Muere a los 96 años Pasionaria León Díaz, la jimenata que sobrevivió a la 'Desbandá'
Tenía apenas 8 años cuando escapó con su familia de La Línea y luego, por la carretera de la muerte de Málaga a Almería
Descubiertos los restos de cuatro represaliados del franquismo en una fosa común de San Roque
La jimenata Pasionaria León Díaz, la hija de Milagros, la que tuvo una tiendecita en el Paseo dedicado a piñonates y a chucherías, tenía 8 años cuando escapó desde La Línea de la Concepción en plena feria cuando empezaron los tiros. Junto a su madre embarazada y sus hermanos emprendió la huía entre Málaga y Almería en febrero de 1937. Fue una de las entre 200.000 y 300.000 personas que se vieron obligadas a marcharse a través de la carretera de la muerte (N-340), bajo el constante asedio de las tropas sublevadas. Superviviente de aquel episodio histórico conocido como la Desbandá, o la Huía, en definitiva de aquella masacre que dejó un número indeterminado de civiles asesinados, falleció este miércoles a los 96 años en San Pedro Alcántara, donde residía desde hace casi cuatro décadas.
Madre de diez hijos, Pasionaria era historia viva de España. Nació en Jimena de la Frontera, hija de Sebastián León Rubiales, dirigente local de la CNT durante la Segunda República, y de Milagros Díaz Sánchez, mujer librepensadora que rompió con su familia de clase media-alta por amor a un obrero anarquista. Desde pequeña vivió en un hogar comprometido con la libertad, la justicia social y la igualdad.
El 18 de julio de 1936, día del golpe de Estado, Pasionaria tenía solo siete años. Estaba en la feria de La Línea de la Concepción cuando llegaron las tropas franquistas, incluyendo fuerzas coloniales a las que ella se refería como "los moros". Los niños creyeron al principio que era una cabalgata… hasta que comenzaron los disparos. Recordaba ver caer cuerpos de niños rodeados de sangre. Ella y su familia lograron escapar y se refugiaron en el campo. Al día siguiente, a pie, recorrieron 30 kilómetros hasta Jimena. Tres meses más tarde, el terror volvió: la ocupación de Jimena. Entonces empezó un éxodo desgarrador, siempre a pie, con su madre embarazada, su padre Sebastián y su hermano Servet.
De Jimena escaparon hacia Estepona, y luego Fuengirola, donde nació su hermano Liberto. Al caer Málaga, tuvieron que seguir huyendo por la terrible carretera hacia Almería, en lo que hoy se conoce como La Desbandá, sobreviviendo durante ocho días entre bombardeos, sin más comida que caña de azúcar. Desde allí continuaron hacia Alicante, Gerona, y el pueblo valenciano de Serra, donde en enero de 1939 nació su hermano Fermín, en homenaje al tío fallecido en el frente de Teruel.
Con el avance franquista, la familia cruzó a Francia, donde el padre fue internado en el campo de concentración de Saint Cyprien. El resto de la familia acabó en Toulouse. La alegría de la liberación no duró mucho tiempo. Con la llegada de los nazis, la gendarmería francesa los expulsó. Regresaron a España, pero sin el padre, que se quedó en Francia, desolado, sin volver a ver jamás a su familia. Allí murió, "de puro dolor", como decía Pasionaria.
Al volver a Jimena, lo primero que les esperaba era la humillación. Un cura la obligó a registrarse como Isabel tras la guerra, pero no logró impedir que viviera una vida marcada por la memoria y la resistencia. Sus hermanos, Liberto y Servet, también fueron forzados a cambiar sus nombres, símbolos de una generación silenciada.
Muerte
Su muerte se produce apenas seis días después de que el Ayuntamiento de Marbella, con la mayoría absoluta del Partido Popular, vetara un homenaje propuesto por el PSOE para reconocerla como símbolo de todas las personas que sufrieron la persecución franquista.
El velatorio tuvo lugar en la sala 2 del tanatorio de San Pedro Alcántara, donde amigos, familiares y vecinos se despidieron de quien fue testigo directo del horror vivido en febrero de 1937, cuando miles de personas huyeron por la carretera de Málaga a Almería bajo el fuego de la aviación y la marina franquista.
Años después, logró rehacer su vida y convertirse en empresaria de éxito en Canarias, antes de establecerse definitivamente en San Pedro Alcántara en 1986.
En las últimas décadas, su historia fue rescatada y contada por el escritor Ignacio Trillo y, más recientemente, por la periodista Nieves Concostrina, lo que la convirtió en una figura reconocida en los círculos de la memoria histórica.
El pasado 14 de abril, el PSOE propuso que se pusiera su nombre a un espacio público del municipio en recuerdo a las víctimas de La Desbandá. La moción fue debatida en el pleno del 25 de abril, pero la alcaldesa Ángeles Muñoz decidió vetarla.
No hay comentarios