Eslogan para una sudadera

Pidió una sudadera de su talla, y le escribió al dependiente el texto que deseaba incluir en ella

Las pasadas navidades Luis soñó con que le regalaban un dron para grabar vídeos con los que impresionar a sus amigos, pero su familia le regaló un tocadiscos de estilo vintage que consideraron más apropiado para su edad. La alusión a la belleza de los vinilos le molestó bastante, porque, aunque él los coleccionaba, era consciente de que quienes le habían comprado el plato para poder escucharlos, consideraban a aquellos viejos microsurcos como una antigualla del pasado. Además, ocupaban mucho espacio, acumulaban polvo y arrugas en sus portadas, y pese a que su belleza es muy superior a la de cualquier playlist digital, son jarrones chinos, preciosos pero innecesarios. Luis a sus sesenta y bastantes años hubiese preferido que su entorno le viera capaz de hacer volar al dron y de realizar piruetas en el aire con él a través de su móvil , pero el modelo que tenía aún era de los que llevaba tapa , y eso le delataba como poco experto en las nuevas tecnologías; de igual manera que tener toda la discografía de los Beatles en vinilos primorosamente envueltos en fundas de plástico , le convertían en el perfecto destinatario para obsequiarle un reproductor para su escucha .

Le estaban llamando viejo, y el hecho le hizo recordar su niñez. Antes de rompérsele el corazón al descubrir que los Magos de Oriente en realidad eran del mismo pueblo que sus progenitores, Luis soñaba año tras año que le traían un Scalextric. Pero una vez se encontró con un camión de bomberos, otro año con un fuerte rodeado de indios apaches y el último 6 de enero antes de la decepción total, con un puzle imposible y varios libros de Tintín. Su familia no tenía para más. Luis nunca compró lotería de Navidad, porque sabía que en esas fechas hacerse ilusiones únicamente le acarreaban decepción.

Así que agradeció el regalo y sonrió amablemente, aunque ya poseía otro tocadiscos y bastante mejor. Al día siguiente acudió a un establecimiento en el que fabricaban prendas de diseño con eslóganes originales. Pidió una sudadera de su talla, y le escribió al dependiente el texto que deseaba incluir en ella. Se trataba del slogan perfecto para reivindicar un mundo sin polarización, guerras, crispación y en paz. Pagó en metálico por dos ejemplares iguales en forma, pero una en azul y la otra en rojo, para así tener siempre una limpia y disponible. A la siguiente comida familiar Luis llegó vestido con una juvenil sudadera en la que se leía en letras mayúsculas: “Sigo soñando con un Scalextric”. Nadie le preguntó por el tocadiscos.

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