El futuro del Parque Natural

Los Alcornocales tendrá itinerarios fijos para el deporte fuera de las zonas protegidas

  • Los técnicos alertan sobre la necesidad de evitar las gargantas o arroyos del Prior, la Fuente Santa, Botafuegos y ríos de la Miel y Guadalmesí

Un deportista corre por Los Alcornocales en una competición deportiva.

Un deportista corre por Los Alcornocales en una competición deportiva. / Erasmo Fenoy

El Parque Natural de Los Alcornocales diseñará unos itinerarios fijos para la práctica deportiva de los que quedarán fuera las zonas protegidas y de mayor valor ecológico para que no se vean dañadas por estas actividades.

Esta es la principal conclusión de la reunión que mantuvo la Comisión de Uso Público del Parque Natural de los Alcornocales el pasado lunes y a la que asistieron propietarios privados, técnicos de la Delegación Territorial de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible en Cádiz, agentes de Medio Ambiente, funcionarios de distintas administraciones, Asaja, federación de montaña, ecologistas y un promotor de pruebas deportivas, entre otros. La gran mayoría de los asistentes mostraron su disposición a priorizar la conservación frente al uso deportivo sin control del Parque Natural con grandes eventos en números de personas, sean en carreras pedrestes o en bicicleta de montaña. Estas actividades han crecido de forma notable en los últimos años.

"Se pretenden establecer criterios objetivos para aplicar a la hora de responder a las futuras solicitudes de uso del Parque Natural como soporte de actividades deportivas. Se van a sentar las bases y criterios a partir del documento aportado por la dirección del Parque para que cada sector aporte sus sugerencias y alternativas al documento base", explica el portavoz de Agaden Javier Gil

Los propietarios de las fincas alegaron que apenas se hacía mención en el documento base a la titularidad de los terrenos y que son estos en última instancia los que tienen que decidir si dan permiso por las fincas de su propiedad para la celebración de pruebas.

La mayoría de los asistentes priorizó que las zonas de máxima protección (las llamadas, de grado A) o aquellas sensibles por albergar fauna y flora protegida, deben de quedar al margen de futuros itinerarios de este tipo. Algunos técnicos de la administración explicaron que las gargantas o arroyos del Prior, la Fuente Santa, Botafuegos y río de la Miel, son, junto al río Guadalmesí, los cursos fluviales situados más al sur del Macizo del Aljibe, considerado por la comunidad científica un refugio glacial que ha conservado especies de flora paleotropicales, desde la era Terciaria hasta nuestros días, deben ser especialmente protegidos y quedar fuera de estos macro-eventos deportivos al ser una joya botánica de un valor incalculable.

Los agentes de Medio Ambiente subrayaron la falta de una guardería en el Parque y criticaron que a veces es imposible controlar e informar a los deportistas porque los recorridos se plantean en algunos casos con pocas fechas de antelación a la celebración de la prueba.

"Puesto que los valores ecológicos, estéticos, educativos y científicos cuya conservación merece una atención preferente constituyen la justificación de la propia existencia de los Parques Naturales, hay que tenerlos en cuenta a la hora de establecer los criterios para la concesión de permisos de uso, incluso por encima de los intereses legítimos de los agentes actuantes, públicos o privados", continuó Gil, que entiende que es necesario "llevar a cabo actuaciones de reposición y mejora del medio natural como contrapartida a las autorizaciones que se concedan". "Así el que disfruta del medio natural contribuye a él, desde el plano ético, y se pone freno a una demanda ilimitada que, ante el coste (económico o de otra naturaleza) de tener que llevar a cabo dichas actuaciones, se frene de forma autorregulada", concluyó.

Los asistentes aportarán sugerencias al director, Juan Manuel Fornell, y a la presidenta, Ana Villaescusa, para elaborar un documento de consenso donde todas las partes cedan un poco por hacer compatible la conservación y el racional uso público de este espacio.

Las gargantas del sur de Europa

Las gargantas o arroyos del Prior, la Fuente Santa, Botafuegos y río de la Miel, son, junto al río Guadalmesí, los cursos fluviales situados más al sur del Macizo del Aljibe, considerado por la comunidad científica un refugio glacial que ha conservado especies de flora paleotropicales, desde la era Terciaria hasta nuestros días. Este macizo, y especialmente su zona sur, la más cercana al Estrecho del Gibraltar y al océano Atlántico, y en particular, estas corriente fluviales meridionales, han servido de refugio en el pasado, en la actualidad y, lo que es más importante desde el punto de vista de la conservación, en el futuro, para verdaderas joyas botánicas, auténticas reliquias vivientes que poblaron la cuenca mediterránea y el sur de Europa durante una gran parte del Terciario, el Cuaternario y el Holoceno, debido, fundamentalmente a sus peculiares características geológicas y climáticas.

Según explican los biólogos expertos vinculados a Agaden, estas cinco gargantas, las situadas más al sur, ofrecen una alineación topográfica orientada de sur a norte, con altitudes cercanas a los mil metros, a muy escasa distancia de las masas marinas. Eso contribuye a la formación de cinturones de niebla que, junto a una pluviometría importante (por encima de los 1500 mm anuales), refrescan o aportan un complemento oculto, pero considerable, de lluvia horizontal, que ha resultado crucial para la supervivencia de estas formaciones vegetales relictas, en la difícil tarea de superar el cada vez más largo y seco verano mediterráneo.

Un arroyo del Parque Natural. Un arroyo del Parque Natural.

Un arroyo del Parque Natural. / E.S.

Estos arroyos son auténticos reservorios genéticos de especies vegetales. Las especies arbóreas o arborescentes más valiosas de la flora del parque natural Los Alcornocales se refugian en ellos. Es el caso del ojaranzo (superviviente de las laurisilvas terciarias en los dos extremos del Mediterráneo), el avellanillo (portador del linaje más antiguo de la especie en todo su rango geográfico), el laurel (más cercano, según recientes estudios filogenéticos, a los laureles canarios que a sus vecinos italianos o griegos), o el acebo (que guarda claras similitudes con las especies relictas de las islas macaronésicas).

La cobertura arbórea de estas especies, junto al aliso y el quejigo, crea bóvedas de sombra en los cauces estrechos de los canutos y, sobre todo, en las albinas y taludes rezumantes que les sirven de fuente, en las que ha sobrevivido también a este largo periplo de pulsiones climáticas adversas (los formidables eventos geológicos terciarios y las glaciaciones pleistocenas), algunas de las especies más preciadas de la flora andaluza: un conjunto de helechos relictos que comparten territorio con los archipiélagos de Canarias, Azores y Madeira (Diplazium caudatum, Pteris incompleta, Culcita macrocarpa, Vandenboschia speciosa) y, en algunos casos, aún más valiosos por lo inexplicables, con las selvas tropicales, e incluso ecuatoriales, presentes en los cinturones cálidos del planeta (Psilotum nudum, Christella dentata).

Estas especies son muy vulnerables a las alteraciones de sus hábitats, especialmente las provocadas por el cambio climático, pero, sobre todo, las causadas por la presión antrópica y la mala gestión de los espacios naturales, como la herbivoría, los daños provocados por la ausencia de regeneración y la vejez de la masa arbórea en los cauces, y, acrecentándose en las últimas décadas, un uso público masivo e incontrolado de estos espacios protegidos, cada vez más necesitados de medidas urgentes de conservación.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios