Cultura

"Sirope' es almíbar y jarabe porque endulza y cura"

  • El músico Alejandro Sanz presentó ayer en Madrid su décimo disco de estudio La gira comienza con tres fechas en Andalucía

El auditorio del Museo Reina Sofía de Madrid rima con Sirope. La "fresa ácida" a la que llama la estética del último disco de Alejandro Sanz, el décimo de estudio de su carrera, parece contagiar todo el espacio del centro cultural de la capital donde ayer se presentó el compacto, editado por Universal Music, ante una nutrida presencia de medios nacionales e internacionales. "Mira que ya son 25 años de escenarios pero me sigo poniendo nervioso ante ustedes", comenzaba a articular palabra el músico que pronto adelantó la receta de esta nueva colección de canciones cuya puesta de largo en directo arrancará con tres fechas en Andalucía. "Sirope es almíbar y jarabe porque endulza y cura", definía.

Sanz, con más de 23 millones de copias vendidas de sus discos y 20 Grammys bajo el brazo, no ocultaba "su ilusión" por "presentar esta nueva criatura" que ve la luz "tras un año y medio de trabajo" compartimentado en sesiones de "14 a 16 horas de estudio" y fruto "del mayor esfuerzo posible" por crear "el mejor disco posible". Un disco cuyo título también llama "al grito de guerra de James Brown", ilustraba el músico que ha cocinado a fuego lento este Sirope en compañía de "amigos y grandes músicos", "los mejores posibles", incidía el artista que contestó a las preguntas de los periodistas tras la proyección de un vídeo en el que embarcó a los espectadores en los momentos más dulces de la grabación del compacto.

Con la producción del propio Sanz y de Sebastian Krys, Sirope nació "con idea de banda". Alejandro se explica: "En Miami tenemos un lugar, una nave industrial, donde nos juntamos a tocar los amigos como Lenny Kravitz o como los chicos de Maná, simplemente a hacer sessions y a improvisar; y con este disco yo quería reproducir un poco ese sonido pero más sofisticado, claro, sin dejar nada al azar porque todo lo que hay, cada nota, cada suspiro, tiene su sentido".

Para lograr este objetivo, el músico estuvo trabajando "ocho meses", exclusivamente, "en el diseño de sonido de las baterías y de la línea de bajos y guitarra" que fue "lo primero que se hizo". El resultado, una pizca de funk en una base pop, maridada con r&b y aroma flamenco como denominación de origen de su remedio.

"Por eso este Sirope le sabrá a cada persona de forma diferente. Lo importante es que cada uno busque y se quede con el quiera porque un disco es también propiedad de quien lo escucha", narraba el compositor que confeccionó "unas 40 canciones" para este proyecto de las que se seleccionaron "como 18" de las que salieron "los trece temas definitivos". "Ha sido como una especie de selección natural. Se han quedado las canciones más fuertes, las mejores, y fueron 13, como veis no soy supersticioso", bromeaba "el artista de las emociones", tal y como lo definían desde su compañía momentos antes de hacer su entrada en el auditorio.

Canciones a las que ha puesto voz "en la soledad del estudio". "Me gusta grabar las voces a solas porque así evito pensar que hay alguien escuchándome porque quien te escucha te juzga de forma inconsciente y eso, a veces, te coarta a la hora de crear o de querer arriesgar con algo", reflexionaba. Entre esas creaciones cantadas a solas, el creador se paró con algo más de detenimiento en Capitán tapón y Suena la pelota . La primera es una "emocionante" composición dedicada a su hijo Dylan; la segunda, una canción que cuenta con la colaboración de Juan Luis Guerra. "Todos mis hijos tienen su canción, bueno, menos Alma que aún no tiene una personalidad muy hecha, cuando haga algo más que dormir y comer tendrá una", reía Sanz que en Capitán tapón -"una canción que a Dylan le encantará cuando tenga 30 años pero que con 14 va a odiar seguro", barajaba- ha querido contar con la voz del propio homenajeado. "Como Dylan viene al estudio antes de acostarse para dar las buenas noches pues aproveché un día que estaba por ahí trasteando y lo grabé", narraba sin poder esconder el orgullo de padre. Y de un encuentro a otro. Suena la pelota ha sido la consecuencia de "mucho tiempo persiguiéndonos", refería el artista sobre los cortejos de ida y vuelta entre él y el músico dominicano. "Para mí Juan Luis Guerra es uno de los músicos más respetados de Latinoamérica y, como dice esta canción, es un hombre que se toma "en serio la felicidad", un hombre muy espiritual y para mí ha sido un orgullo y un honor que haya colaborado conmigo en esta canción donde yo lo he querido sacar de su zona musical, digamos, de confort para cantar otra cosa distinta", razonaba.

Al músico tampoco le faltaron palabras de elogio y agradecimientos para el trompetista Arturo Sandoval, "un auténtico genio" que ha colaborado en varios de los temas, y para el resto de músicos que han participado en el disco "que aunque sus nombres sean desconocidos para el público mayoritario son profesionales con una gran enjundia musical" (Brendan Buckley, Pete Thomas, Davey Faragher, Lulo Pérez, la sección de metales de Filadelfia...) Además, en la gira de conciertos, que arrancará en Córdoba el próximo 30 de julio (y que pasará por Algeciras el 1 de agosto, por Roquetas de Mar el día 4, en Marbella, en el Starlite, el 20 de agosto, en Málaga el 22 de septiembre, en Granada el 24 y en Sevilla el 26 del mismo mes), Alejandro Sanz incluirá a su sección de vientos y teclados a cuatro alumnos del Berklee College of Music, la prestigiosa institución que nombró al artista Doctor Honoris Causa en 2013.

Y es que Sanz no se cansa de reivindicar la "importancia" de la "educación musical", la que intenta inculcar a su hijos "pero sin obligarlos", asegura. "A mi hija, que tiene ahora 14 años, una edad muy difícil, le gusta la música, ella estudió piano. Pero cuando era más pequeña comenzó con el violín y un día llegó a casa llorando que no le gustaba el instrumento. Pues nada, lo dejó y sin problemas, hay que coger lo que a uno le haga feliz", recordaba el artista al que no le pesan los años de carrera porque sigue manteniendo vivo ese idilio suyo con las musas.

"Yo amo la música, es mi forma de entender la vida, es la que me hace levantarme, para mí es la más bella de las bellas artes", declaraba Alejandro que, una vez más, se posicionó "totalmente en contra" del IVA cultural del 21% pues significa "condenar a la cultura a mínimos históricos" y porque "quien hace de menos a la cultura de un país es que no entiende lo que es un país, pues la cultura es su identidad". "España se conoce más por Picasso que por Rajoy", ejemplificó deseando que los gobiernos "apoyen a la cultura al igual que fomentaron el deporte" porque la cultura "es el deporte del cerebro y del corazón".

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