Gibraltar

Gibraltar da su último adiós a monseñor Charles Caruana

  • Unas 1.500 personas asisten a su funeral, oficiado por su sucesor, el obispo Ralph Heskett, en la plaza John Mackintosh. Es enterrado en la cripta de la catedral

Gibraltar despidió ayer con todos los honores a monseñor Charles Caruana, tristemente fallecido la semana pasada a los 77 años tras permanecer varios días ingresado en el hospital de San Bernardo a causa de una caída.

A las cuatro y veinte en punto de la tarde, el féretro con los restos mortales del hasta hace unos meses obispo del Peñón salió de la catedral de Santa María la Coronada portado por agentes de la Policía Real. Un silencio sepulcral inundó entonces la calle Real, a la que habían acudido cientos de personas para dar su último adiós a monseñor Caruana. Todos los comercios cerraron sus puertas.

El sonido de las gaitas rompió ese silencio y la comitiva inició su recorrido hasta la plaza John Mackintosh donde iba a celebrarse el funeral por el alma del obispo emérito, un hombre muy querido y respetado en el Peñón y que durante su etapa al frente de la Diócesis gibraltareña apostó siempre por el entendimiento entre las religiones y las comunidades.

La comitiva llegó a la plaza minutos después, cuando el féretro ya era portado por soldados del Real Regimiento. Justo detrás, el sucesor de Caruana, el obispo Ralph Heskett, acompañado por un nutrido grupo de sacerdotes, entre ellos españoles, y el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza. En John Mackintosh, especialmente habilitada para la misa, esperaban las autoridades, entre ellas el ministro principal, Peter Caruana, y ciudadanos.

Tras la primera intervención del coro, ubicado en el gran balcón del Ayuntamiento, inició la ceremonia el obispo Heskett, quien agradeció en español la asistencia de representantes eclesiásticos del otro lado de la Verja. Además, dedicó bonitas palabras a su antecesor, del que destacó su trabajo y su cercanía a la gente.

Una vez concluido el emotivo y largo funeral, el féretro fue trasladado a la catedral de Santa María la Coronada, en cuya cripta fueron depositados los restos de Charles Caruana y donde yacen también sus antecesores.

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