Cultura

La primera minera

LII Festival Internacional del Cante de las Minas. Cante: Juan Valderrama (con la guitarra de Rubén Lebaniegos). Guitarra: Carlos Piñana y su grupo. Lugar: Antiguo Mercado de La Unión (Murcia). Fecha: Sábado, 4 de agosto. Aforo: Lleno.

La noche fue de homenajes. Un hijo y un nieto de dos hombres que, cada uno a su manera, influyeron en la creación de este Festival, allá por 1961. Juanito Valderrama cantaba en La Unión e iba desgranando sus cantes jondos, soleares, malagueñas, etcétera, cuando el público le pidió El emigrante. El cantaor jiennense expresó su sorpresa ante esta apelación: en el lugar de nacimiento de la minera, le demandaban sus cantes aflamencados. Ante esta recriminación, el orgullo herido de un grupo de aficionados, a la cabeza de los cuales se sitúo Esteban Bernal, presente ayer en el antiguo mercado de La Unión, fue el acicate necesario para la creación del evento. De lo jondo a la canción aflamencada fue el camino, inverso al de su padre, que recorrió ayer Juan Valderrama. Abrió con una titubeante minera, y pasó a una confusa cartagenera en un recital donde trató de emular la forma de cantar los estilos clásicos por su padre (guajira, soleá, milonga, alegrías, farruca), quedándose en una lejana sombra del original. Tanto fue así que el público, con buen criterio a mi parecer, le reclamó la Madre hermosa, y él no se negó. Si los unionenenses de 1961 andaban un poco despistados en lo que al patrimonio jondo de su tierra se refiere, los que hicieron la reclamación en la noche del sábado sabían lo que hacían: Juan Valderrama no consiguió adentrarse en territorios jondos en toda la noche.

Carlos Piñana es nieto de Antonio Piñana, el modelador de la primera minera que se creó en La Unión allá por 1961, y ganador del festival en su primera edición. Su nieto es un tocaor técnicamente impresionante pero que me dejó totalmente frío en sus alegrías, bulerías, mineras, soleares, etcétera. La puesta en escena ya es toda una declaración de intenciones, acompañado el solista de percusión flamenca, bajo eléctrico y batería. El ritmo 4 por 4 hizo que en algún momento de la noche pareciera que nos encontráramos en un recital de rock progresivo. Eso sí, para los que admiran la destreza técnica, es un tocaor ideal.

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