Cultura

Campo gris y héroe al fondo

"Qué pena que no lo hayas conocido en persona -dicen desde la editorial-, porque es increíble". Y debe serlo. David Mark (Carlisle, 1977) trabajó como redactor de sucesos y tribunales para The Yorkshire Post durante quince años. Una experiencia que ha debido de influir, y no poco, en la elaboración de El oscuro invierno (Siruela): la primera de una serie de novelas de misterio protagonizadas por el sargento Aector McAvoy. La trama se sitúa en Hull, ciudad portuaria del norte de Inglaterra que Mark conoció como periodista, en sus matices y sombras. Se describe diciendo que a los once años ya se había leído toda Agatha Christie. Y que tocaba el clarinete en el instituto. "Por suerte -añade- también boxeaba".

-Ha trabajado como periodista de sucesos durante siete años. ¿Cuántas veces ha dicho, "Dios, tengo que escribir esta historia. Tengo que escribirla bien"?

-(Risas) Bueno, la verdad es que, a lo largo de mi vida, me he pasado un montón de tiempo escribiendo por puro placer. Escribir es algo que siempre me ha gustado: de hecho, nunca he sido capaz de afrontar una historia que no me gustara, incluso trabajando como periodista. Pero tenía esta obsesión malsana de querer ver un libro mío en las estanterías... algo que terminé consiguiendo. Una vez logré escribirlo, y que un agente lo encontrara interesante, todo se ha ido desarrollando muy rápidamente.... Aunque, sin duda, en toda esta historia, ha ayudado el ser un completo obseso.

-'El oscuro invierno' es su primera novela publicada pero, desde luego, no la primera que escribe. Sus primeras obras eran, de hecho -según afirmaban los propios editores- "demasiado oscuras". ¿Cómo hizo frente a esto?

-Fue horrible, porque no tenía ni idea: no sabía cómo hacerlo, no sabía cómo aligerar el tono. Hasta que di con el protagonista, con Aector McAvoy: él es, realmente, la luz en mitad de toda la oscuridad. Es un tipo noble y respetable, y brilla bastante en la atmósfera oscura del libro. Pero, aunque fue difícil de aceptar, es cierto que todos los personajes que había hecho hasta ese momento eran bastante horribles.

-Confiesa que la historia vino a encajar una tarde en la que estaba con el notepad por un lado, y una botella de Jameson, por otro. Es verdad que es buen whiskey..

-Digamos que me gusta beber. Me encanta ese momento en el que estás relajado y tranquilo y eres capaz de dejar que tu mente fluya... Suena ridículo pero es cierto (ríe): con un vaso en la mano, hay veces que uno siente que podría hacer cualquiera cosa.

-¿Fue la historia de McAvoy planeada como una serie desde el principio?

-Sí, siempre fue así... nunca pensé en matar a mis protagonistas o en cerrar por completo la historia. La trama de este primer libro, por ejemplo, te va presentando rincones muy interesantes... Tal vez en un par de años podría experimentar con otros libros, por cambiar el registro, pero creo que estaré tentando el universo de McAvoy bastante tiempo...

-La novela gira en torno a varios crímenes sin resolver. El primero de ellos, recupera un suceso de varios arrastreros hundidos durante el invierno de 1968, una serie de incidentes que conformaron el llamado 'invierno negro', y la historia real también tuvo a un único superviviente. De hecho, cita el libro Deep in the Doom como referencia.

-Casi todo lo que escribo presenta algún tipo de conexión con la realidad, sobre todo, hablando de un sitio como Hull: es imposible vivir en una zona como esta, tan llena de historias, y no hacerlo así. Creo que está bien utilizar como inspiración los hechos que forman parte de la cultura local.

-Uno de los personajes que presenta en El oscuro invierno, Russ Chandler, es un periodista retirado que es bien consciente, por un lado, de ser un auténtico fracaso. Pero también es consciente de que tiene dos dones: uno, el saber escribir. El otro, el saber hacer hablar. Y, por lo que se ve en el libro, creo que escuchar a la gente es algo que también le encanta.

-Por supuesto. La gente es fascinante. Descubrir cómo ven el mundo, por qué lo ven así. No conozco a nadie a quien no le guste contar una historia, y de hecho creo que esa es una característica indispensable del ser humano. Y si soy yo quien se encarga de escribirla, quiero hacerlo bien, ser capaz de que alguien apague la tele y se sumerja en ella. Y creo que es más fácil escribir si tienes eso en la mente: que vas a transmitir la historia de alguien, o una historia que va a transformarse en parte de la historia de alguien.

-Me gusta especialmente la manera en la que describe la ciudad que sirve como escenario a la novela, Hull. Yo también vivo en una ciudad portuaria y empobrecida, y creo que capta muy bien el espíritu.

- Oh, ¿dónde vives?

-En Cádiz, una ciudad cerca de Sevilla. Tenemos muchas cosas en común: industria depauperada, altísimo desempleo, encantador marco histórico...

-Mmmm... sí. Hull es una ciudad portuaria a la que, si llegas, tienes que acudir expresamente. No pasas por allí para ir a ningún otro lugar... Tras la caída de la industria pesquera, ha habido varios intentos de tratar de reanimar el tejido de la ciudad, pero no han llegado a desarrollar una actividad que, realmente, sea capaz de reciclar a la población local... En fin, yo tampoco sé cuál es la solución. Es un círculo vicioso, porque la gente se desanima, no hay una buena formación...

-Se produce un vacío...

-Exacto. De alguna forma, en mis historias, también quiero transmitir todo esto...

-¿Qué diría que diferencia a las novelas de misterio que escribe de David Mark de las que escriben todos los demás?

-Yo diría que la autenticidad. Intento escribir y reflejar la verdadera naturaleza del crimen, y para eso me ha servido mucho la experiencia como periodista. Cuando ocurre una tragedia, la gente se rompe, algo que no siempre se refleja en toda su dimensión en otras historias, y que afortunadamente yo puedo reflejar, porque lo he conocido de primera mano. Y creo que mi estilo también tiene cierta poesía: el género negro suele pecar de una manera de escribir demasiado directa, demasiado simple. Cierto que a cualquiera le gustan un buen diálogo y una trama bien presentada, fundamentales en el género, pero también hay que considerar lo que la escritura tiene de elaboración, e intentar juntar las palabras de una manera que resulte evocadora.

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