cita internacional en la ciudad, también tuvieron su cuota de inmortalidad. La tradicional calle Sacramento, pasó a llamarse a partir de 1906 de Rafael de Muro, y el último tramo de la calle Larga, tomó el de Emilio Santacana, el que fuera alcalde de la ciudad en el periodo de la misma, y al que se nombró Hijo Predilecto al año siguiente. Durante la vigencia teórica de los acuerdos de la Conferencia (1906-1912), cayeron en la ya latente guerra colonialista, en 1909 el Teniente Coronel Federico Julio Ceballos, y el teniente Serra Andino. La memoria del primero se recordará en lo sucesivo sustituyendo su nombre al de la calle Sol, mientras el del segundo en la de Correo Viejo.

De aquellos días, sólo subsiste del mobiliario usado un sillón restaurado. Lo más destacado del mismo es su historiado y alto respaldo, muy decorativo, flanqueado entre columnas torneadas, y del que sobresale el escudo de la ciudad, bajo gablete sobre su cenit. Del arte epistolar se conserva la proclama que el entonces alcalde de Algeciras, Emilio Santacana y Mensayas, dirigió a sus conciudadanos en el momento de concluir sus trabajos las legaciones. Ambas piezas ocupan hoy en día un lugar destacado en la estancia del Museo Municipal dedicada a tan importante acontecimiento.

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