Crítica 'Los siete magníficos'

Siete siguen siendo, pero magníficos...

los siete magníficos. Western, Acción, USA, 2016. 132 min. Dirección: Antoine Fuqua. Guion: Richard Wenk, Nic Pizzolatto (Historia: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto, Hideo Oguni). Intérpretes: Denzel Washington, Chris Pratt, Ethan Hawke, Vincent D'Onofrio, Byung-hun Lee, Manuel García-Rulfo, Martin Sensmeier, Haley Bennett, Peter Sarsgaard.

Las comparaciones son tan odiosas como necesarias en el caso de los remake. No es cuestión de nostalgia, de cerrazón ante nuevas propuestas o de mitificación de películas del pasado. John Sturges, además de Los siete magníficos, dirigió Fort Bravo, Conspiración de silencio, Duelo de titanes, Desafío en la ciudad muerta, El último tren de Gun Hill o La gran evasión. ¡Y pasó por un simple artesano ante los críticos pedantes! Además de convertirse en leyendas del cine popular, de ser muy entretenidas -enganchan siempre que nos las tropezamos en la tele- y estar muy bien dirigidas, sus películas se benefician del exquisito gusto que tenía para elegir a los músicos, elementos esenciales en el éxito y la perdurabilidad en la memoria de sus películas: ¿o no recuerdan al André Previn de los títulos de crédito de Conspiración de silencio, el Ok Corral de Dimitri Tiomkin cantado por Frankie Laine en Duelo de titanes, la marcha de La gran evasión o el tema principal de Los siete magníficos, ambos de Elmer Bernstein?

Frente a Sturges, Antoine Fuqua se presenta con unas paupérrimas credenciales: ocho películas mediocres, malas o muy malas y dos buenas (la sobrevalorada Training Day y El tirador).

Vale, me dirán, pero todo el mundo tiene derecho a cambiar, redimirse, reinventarse. Por supuesto. El problema es que al enfrentarse al clásico popular de Sturges -a su vez, como es sabido, una versión libre de Los siete samuráis de Kurosawa-, Fuqua ha incrementado su nómina de películas mediocres y malas.

Entre ambos extremos se balancea esta cosita que toma el título de la película de Sturges pero poco más. El esfuerzo políticamente correcto por traerla al presente -el liderazgo de los campesinos es femenino, los multirraciales magníficos parecen el juego infantil de cartas de las razas, el líder es obámicamente negro- es tópico en lo que a argumento y personajes se refiere, y vulgar en cuanto a la técnica y los recursos: un western no es una traca valenciana (y no me citen a Peckimpah, que sabía dosificar las mascletás y utilizarlas como catarsis). Mucha estrella (un poco burdo lo de repetir la pareja Washington-Hawke de Training Day) pero poca interpretación, al igual que mucho ruido de tiros y pocas nueces de emoción, tensión o auténtica espectacularidad. En cuanto a la banda sonora me callo por respeto: James Horner murió mientras trabajaba en ella, completándola y adaptándola Simon Franglen. Vista y olvidada, mientras todos recordamos la de Sturges 56 años después.

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