Feria de Los Barrios

Una buena novillada de Miguelín, desaprovechada por la terna

  • Los diestros Hugo Iglesias y Román Pérez pasean un trofeo. Luis Miguel Casares se va de vacío. El cuarto novillo de la tarde es premiado con la vuelta al ruedo

El pronóstico se cumplió. La novillada con picadores de Miguelín tuvo todos los ingredientes para que la terna hubiera abierto con el mayoral de la ganadería la puerta grande de La Montera. Una gran tarde de toros, con faenas rotundas, unas con más gusto, otras rebosantes de oficio y firmeza. Pero al final el sueño de una tarde de triunfo se diluía y los novillos de Miguelín se imponían seis a dos como si de un set del tenista Rafael Nadal se tratara. Cuando lo lógico era al menos un empate a seis. ¿Y que pasó? Pues que hubo novillos que pidieron el carné de quiero ser torero y aprovecho la buena embestida del novillos para cortales las orejas. Vaya título del carné. Largo pero con un enunciado conciso y transparente como el traje de luces de los novilleros de ayer.

El francés Román Pérez dejó pasar una oportunidad ante su lote. Su primero fue un novillo con clase al que no aprovechó por el pitón derecho. Después de muchas series y muchos pases, perdí la cuenta, el de Miguelín todavía seguía embistiendo. Y venga pases. Perdí la cuenta porque la máquina de contar pases se me quedó sin pilas. Y otro más. Vaya suplicio. Y por fín lo mató. La plaza ovacionó al novillo. Y por la inercia al novillero también. Que buena es la gente de Los Barrios.

Pero la suerte le dio otra oportunidad a Román Pérez con un novillo más cuajado, que manseó en el caballo, pero que llegó a la muleta con transmisión y con la virtud de que humillaba. El francés lo entendió a medias en una faena sin planteamiento y con muchos pases. Y venga a pelearse con el novillo. Aún así le cortó una oreja y le pidieron la segunda. Tampoco fue faena de dos orejas.

El tercero fue el mejor novillo de la tarde. Fue bravo, con acometividad. Le pegaron mucho en el caballo y aún así llegó a la muleta derrochando bravura. Hugo Iglesias lo aprovechó a medias. No era fácil porque el de Miguelín exigía un rodaje y el novillero era su primera de la temporada. Estuvo bien pero podía haber reventado la tarde. La faena tomó vuelo al final cuando Iglesias se encontró más a gusto y templó en las series del final. Tuvo momentos de gusto al natural y con bonitos remates de toreo bueno. Paseó una oreja y el novillo fue premiado con la vuelta al ruedo.

El sexto fue un novillo con raza y al que había que poderle. No era fácil e Iglesias lo intentó. Faltó creérselo. El trasteo no tomó vuelo. Y la oreja que le pudo abrir la puerta grande se difuminó. Habrá que esperar a este torero. Todavía hay esperanzas.

Luis Miguel Casares demostró ganas ante su primero, un novillo enrazado y con el que había que estar muy firme y tirar la moneda. Casares estuvo queriendo pero las cosas no salieron. Los pases en redondo del final en un palmo de terreno evidenciaron que el novillero era agradecido cuando las cosas se les hacía bien. El cuarto fue el más deslucido del encierro. Casares estuvo con ganas pero con poca decisión. Había que enfadarse con un novillo que se quedaba corto al segundo muletazo. Y Casares se enfadó a medias.

¿Y que pensaría el maestro Miguelín de todo esto? La verdad es que la respuesta es complicada.

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