Análisis

mANUEL mOURE

Oficio de abogado, abogado de oficio

N O nos hacemos una idea del mérito que tienen esos profesionales llamados abogados. Hace años en una ocasión, principiante yo, le pregunté a uno de ellos cómo podía defender a un sujeto absolutamente abyecto, vil y deplorable. Fue claro y directo: "Si nadie le defendiera no podría siquiera ser juzgado. Si el demonio bajara a la tierra y comenzase a hacer de las suyas debería tener un abogado. Si no se saldría con la suya e irse de rositas". Los abogados de oficio, que ejercen el noble oficio de darlo todo por sus defendidos, garantizan uno de los pilares sobre los que se sustenta nuestra democracia. Sin justicia no hay sociedad, sin sociedad, simplemente, reina la anarquía y en la anarquía (que tantos amantes tiene hoy en día) la justicia no se contempla. Hay que darles un aplauso a todos aquellos que permiten que personas humildes (cada día más) puedan llegar ante un tribunal y pedir lo que consideran justo. Si no fuera así no es que otro gallo cantaría. Es que ni habría.

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