San Roque lamentó el Viernes Santo por segundo año consecutivo no poder ver por sus calles la Procesión Magna del Santo Entierro, un desfile único que relata la Pasión de Cristo al completo gracias a la salida de catorce pasos de ocho cofradías. La previsión de lluvia disuadió al Consejo Local de Hermandades y Cofradías de que lo mejor era que las imágenes se quedaran al refugio de la iglesia parroquial de Santa María la Coronada. A cambio, el templo abrió sus puertas para que los fieles pudieran contemplar las tallas y rezar ante ellas.

La Oración del Huerto tenía previsto abrir el cortejo a las cinco y media de la tarde, pero a las cinco llovía, presagio de la suspensión. Mientras el consejo debatía, las vallas de protección se engalanaban e incluso el escuadrón de romanos a caballo se puso a aguardar en la Plaza de la Iglesia.

A la hora fijada para el inicio de la Magna el agua había remitido, pero es que el tiempo del Viernes Santos resultó muy inestable. La probabilidad de lluvia conforme avanzara la tarde era alta, por lo que las hermandades votaron no salir. Hay que tener en consideración las características de San Roque casco y de tan singular desfile procesional. Se pensó que, si descargaba, iba a resultar complejo regresar o guarecerse en algún lugar.

Quienes primeros supieron de la decisión fueron los cofrades de la Oración del Huerto, que estaban preparados. No pudieron evitar las lágrimas, con el agravante de que este año tampoco pudieron salir en Lunes Santo. Después la presidenta del consejo, Mercedes Caravaca, anunció la suspensión y encabezó un aplauso de agradecimiento del órgano cofrade a las personas reunidas en la Plaza de la Iglesia, que casi la llenaban y las cuales después pasaron a ver las imágenes bajo los sones de las bandas de música.

El Cristo Nazareno y la Virgen de los Dolores, que el Jueves Santo por la noche no pudieron procesionar también por la lluvia, tampoco pudieron salir de la Capilla de la Visitación, donde se realizó una levantá.