Debo confesar a mis lectores que he estado tentado de copiar el texto de una columna que publiqué en el diario El País en 2008 cambiando solo el nombre del barco involucrado en un accidente marítimo y que terminó encallado cerca de Gibraltar y creo que, sorprendentemente a pesar del gran tiempo transcurrido valdría una gran parte de su contenido. Se trataba de unas reflexiones sobre la ausencia de protocolos de seguridad marítima como consecuencia del accidente de un buque denominado New Flame que colisionó con un petrolero a unas millas de Punta Europa y que quedó varado cerca de la Roca. Poco tiempo después utilicé la imagen del barco encallado con la silueta de Gibraltar en la portada de un libro como una potente alegoría de los riesgos medioambientales en relación con la seguridad marítima en aguas de la bahía de Algeciras/Gibraltar y su entorno.

Realmente es difícil de entender que con las especiales características de esta bahía singular y semicerrada, donde se proyectan dos jurisdicciones diferentes y convergen un conjunto de infraestructuras portuarias que cubren todo el arco de la bahía no existan ya en vigor protocolos regularizados que ordenen el tráfico marítimo y la coordinación de todas las administraciones competentes. Sobre todo, considerando que los dos grandes puertos de la bahía, el de Algeciras y el de Gibraltar, lideran las estadísticas de puertos mediterráneos en diferentes tráficos generando un altísimo movimiento portuario estando enclavados además en el estrecho de Gibraltar, una de las grandes rutas de navegación transoceánica del planeta. Como recordé en la columna citada en El País, la colisión entre el New Flame y el petrolero Torn Gertrud de 2007 no es en absoluto un incidente aislado, habiendo registrado colisiones anteriores en la misma zona como la ocurrida entre el buque tanque Spetses y el crucero Van Gogh en 2004. Unos meses después de la columna, encalló el buque Fedra cerca también de Punta Europa.

Todos estos siniestros, que provocaron diversos episodios de contaminación en la bahía, son un buen recordatorio de la necesidad de actuar de forma preventiva. Es cierto que no se puede garantizar en absoluto la seguridad marítima, al existir riesgos que son inherentes a la navegación, pero se pueden prever en gran medida en nuestra bahía mediante mecanismos y protocolos en los que las partes dejen a un lado sus posiciones políticas y jurídicas en relación con las controversias sobre Gibraltar y traten de coordinar aspectos como las vías de navegación, espacios de fondeo, procesos de identificación y cumplimiento de normas y estándares internacionales.

No debemos esperar a un incidente como el Prestige para exigir estas medidas. El siniestro del OS 35 es un recordatorio de la tarea pendiente.

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