Crítica de Cine

Neorrealismo habanero

Conducta

Drama, Cuba-España, 2014, 106 min. Dirección y guión: Ernesto Daranas. Fotografía: Alejandro Pérez. Intérpretes: Armando Valdés Freyre, Alina Rodríguez, Silvia Águila, Yuliet Cruz, Amaly Junco, Armando Miguel Gómez.

La Habana vieja popular y ruinosa, sus edificios y azoteas, el bullicio de sus calles y las olas golpeando el Malecón son ya espacios e imágenes ineludibles de ese contado cine cubano que, coproducciones mediante, consigue salir de la isla caribeña para dejarse ver en las pantallas internacionales.

Conducta, el segundo largo de Ernesto Daranas (Los dioses rotos), viene a sumarse a la tradición de ese neorrealismo a la cubana que, con un ojo en las estructuras y modos del melodrama, y otro en las formas naturalistas de raíz documental (especialmente visibles en el trabajo interpretativo de los niños), intenta dar cuenta de la compleja realidad social de una ciudad y un país que parecieran estancados y suspendidos en un eterno tiempo de espera y desencanto.

Los protagonistas son aquí Chala, un niño conflictivo de madre drogadicta, y Carmela, su veterana y ejemplar maestra. Entre ambos se resuelve y concilia este relato que insiste tal vez demasiado en su voluntad de denuncia a través de viejas dialécticas dramáticas que, no por menos cercanas a una realidad precaria y sin libertades, dejan de ser estrategias algo elementales, incidiendo siempre en lo sentimental, para que el mensaje cale hondo tanto dentro como fuera de Cuba. Película de buenos sentimientos y mejores propósitos a pesar de la adversidad, Conducta cree en la redención de sus personajes-modelo y en el cine como herramienta moral, crítica y de cambio. Habrá quien a esto lo llame valentía, y habrá también quien lo considere algo ingenuo.

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