Entusiasmo tecnológico

Compartir y reutilizar noticias es una práctica esencial del periodismo que agranda el campo de juego

A todos nos ocurre que en algún momento de nuestra vida somos felices sin saberlo, y lo descubrimos cuando sólo nos queda la nostalgia. Al periodismo le ocurre desde su nacimiento. Los humanos somos contadores de historias y las diferentes maneras que utilizamos para hacerlo se ven cada cierto tiempo puestas en entredicho por futurólogos que aventuran su desaparición, para poco después concluir que vivíamos en el mejor mundo posible.

Cuando surgieron las radios, los periódicos limitaron la difusión de sus contenidos por las emisoras a las que acusaron de robarles el fruto de su trabajo. Hoy en día todas las radios del mundo comentan las noticias publicadas por la prensa. Ocurre lo mismo con la televisión, llena de tertulias radiofónicas con imágenes. El resultado es que todos hablan de todo. Con la llegada de internet los nostradamus del momento aventuraron, con voces engoladas, el final de casi todo. Sin embargo, hoy nadie suministra tantos vídeos a YouTube como la televisión tradicional y las webs reproducen en sus portadas las noticias que la prensa ha dado a conocer antes que ellos. No es la primera vez que los tecnoescépticos quedan en evidencia. El cine no terminó con el teatro; tampoco la televisión con los largometrajes; ni las plataformas por internet han acabado con las cadenas en abierto. Ni lo harán, porque compartir y reutilizar noticias es una práctica esencial del periodismo que agranda el campo de juego, en vez de acortarlo.

Ahora el demonio se llama Inteligencia Artificial y anda el mundo ideando como gestionar algo que tiene que ver más con la evolución del ser humano como especie, que con una nueva forma de contar. Como siempre, el miedo a lo desconocido plantea restricciones y muros que lo único que conseguirán será diferenciar aún más a los que puedan saltar sobre ellos pagando, de los que no. La historia muestra que la accesibilidad favorece la democracia y que es mejor partir de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, que centrarnos en rodearlas de alambradas. Estamos viviendo un “momento” apasionante y crucial, que exige del diálogo y la colaboración entre todos, medios, usuarios, gobiernos, expertos; pero que sólo puede partir de una decidida apuesta por aquello que cree una sociedad más inteligente y feliz, desde la que seremos conscientes de lo afortunados que somos hoy por tener la posibilidad de construirla.

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