Cultura

Una epopeya "en la estela de Galdós"

  • Almudena Grandes presenta en Sevilla 'Inés y la alegría', primera novela de la serie 'Episodios de una guerra interminable', donde se propone rescatar momentos significativos pero desconocidos de la posguerra española

Tras ocho años leyendo casi exclusivamente libros sobre la Guerra Civil, Almudena Grandes está convencida de que este episodio crucial del siglo XX "engancha". "Cada libro te lleva a otros cuatro o cinco, y así todos", dice la autora de Inés y la alegría, una voluminosa novela que lleva a su vez a otras cinco, las que completarán una muy ambiciosa serie titulada Episodios de una guerra interminable y que se mira en el espejo de los Episodios Nacionales de "don Benito" para recorrer la posguerra y la dictadura franquista hasta 1964, cuando el régimen celebró sus 25 años.

Asumiendo el modelo galdosiano, la estrategia narrativa de la autora (Madrid, 1960), que por primera vez ha trabajado con "materiales de no ficción", consiste en contar la Historia a través de las pequeñas epopeyas de personajes inventados por ella. Más que un homenaje -explica-, una operación de "rescate" de historias poco conocidas y protagonizadas por gente que plantó cara a la "feroz" represión con "una determinación tan firme que durante muchos años pareció un suicidio, pero sin la cual nunca habría llegado a ser posible la España aburrida, democrática, desde la que yo puedo permitirme el lujo de evocarla".

Grandes presentó ayer Inés y la alegría en Sevilla, donde por la tarde participó en un encuentro con sus lectores en la Biblioteca Pública Infanta Elena, dentro del ciclo Letras capitales que organiza el Centro Andaluz de las Letras. La escritora está "muy contenta" de su respuesta al reto de situarse "en la estela de Galdós y Max Aub, que siguió su modelo". "Es un orgullo enorme, espero que los dos me estén bendiciendo desde el cielo de los escritores", dice la madrileña, que cuando se pone a escribir es "más que disciplinada, prusiana": el segundo libro ya está listo y el tercero va perfilándose desde este verano. Un esfuerzo que sus cada vez más abundantes seguidores le recompensan en las librerías.

Las más de 700 páginas de esta novela deben su existencia a las tan sólo dos en las que el antiguo dirigente comunista Manuel Azcárate contaba en sus memorias, Derrotas y esperanzas, un episodio real que llegó a "obsesionar" a Grandes. "Es que me pareció inverosímil que algo así, el hecho de armas más importante de la posguerra, hubiera pasado desapercibido. Y él lo contaba como dando por hecho que eso se sabía ya", dice la escritora. Se refiere al asunto central de la novela: la invasión -finalmente fallida- del Valle de Arán, en Lérida, por parte de unos 4.000 comunistas exiliados en Francia, con el objetivo último de implantar un gobierno republicano con sede en Viella.

Ninguna de las partes implicadas en los hechos ofreció nunca una versión oficial de este suceso ideado por Jesús Monzón -"un Juan sin Tierra del PCE"- y "silenciado" porque así "convenía" tanto al franquismo, que se llevó un "susto de muerte" con la intentona; como a los propios comunistas, que veían a Monzón, un cargo menor en el aparato, como "un usurpador"; y al bando aliado, pues dejó "literalmente con el culo al aire" a estos miles de guerrilleros españoles que no mucho tiempo atrás habían estado luchando en Francia contra el empuje de los nazis.

De modo que la autora de Las edades de Lulú o Los aires difíciles se tomó la libertad de ofrecer "una hipótesis verosímil". Y es que "la Historia española es un filón impresionante si uno es capaz de ponerse de puntillas y mirar por encima de las versiones oficiales". Eso es lo que ha intentado hacer en esta novela, que cuenta con "el argumento más escandalosamente brillante" de todas las suyas.

En el libro aparecen personajes reales, como el propio Monzón, Dolores Ibárruri o Santiago Carrillo, pero el punto de vista que Grandes quiso adoptar fue el de "los peones", todos esos hombres que cruzaron los Pirineos en un intento desesperado de cambiar el destino de su país y que "nunca supieron en realidad qué fuerzas se estaban moviendo por encima de sus cabezas". Por eso Inés y la alegría se mueve siempre en dos niveles, el de los centros de poder y el de la gente anónima afectada por los designios de aquéllos, y ambos se comunican por "túneles y toboganes": a veces los dioses se mezclan con los mortales e incluso los mortales llegan a subir y a relacionarse con los dioses", explica.

Dos figuras se recortan sobre el fondo multitudinario del ejército popular. Son Galván, uno de los combatientes, y la Inés cuyo nombre figura en el título, una muchacha de la burguesía madrileña que abraza "de corazón" la causa opuesta a los intereses de su familia, lo que le acarreará "graves consecuencias". Los dos viven en la novela "una típica historia de amor de guerra, apasionada, rápida e intensa". Y ella representa también, añade la escritora, "la ilusión y la esperanza". "Alegría es una palabra polisémica en el contexto antifranquista. En el momento más triste, para poder aguantar, la consigna era la alegría".

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