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El Clásico, para el que más lo quiso (1-0)

  • La Balona hace de la necesidad virtud y derrota con toda justicia a un Algeciras sedado por su última proeza. Los visitantes controlan en defensa la primera mitad y Juampe conduce la reacción local tras el descanso.

La primera edición del Clásico en 2016 fue para el que más lo necesitaba, que también fue para el que más lo buscó. La Balompédica se quedó de manera merecida con tres puntos que le alivian de caer al precipicio y al Algeciras -que igual pagó la resaca de su última hazaña, porque siempre lo es vencer al Cádiz- sólo reaccionó muy al final. Claro que las balas no salen siempre del tambor en el último coletazo. Por encima de las siempre discutibles consideraciones deportivas, lo que no admite debate es que las aficiones de uno y otro bando volvieron a convivir de forma pacífica. Que no debería ser noticia, pero que, lamentablemente, en el fútbol de hoy es algo que no debe pasar por alto.

El Algeciras se llevó el partido a su terreno durante toda la primera mitad. La labor sorda de Marrufo sobre Juampe y el trabajo abnegado de Javi Medina para taponar la salida del balón de Ximo Forner dieron réditos y Manzano -relevo ocasional de Benítez- sobrevivía cómodo mientras las acometidas fueran frontales.

La Balompédica, agarrotada por su acuciante necesidad de ganar, sorprendió renunciando a su sistema y ubicando juntos a Ismael Chico y Ximo Forner. Sin embargo no tenía frescura, no le encontraba la vía de agua al enemigo, bien plantado. Muy sereno.

El fútbol se quedó encallado y fue una de esas primeras partes con las que se amenaza a los estudiantes si acumulan muchos suspensos. No había continuidad, ni más tensión que la justa... o un poco menos. Vaya que no parecía un Clásico porque hasta el público seguía el partido en silencio, expectante, pero muy poco implicado.

Y en esas el equipo de La Menacha, respaldado por su último marcador y su mejor ubicación en la tabla, se sentía ganador y arriesgaba entre poco y nada.

Veintiséis minutos hubo que esperar para anotar el primer disparo a puerta. Fue de José Ramón y se estrelló en la zaga. En el 40' Joe cabeceó muy flojito una falta sacada por Ximo Forner y Josemi atenazó sin más problemas que la incomodidad que supone lanzarse al suelo en busca del esférico.

Así que ocasión, lo que se entiende por ocasión, sólo hubo una antes del intermedio. En el 47' José Ramón permitió que Juampe le ganase la espalda a la zaga, pero Josemi leyó pronto la jugada y achicó espacios lo suficiente para que el disparo del tarifeño se estrellase en sus piernas.

Tras el descanso el panorama cambió y fue cuando Manolo Ruiz le ganó la partida a Mere. Juampe tomó el mando de las operaciones desde esa zona entre líneas en la que se siente tan cómodo. La Balona utilizó más las bandas, subió varios puntos su ritmo, trianguló y fue entonces cuando la retaguardia algecirista empezó a sufrir.

No habían pasado cuatro minutos cuando los de La Línea tuvieron la primera. José Ramón apareció de la nada y después de una pared golpeó raso y abajo, pero Josemi sacó una manopla inverosímil.

A renglón seguido el incansable Espinar, con todo a favor, cruzó en exceso. Tanto que el esférico en vez de irse por la línea de fondo, le llegó a José Ramón que, sorprendido, no fue capaz de rematar.

El Algeciras no intentaba siquiera de salir con el balón y sólo Javi Medina daba la sensación de poder voltear la situación.

Hasta que llegó el 62. Un córner botado por Juampe, una pila de bloqueos de esos que se trabajan durante la semana cuando los aficionados creen que sus hombres se dedican a la holganza y José Ramón que golpeó de manera intachable. Sin dar una sola opción a Josemi.

Fue entonces, en desventaja, cuando el Algeciras dejó de dar señales de vida. No reaccionó el banquillo y tampoco los que estaban en el césped y en uno de los cambios el capitán, Iván no hizo nada por ocultar su malestar con la decisión del míster. Dio más la sensación de que el Algeciras se quedaba noqueado que, lo que hubiese parecido más lógico, herido en su amor propio.

El balón seguía siendo para los de blanco y negro. Lo intentó Manu Palancar (alto por poco) y de nuevo Espinar (replicó Josemi).

Por entonces Manolo Ruiz dio la alternativa, con el beneplácito del público, a Stoichkov, que ha caído de pie en el Municipal. El sanroqueño sólo precisó cinco minutos para hacer su primera filigrana, pero la madera le privó de la gloria.

En los últimos segundos el miedo cambió de bando. Los albirrojos se desabrocharon en la búsqueda de un nuevo golpe de fortuna en el añadido y a la Balona, que durante toda la tarde había hecho una virtud de sus infinitas necesidades, le tembló la clasificación. Alvar Herrero la tuvo y a la contra, Stoichkov volvió a hacer manitas con el gol.

En el último suspiro Víctor González emuló a Alexanko y a punto estuvo de hacer saltar la banca. Pero en su disparo se interpuso algún defensa balono que se fue al suelo y el alma de todos los linenses que estaban en la grada.

El pitido final supone un salvoconducto de gran valor para una Balona cuyo entorno había empezado a desconfiar en ella y, sin ser un duro golpe, un aviso para el Algeciras de que la parte importante de su obra aún está por finalizar.

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