Elecciones

El 'déjà vu' de la Huelva de izquierdas

  • La política provincial lleva dos décadas retroalimentándose de los mismos argumentos, en un ciclo de promesas estancadas

En el retrovisor vemos cómo el ciclo de la política es un juego de espejos, siempre nutriéndose de los mismos argumentos, en esta historia provincial que se escribe en tempo lento. Huelva, jalonada por las acusaciones de agravio territorial según gobiernen populares o socialistas. Vamos, pues, a junio de 1993: Corrupción, crisis y paro marcaban una campaña electoral tras la que Aznar no logró tumbar el felipismo. Huelva andaba de romería rociera -hubo polémica por el reparto de folletos electorales en la aldea-, mientras esperaba la visita del Papa Juan Pablo II, el proyecto urbanístico de Isla Canela salía de los tribunales y los partidos políticos presentaban sus propuestas provinciales, partiendo de que, entre otros objetivos, había que abordar alternativas para la industria y generar empleo. El número uno al Congreso por el PP, Emiliano Sanz Escalera, pregonaba en los mítines que "el PSOE ha querido sustituir la minería onubense por los cítricos en el Andévalo, o la desaparición de la flota de bajura, o la agonía de la industria química de nuestro Polo. […] Huelva se muere todos los días un poco".

En entrevistas cruzadas que publicó este periódico, Emiliano Sanz y Carlos Navarrete abordaban el tema de la Huelva "de izquierdas". El candidato del PP apostilló que "en las dos elecciones primeras de la democracia protagonizadas por UCD, el pueblo dio la mayoría absoluta a un partido de centro derecha, más tarde se ha instalado en el voto del poder, y, ahora, desilusionada, votará al Partido Popular". No se cumplió el vaticinio. De hecho, a nivel provincial no se ha cumplido en las cuatro elecciones generales que se han celebrado después de aquella entrevista. Los sondeos para la convocatoria del domingo dejan en Huelva el final abierto, con el quinto diputado bailando entre las aguas del PSOE y el PP.

En aquella ocasión, hace 18 años, Navarrete contestaba en su entrevista que, aunque el PP avanzara en los escaños, mientras la mayor cuota de voto fuera para los socialistas, Huelva seguiría siendo de izquierdas. "El PP -esgrimía- desconoce los problemas de la provincia y la forma de solucionarlos y, por tanto, va a tener un sonoro fracaso".

Cuatro años después, cuando los populares, con la irrupción de Perico Rodri, habían logrado conquistar la capital, veíamos a Chaves en un mitin de cierre de campaña llamando a esos "onubenses de izquierda" para que no se rezagaran, vendiendo los logros del Estado del Bienestar y alertando de que el PP iba a privatizar la sanidad. Un déjà vu en toda regla.

En aquella campaña de 1996, los socialistas se habían reunido con Astilleros, los mineros de la Zarza, agricultores, sindicatos, Freshuelva, la Mesa Provincial del Agua…

El PP cerró aquella campaña con un mitin de Aznar en el polideportivo Andrés Estrada, y Matías Conde de telonero diciendo que "Huelva está cansada de ser la Cenicienta de España y Andalucía". Nos suena la frase, repetida hasta la saciedad en la sede de El Punto.

Aznar venció en aquel turbulento 1996, pero el 51,7% de los onubenses siguieron fieles al partido del puño y la rosa. Incluso en el año 2000, cuando más cayó el apoyo de Huelva al PSOE, la "marea roja" que ahora conjura Javier Barrero se mantuvo. Los socialistas se agarran a este sentimiento de izquierdas como a un clavo ardiendo, mientras el PP, como dijo en un mitin el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, apunta que en estas arenas movedizas de la crisis las elecciones generales "no son cuestión de ideología sino de pragmatismo. Hay que votar con egoísmo -dijo- pensando en nuestros hijos y en nuestros nietos".

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