Los medios de comunicación han tenido como objetivo a La Línea por el resultado de las elecciones municipales. Juan Franco se ha convertido en el alcalde más votado de España.

Por desgracia la opción mayoritaria fue la abstención, el 53%. Pero nadie puede quitarle el mérito y la felicitación al 100x100 por su resultado. Los números son claros. Aquí hemos tenido la tormenta perfecta.

El partido que tradicionalmente era el más votado, el PSOE, ahora obtiene 2.136. Su cuota más alta fue en 1982 con 22 concejales, actualmente dos. En el año 1985 con Rafael Palomino Kaiser, da un gran impulso a la Mancomunidad de Municipio de Campo de Gibraltar, pero hoy por hoy no habrá representación de los Socialistas Linenses. Su cabeza de lista era Gemma Araujo, Diputada Nacional, y por ello un peso importante, pero nos encontramos con su cuota más baja.

La derecha vive una ruptura clara. Por separado una concejala, Susana González, presidenta local del PP con 1244. Pero con la suma del PP, OLEP y Vox con 2.647 votos hubiese entrado Juan Carlos Valenzuela. El caso de la Izquierda linense es más curioso, en mi opinión Podemos se presentó contra Izquierda Unida y no para entrar en el Consistorio. Ni comieron ni dejaron comer (642+157). Son votos escasos en comparación al trabajo realizado a pie de calle y el respeto a las otras formaciones llevado a cabo especialmente por su candidato Fran Dorado. A todos les ha costado confeccionar sus listas, menos al 100x100 que tenía pretendientes. No nos olvidamos tampoco de los nulos 125 y blancos 157.

En un principio parece que los linenses han dado la espalda a los partidos mayoritarios, PSOE y PP. Pienso que esto no es real, lo veremos en las cercanas elecciones del 23 de julio. En esta tormenta perfecta falta uno. No bastan los deméritos de los perdedores, sino que también han existido méritos del ganador. Por los contrincantes ha sido clasificado como marca blanca del GIL, ser una religión más que un partido, populistas que no tienen programa electoral y que solo se sustenta en Juan Franco. Su gran mérito ha sido el talón de Aquiles de los otros, “ni deslealtades, ni guerras internas”. Su campaña fue en clave municipalista, sin entrar en planteamientos ideológicos. Ha buscado electores en todos los caladeros, en la derecha, en la izquierda y sobre todo en el PSOE.

Comprendo que algunos de los aspirantes a concejales no estén contentos con el resultado, pero este es el juego democrático. Es demasiado simplista afirmar cuando no se gana que han sido torpes o cosas peores. Como decía en mi anterior columna, el que se siente político tiene que seguir siéndolo, aunque no tenga sillón en el Pleno del Ayuntamiento.

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