Sucesos

El robo de los aduaneros franceses

  • Una pareja denuncia que agentes de Aduanas les robaron en Francia

  • Más de 3.000 euros desaparecieron de su furgoneta tras un registro en una autovía

José Antonio Cruz y su esposa, Esperanza Nadiya Boychuk.

José Antonio Cruz y su esposa, Esperanza Nadiya Boychuk. / Miguel Ángel González

La pareja de jerezanos que conforman José Antonio Cruz y su esposa Esperanza Nadiya Boychuk vivió una de las peores experiencias de su vida mientras viajaban por Francia. Quienes debían velar por su seguridad acabaron robándoles presuntamente. Así al menos lo sostienen ambos, que presentaron la correspondiente denuncia en el país vecino. Sostienen que de forma absolutamente premeditada un grupo de agentes de Aduanas franceses les pararon sin motivo, registraron su coche y se apoderaron de 3.000 euros que portaban. José Antonio es guardia de caza y su esposa traductora de lenguas eslavas en los Juzgados.

Gendarmería de Poitiers donde se interpuso finalmente la denuncia. Gendarmería de Poitiers donde se interpuso finalmente la denuncia.

Gendarmería de Poitiers donde se interpuso finalmente la denuncia. / Cedida

Los hechos, según indica José Antonio Cruz, acaecieron el pasado 11 de marzo, a las 11,30 de la mañana, mientras circulaban por la autovía A-10 de Francia. Habían atravesado España con su furgoneta con la intención de visitar a unos familiares en Holanda y acto seguido desplazarse a Alemania para comprar una caravana por 3.300. Ese dinero iba en el interior de una funda para gafas, el lado del freno de mano del vehículo.

A la hora reseñada dos motoristas de Aduanas se pusieron tras el coche. “Nos siguieron un trecho, nos adelantaron y se fueron. Pero llegó un tercero que tras quedarse detrás unos quince minutos nos adelantó y nos hizo señales de desviarnos a una zona de descanso”. Fue justamente allí cuando todo empezó a tornarse un esperpento. “Era una zona sin cámaras. Había una furgoneta de la que empezaron a salir agentes con chalecos antibalas que empezaron a rodear el coche. Nos dijeron que saliéramos y que nos pusiéramos a unos quince metros del vehículo”.

Padecieron incluso que un gendarme se negara a aceptar la denuncia: “Usted sí irá a la cárcel”

Empezaron a registrar el vehículo “me preguntó por cuánto dinero llevaba, que si sabía que no podía llevar más de 10.000 euros encima, yo les dije que llevaba 3.000 en la riñonera y otros 3.300 en la funda de las gafas”. “Poco después empezaron las preguntas ridículas. Querían despistarme. Me colocaron de espaldas al vehículo para que no viera qué estaba sucediendo. Jamás me dijeron qué estaban buscando ni por qué motivo me habían parado. Lo revolvieron todo, desde la maletas a los colchones en los que dormíamos en la furgoneta”.

Tras distraerle el equipo de registro comenzó a replegarse. “Se fueron riéndose. No me dieron ningún papel ni documento que acreditase el registro”. “Estábamos atacados de los nervios. Todo fue muy tenso. Nos dijeron que nos podíamos marchar. Cogimos la carretera y cuando fui a repostar en una gasolinera me percato de que el dinero no está”.

Entre las primeras personas que conoció su testimonio, según José Antonio Cruz, fue un camionero español al que tras explicarle lo sucedido éste le dijo que no eran policías “sino agentes de Aduanas. No le extrañó. “Esta gente se las gasta así”, me dijo. Al parecer son los encargados de controlar los transportes de mercancías”, apunta. Es este mismo camionero quien les indica que a 17 kilómetros hay una gendarmería en la localidad francesa de Tours.

Acceso a la gendarmería. Acceso a la gendarmería.

Acceso a la gendarmería. / Cedida por el denunciante

Llegaron a la sede policial a las dos de la tarde donde expone su intención de denunciar, a lo que el gendarme que le atiende le dice que “aquí no va a poner la denuncia. Se va usted a Aduanas que allí lo arreglará todo”. Previamente el policía había conversado con el jefe de Aduanas. “Nos indicó que la sede de Aduanas está en Poitiers. Eso nos suponía retroceder unos 200 kilómetros en dirección a España. Para colmo en el GPS nos puso el camino más largo pues pudiendo llegar por autovía nos metió por todas las carreteras secundarias posibles”.

Llegaron a la sede de Aduanas a las 17,05 horas del 11 de marzo. Allí, en Aduanas, el jefe les dice que “usted no va a poner ninguna denuncia. Es más, le voy a denunciar yo y le meto en la cárcel. Yo le respondí “¿me está usted amenazando? Tenga claro que voy a llamar a mi abogado”. Y eso fue lo que hice. Me dijo que me estaba coaccionando. Fue entonces, al terminar de hablar cuando vi que mi mujer estaba llorando. Resulta que la había amenazado también con encarcelarla”.

“Incluso me preguntó dónde estaba la furgoneta. Le dije que en la calle y me dijo que la metiera porque la iba a registrar. Me sonó muy extraño pero accedí. Creo que quería devolver el dinero sin que me diera cuenta o quizás hacer algo más grave y meter cualquier otra cosa. Decidí no bajarme de la furgoneta”.

Fue entonces cuando el jerezano le pidió la dirección de la gendarmería más cercana. Se negó a dársela, si bien en un hotel de la zona pudo obtener la dirección. A las ocho de la tarde se vivió otro nuevo episodio de este rocambolesco caso. Ya en la gendarmería de Poitiers, en primera instancia, explicaron su caso a un gendarme francés de origen portugués, de nombre Rafael. “Se quedó de piedra y nos dijo que tenían que poner el caso en conocimiento de sus superiores. Su jefe se encargó de hablar con el jefe de Aduanas y éste le dijo que en el coche no había dinero. ¿Cómo lo sabía si ni siquiera estuvo presente? Lo cierto es que cuando viene el jefe de los gendarmes me dice que se va a poner denuncia contra el grupo de Aduanas y su jefe”.

Finalmente pudo poner la denuncia ayudado por el agente que hizo las veces de traductor y al que pagó 50 euros para que ejerciese tal función fuera de su horario laboral. “La denuncia lógicamente está en francés, ni me la tradujeron siquiera, pero ya en España he comprobado que dice lo que sucedió. En la declaración también aparecen frases del jefe de Aduanas que, acto seguido, dice que, tras asegurar en principio que no había dinero, que sí había dos billetes de 50 euros dentro del coche, lo cual sigue siendo falso”.

El caso es que la denuncia está cursada y que ha pedido ayuda al Colegio de Abogados de Jerez para que un letrado francés le defienda en el proceso que se abrirá contra este grupo de presuntos agentes de Aduana corruptos. “En Francia llegaron a decirnos que se han dado casos hasta de coches que han desaparecido de transportes de carretera mientras los coches estaban aparcados por la noche. Siempre hacen lo mismo. “Si denuncias te denunciaremos a ti por estar implicado en el robo”, le dijeron a un camionero”.

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