Leo con cierta inquietud las recomendaciones que la OCDE acaba de hacerle a Italia, no tanto porque sus números se acerquen mucho a los nuestros, sino porque desvelan las recetas que dicho organismo considera eficaces en coyunturas de este tipo. El núcleo del remedio propuesto es implementar una reforma fiscal que pase por gravar las pensiones más altas y la propiedad.

A diferencia de la española, que según las estimaciones del Gobierno se situará al cierre de 2023 en un 108,03% del PIB, la deuda italiana alcanza un 140% del PIB, lo que provoca que la OCDE inste medidas urgentes. Tampoco son coincidentes las cifras de crecimiento previstas para los dos próximos años: en Italia el 0,7% en 2024 y el 1,2% en 2025; en España, aun con una reciente rebaja, el 1,4% para este año y el 2% para el próximo. Pero en lo que sí coincidimos es en el enorme impacto de las pensiones sobre la economía del Estado. En ambos países, las jubilaciones se llevan una gran parte del gasto público total. Algo que irá aumentando en los próximos años, muy probablemente con mayor intensidad –recordemos el problema de los baby boomers– en España que en Italia.

A corto plazo, la OCDE plantea una supresión progresiva de la jubilación anticipada. A largo, hablan de establecer un impuesto sobre las pensiones más elevadas y que no esté relacionado con las cotizaciones anteriores de los pensionistas. Pone el foco, además, en las denominadas pensiones de oro, es decir, en “los cheques de la seguridad social que tienen un importe de 2.500 a 3.000 euros al mes”. Es de estos de los que se sugiere extraer los ingresos que satisfagan las pensiones más bajas. Curiosamente no sería una novedad en Italia: algo parecido propusieron Berlusconi y después Renzi. Pero en ambos casos el Tribunal Constitucional, por injustas y discriminatorias, consideró inconstitucionales tales medidas.

Junto a las pensiones de oro, la OCDE plantea que se reconduzcan los impuestos del rendimiento del trabajo hacia las herencias y la propiedad “manteniendo el aumento de ingresos”. Y, como no, que se recrudezca la lucha contra la evasión fiscal, especialmente en IVA y Sucesiones.

En nuestro país, los problemas de deuda pública y de pensiones son igualmente centrales. Hemos de tomarnos en serio, y ya, una planificación sensata del futuro. Si no –acuérdense de aquello de las barbas del vecino– las fórmulas que nos impongan serán muy semejantes a las vistas.

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