Bienvenidos sean los Reyes Magos, bienvenidos siempre. No se puede hacer desprecio a los regalos, aunque vengan de la mano de un benefactor supuestamente muy generoso que en realidad oculta importantes intereses propios. Aún así, la lluvia de dádivas se agradece, sobre todo cuando millones de familias españolas se encuentran en una situación límite y sin esperanza de mejora a corto plazo.

Agradecimiento por tanto a Sánchez, pero las cosas se podían hacer mucho mejor. Por ejemplo, los españoles se habrían sentido más cercanos a su presidente si las medidas se hubieran aprobado hace meses, no ahora cuando se inicia un periodo electoral complicado. Entonces sí habría demostrado que es efectivamente un jefe de Gobierno sensible, en vez de reaccionar solo cuando tenían el agua tan cerca del cuello que les faltaba poco para morir por la falta de fondos para hacer frente a los pagos más acuciantes, acceder a productos de primera necesidad, encender la calefacción, darse una ducha caliente o no suplicar en los colegios que mantuvieran el comedor de sus hijos.

Gracias a estas medidas se paliarán algunos de esos problemas, pero no desaparecen otros. Sobre todo un enemigo mortal de quienes aspiran a algún tipo de ayuda: la burocracia. Se defiende el Ministerio de Escrivá diciendo que carece de personal y de medios, pero después de tres años de Gobierno, ya está bien de quejas. Que espabile. Hay gestiones imposibles de cumplir porque no se dan citas, y cuando no se consiguen los documentos que exige la Administración para acceder a las ayudas, la desesperación es insoportable. Ha ocurrido ya con subvenciones anunciadas y puede ocurrir ahora si Sánchez no lo remedia.

El presidente va a repartir miles de millones de euros, pero es necesario garantizar el control de esos euros y que lleguen a donde deben llegar, y para eso hace falta una infraestructura hoy inexistente. Sería importante también que determinadas partidas no se generalizaran, porque no todas las familias se encuentran en las mismas condiciones. La igualdad no siempre es justa. No hace falta tener una cabeza especialmente brillante para encontrar fórmulas selectivas, desde rebajar el IVA en productos básicos como se anuncia ahora y pedía Feijóo, a promover iniciativas fiscales con desgravaciones muy concretas, y medidas específicas para los alquileres y el transporte, como suplicaban quienes de verdad conocen las dificultades que hoy afrontan millones de ciudadanos.

Solo cabe alegrarse por la dadivosidad del rey Sánchez. Pero su figura se engrandecería si no fuera tan obvio que estamos ante una desesperada compra de votos.

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