Juan de Dios del Pino: "Andalucía ya no necesita la entrada de aire africano para llegar a 42 grados"
Delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Andalucía

La voz del clima en Andalucía. Con más de tres décadas de experiencia en la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Juan de Dios del Pino es una de las voces más autorizadas en el ámbito de la predicción y análisis del clima en el sur peninsular. Actualmente delegado territorial de Aemet en Andalucía, Del Pino ha sido testigo directo de cómo las temperaturas extremas han dejado de ser fenómenos excepcionales para convertirse en una realidad recurrente. En esta entrevista aborda las claves que definen una ola de calor, los cambios registrados en los últimos años y los retos que enfrenta la meteorología ante un clima cada vez más hostil.
Pregunta.¿Qué características meteorológicas definen una ola de calor?
Respuesta. Una ola de calor se define por tres factores principales. El primero, lógicamente, es la temperatura: deben superarse ciertos umbrales máximos, que varían según la zona. En gran parte del sur peninsular ese umbral es de 40 grados, en áreas litorales baja a 39 y en zonas de montaña, como los Pirineos o la Cordillera Cantábrica, se establece en 37. El segundo requisito es la extensión geográfica: estas temperaturas deben registrarse en al menos un 10% del territorio peninsular, o un 20% en el caso de Canarias. Por último, se requiere una duración mínima de tres días consecutivos con estos registros, sin interrupciones relevantes.
P.¿Qué provincias andaluzas suelen registrar los picos más altos en este tipo de fenómenos y por qué?
R.Las temperaturas más extremas suelen concentrarse en las provincias del Valle del Guadalquivir, especialmente en Córdoba, Sevilla y Jaén. En particular, la franja entre Montoro y Andújar es la más cálida de toda Andalucía. Esto se debe a su orografía y al hecho de que el viento de suroeste, que actúa como un moderador térmico en otras zonas, no llega con fuerza suficiente a esa área, lo que impide que las temperaturas desciendan durante la tarde.
P.¿Qué tipo de avisos o alertas se emiten desde la Aemet y qué umbrales deben preocuparnos?
R. Desde Aemet emitimos avisos por altas temperaturas con tres niveles: amarillo, naranja y rojo. En la mayor parte de Andalucía, el aviso amarillo se activa a partir de los 38 grados, el naranja a partir de 40 y el rojo a partir de 44. En zonas costeras, esos valores se reducen ligeramente. Aunque Aemet se centra en la predicción meteorológica, estos avisos sirven también como herramienta de prevención para otros sectores, como el sanitario o el de emergencias por incendios forestales.
P.¿Se puede hablar de un cambio de patrón climático sostenido en la región?
R.Sin ninguna duda. Los registros meteorológicos lo confirman: las temperaturas mínimas y máximas están subiendo y las precipitaciones disminuyen, especialmente en ciertas zonas. Incluso sin irnos tan atrás como la era preindustrial, el clima actual en Andalucía no se parece al de hace 50 ó 60 años. Antes, para alcanzar los 42 grados en ciudades como Sevilla era necesaria la entrada de una masa de aire africano. Hoy en día, esa temperatura se supera incluso sin ese aporte sahariano, lo que evidencia un calentamiento estructural y sostenido. También estamos viendo fenómenos muy diferentes, como la borrasca Bernard, con características casi tropicales, vientos sostenidos y gran adversidad. Todo esto confirma que el patrón climático ha cambiado de forma clara y medible.
P.¿Qué zonas de Andalucía están experimentando una tropicalización más clara del clima?
R.No tenemos datos específicos de zonas con una tropicalización más marcada, pero lo que sí se observa es que la aridez se está extendiendo. Las condiciones que antes eran propias de zonas como Almería se están reproduciendo ahora en otras partes del interior andaluz, con más calor y menos lluvia.
P.¿Qué desafíos enfrenta la Aemet en Andalucía ante un clima cambiante? ¿Se están reforzando sistemas de medición o predicción?
R.El principal reto es mejorar la precisión en nuestras predicciones, especialmente en fenómenos intensos como tormentas o fuertes vientos. La meteorología ha avanzado mucho en los últimos años gracias al desarrollo tecnológico, pero seguimos invirtiendo en ampliar y mejorar nuestras redes de medición, sistemas de alerta y modelos de predicción para adaptarnos a un entorno más extremo e impredecible.
P.¿La educación climática debería entrar ya en las aulas?
R. Aunque Aemet no tiene competencia directa en este ámbito, sí creemos que la educación climática debe formar parte de la formación de las nuevas generaciones, no solo para que entiendan los fenómenos que vivimos, sino también para que puedan actuar con responsabilidad y conocimiento ante ellos.
P.¿Cómo se puede preparar a las nuevas generaciones para convivir con este tipo de fenómenos?
R. El camino pasa por adaptarse y mitigar. Adaptarse para convivir mejor con los efectos del cambio climático, como las olas de calor, y mitigar para que estos fenómenos no se agraven aún más. Concienciación, conocimiento y compromiso son claves para afrontar los desafíos climáticos del futuro.
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