Historias | Crítica

Las edades del tedio

Juan Diego, en su última aparición en el cine.

Juan Diego, en su última aparición en el cine.

Tan ambicioso en su arco dramático, nada menos que con once pequeñas historias autónomas que aspiran a conformar un fresco representativo de las edades, senderos y vaivenes del amor desde la infancia a los días postreros, del romanticismo ingenuo o pasional a los experimentos, la separación, el miedo o la serena despedida, como limitado en su materia argumental y dialogada, bastante inconsistente en sus soluciones de puesta en escena, donde apenas una de sus historias plantea un pequeño reto de plano-secuencia, y muy desigual en sus registros interpretativos, el segundo largo de Paco Sepúlveda (El juego) desaprovecha además uno de esos nutridos elencos estelares donde veteranos (Emilio Gutiérrez Caba, Luisa Gavasa, Fernando Tejero, Manuel Morón, Eduardo Blanco o Juan Diego en su última aparición en el cine) y jóvenes (Civantos, Garrido, Kaittani, Baró) se entregan con evidente esfuerzo a unos personajes sin apenas entidad y profundidad ni posibilidad de alcanzarlas en el escaso tiempo que se les deja para cimentar su pasado, su presente y su dolor, porque aquí hay mucho dolor, a propósito del (des)amor y sus circunstancias. 

Historias cree estar contando cosas importantes, intensas, trascendentales y universales cuando en realidad no es capaz de levantar verdad sobre sus numerosos tópicos y clichés romántico-sentimentales sacados de una vieja y moralista radionovela por entregas, ni siquiera cuando quiere jugar a la diversidad o a la descripción de las relaciones en la ajetreada y poco comprometida vida contemporánea.