Real Balompédica Linense | CD El Ejido | La crónica

La Balona se pone el fútbol por montera

  • La Balompédica desarbola a El Ejido, al que el meta Aulestia libra en el tramo final de una goleada

  • Gato, en el primer tiempo, Pirulo y un estelar Juampe marcan para los de casa

La Balona desempata por fin. Y desempata para bien. No solo para ganar –que la mayoría de las veces es lo único que cuenta– sino para hacerlo dejando la sensación de que se conoce al dedillo su guión, de que sabe cuándo puede saltárselo y de que a poco que le acompañe la suerte/acierto en momentos puntuales, le da para postularse para cualquier sueño. Los albinegros aturrullaron a un El Ejido diezmado por las bajas que si no se llevó una goleada de esas para el recuerdo fue porque cuenta con un portero, Aulestia, por el que habla su currículum. Gato rompió su maldición con el gol, Pirulo hizo el dos-cero después del descanso y Juampe –que ofreció una cátedra– puso la sentencia.

La Balompédica ya respira. Después de sumar dos empates que por la entidad del enemigo se dan por bueno pero que dejan tras de si un reguero de preguntas, necesitaba un triunfo que ofrecer a los suyos en bandeja de plata. El equipo de Jordi Roger hizo mucho más que ganar. Ofreció casi una hora de muy buen fútbol. De balompié preñado de una voracidad infinita. De intimidar a un El Ejido que llevaba dos meses sin perder fuera y que llegó un momento en el que no sabía cómo meterle mano al partido. Vaya, que si hubiese existido la posibilidad hubiese lanzado la toalla, porque estaba literalmente KO.

La primera media hora fue de estudio mutuo. De ese partido táctico en el que la Balona se siente como pez en el agua. De mucho tránsito por el centro del campo y poco por las áreas. El equipo del Poniente almeriense lo intentaba algo por las bandas, pero eso, lo intentaba. Suya fue la única ocasión de ese primer tramo. El inquieto Pino le ganó la espalda a la zaga y su disparo, mordido, provocó un suspiro de alivio en la grada cuando se fue a una cuarta del marco, porque parecía que se colaba.

En el 33’, córner a favor de los visitantes. Suben sus centrales. Gastón defiende perfecto y monta una contra que a velocidad de relámpago acaba con Pirulo situando a Gato delante de la puerta. Por un segundo los fantasmas de sus últimos errores ante el marco se quedaron prendidos del aire.Solo el tiempo que necesitó el siete para estampar el esférico en las mallas. Su voltereta estaba más que justificada.

El gol cambió el partido. La Balona se adueño de todos los valores del juego, incluido el balón, al que hasta entonces tampoco es que le hubiese hecho mucho caso. A renglón seguido la tuvo Juampe, como primer aviso de lo que estaba por venir.

La segunda mitad fue un monólogo absoluto de una Balompédica que se vino arriba mientras El Ejido desapareció del terreno de juego.

Juampe tomó el mando de las operaciones. El tarifeño parecía estar en todas partes. Sería fácil escribir que recordaba al mejor Juampe, pero es que eso no es cierto. Este Juampe que ya acumula innumerables muescas en la culata conoce mejor las triquiñuelas del juego y es, por ley natural, menos explosivo. Este Juampe recuerda a este Juampe. Que ya es mucho. Muchísimo. Y esta vez más que nunca.

En el 53’ fue el tarifeño el que desdobló para Pierre, que sin alardes sigue cuajando partidos intachables. El francés se zafó de un defensa y mandó al corazón del área. Pirulo se alió en alguna torpeza rival y descerrajó un disparo que no tenía respuesta posible ni la encontró. Era el 2-0.

A partir de ahí ya fue un aluvión. Gastón siguió siendo la pesadilla de los marcadores del rival. Al argentino no le adornarán determinadas virtudes, pero qué difícil resulta siempre hacerle un reproche a su conducta, de la que tanto se benefician los que visten sus mismos colores. Más que merecida la ovación que se llevó al ser relevado. Y es que el público de La Línea entiende muy bien lo que sucede en el verde.

La Balona se desabrochó, profanó por un rato las normas de su juego engrilletado y se fue a por el rival, al que acorraló. No le dejaba ni pensar cuando sus defensas tenían el balón. La única incursión en ataque de El Ejido en toda la segunda parte fue una pérdida de Sana que provocó un disparo cruzado de Carralero en el 74’.

Fue por entonces cuando apareció Ismael Chico para robar fruto de esa presión en la salida del balón. El capirán mandó a la espalda de la zaga. Allí esperaba Juampe, que marcó con la sencillez de la que solo disfrutan los jugadores que, como él, son... sencillamente diferentes. Era una cuestión de justicia divina.

La Balona no fue capaz de volver a abrocharse. Había roto sus límites y quería más. En el 81’ Aulestia hizo dos auténticos paradones de reflejos en sendos disparos a quemarropa de Joe y Ahmed. Y en el 89’ apareció otra vez el portero ondarrutarra para cruzarse en el camino de Kike Gómez, a quien en un mano a mano le pudo la ansiedad de quien siente que necesita un gol para reivindicarse. Lanzó contra el muñeco cuando lo tenía todo a favor.

La Balona, que fue incluso capaz de vulnerar por unos minutos a su legítima doctrina futbolística, suma una de esas victorias que se antojan puntos de inflexión. Siete jornadas sin perder, cuatro sin encajar e invicta en casa. Si además es capaz de empezar a atinar con el marco... quién sabe.

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