La Línea paga los platos rotos de Gibraltar
Crónicas de la prosperidad compartida
En junio nos dijeron que el acuerdo estaba hecho, escrito para octubre y en marcha en enero. Mucho me temo que llegará febrero y que las únicas letras de las que tengamos conocimiento sean las de comparsas y chirigotas
Acuerdo sobre Gibraltar: ¿Qué acuerdo?
En nuestras gastronómicas introducciones se nos ha pasado por alto ese arte culinario que en nuestras tierras supone la repostería, fusión de sabores de las distintas civilizaciones que han transitado por el Estrecho y que llega hasta nuestros días en forma de esas suculentas japonesas, inmejorable postre para el ya digerido potaje de tagarninas.
Mientras salivamos con la sola mención del postre hemos de entrar en materia refiriendo necesariamente, el artículo con el que nos obsequiaba el señor Juárez en Europa Sur sobre la frenética actividad delictiva en materia medioambiental que día a día se sucede en el Peñón.
Este artículo es de obligada lectura, ya que retrata cómo la segunda mayor renta per cápita del mundo se erige sobre infraestructuras tercermundistas. Cualquiera que haya gestionado mínimamente un servicio público sabe que estos no se caracterizan por ser baratos. Proporcionar luz, agua y electricidad a una población requiere de unas infraestructuras y gastos de gestión, a los que hay que sumar los de depuración de aguas y residuos sólidos. La necesidad de que estos suministros se realicen respetando el medioambiente incrementa los costes.
Garantizar esos servicios para una reducida población como son los 40.000 habitantes de Monte Calpe, y de manera autosuficiente, eleva exponencialmente los costes. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en las españolas regiones insulares, así como Ceuta y Melilla. La diferencia es que, en España, el Estado arrima el hombro para garantizar que esos servicios llegan a la población con garantías de respeto a la legislación medioambiental, aunque cada día lo arrima menos.
La condición militar de Gibraltar le impide conectarse a las infraestructuras españolas para evitar dependencias
En Gibraltar el ventrílocuo se ha desentendido de este tema. Ya saben que el británico ni está ni se le espera cuando su contribuyente tiene que arrimar el hombro en Gibraltar. Por otro lado, tenemos que los militares han campado a sus anchas por toda la base militar que es la colonia y han realizado la instalación de las infraestructuras de estos servicios sin contar con los llanitos.
La condición militar de Gibraltar le impide conectarse a las infraestructuras españolas para evitar dependencias, mal que le pese a muchos coreanos del norte que gustosos les venderían cualquier suministro que les llene los bolsillos de lechugas.
Las consecuencias de esto es que de manera recurrente en Gibraltar se producen problemas de suministros de agua o eléctricos por la rotura de las conducciones mientras se realizan obras. No saben por dónde discurren los tendidos eléctricos ni las conducciones de aguas y cualquiera que clava un pico en Gibraltar echa abajo los suministros.
A esto ha de sumarse que los próceres de la república de bufetes son profesionales de la especulación, su mente está entrenada a llenarse el bolsillo de chistorras, no a la prestación de servicios de calidad a su población. Los suministros los prestan por obligación, no reportan chistorras, y puesto que no generan beneficio ninguno, se prestan al menor coste posible, y ahí tienen ustedes cómo acontecen la serie de barbaridades medioambientales que día a día se cometen en Gibraltar. No olviden que todos los desperdicios y consecuencias de estas barbaridades medioambientales terminan en el Campo de Gibraltar, en España.
Una Aduana colapsada
El mero anuncio de un acuerdo inexistente ha originado problemas que no existían. El bálsamo de Fierabrás, lejos de curar, provoca salpullidos. La Aduana ha comenzado a colapsar, los ministerios que han de mantenerla prefieren ahorrar gastos antes de que los cuartos invertidos terminen derruidos con las instalaciones. Tengan en cuenta que Exteriores no mete un euro en la Aduana, por eso la ignorancia de la decisión.
El caso es que llevamos dos veranos disfrutando del horno de cocción de trabajadores con el que nos brinda el Gobierno al transitar la Verja andando. Si viene calentito del trabajo en Gibraltar, a su llegada a España le reciben con un golpe de calor que le hará olvidar el calentón. Para eso la mancha de la mora, con otra verde se quita.
También hay problemas con los trabajadores de limpieza del recinto aduanero. Si bien parece ser proviene de un cambio de contrata, ya les digo yo que la que se haga cargo, antes de volver a contratar al personal, va a haber que asegurarle que la limpieza no va a pasar al Ayuntamiento por el derribo de la Aduana.
Cuando se trataba esta noticia en cierto medio, el intrépido reportero iniciaba su crónica reseñando la suciedad del recinto y la mala imagen que provocaba a los turistas que iban a Gibraltar. En el pueblo dicen que si uno se agacha mucho se le ve el trasero, y que quien paga manda. Tú sabes.
El solo anuncio de privilegios de estancia en Schengen que se supone concederá el acuerdo fantasma a los residentes en Gibraltar ha triplicado el número de peticiones de residencia en Gibraltar
Volviendo a la cuestión servicios, el solo anuncio de privilegios de estancia en Schengen que se supone concederá el acuerdo fantasma a los residentes en Gibraltar ha triplicado el número de peticiones de residencia en Gibraltar. Imaginen lo que va a pasar con los suministros que requerirán, y los desperdicios que se generarán, cuando en Gibraltar residan 3.000 personas más, cada año.
Claro que para entonces sucederá como ocurre hoy en día, en que la laxitud en la aplicación de la normativa de residencia a los gibraltareños les permite residir en la comarca campogibraltareña sin pagar los impuestos que posibilitan la prestación de esos servicios. El señor Franco, alcalde de La Línea, puede explicarles lo que supone prestar servicios a una población de la que un considerable porcentaje no contribuye a mantenerlos.
Pagan los linenses
Los linenses están obligados a contribuir económicamente para que el ilegal residente gibraltareño reciba suministro de agua de calidad, una buena recogida y gestión de basuras y todo ello cumpliendo la normativa medioambiental. En este panorama, el contribuyente linense se encuentra entre la espada de pagar más impuestos para sufragar esos servicios o la pared de pagar menos impuestos y recibir los servicios de peor calidad. Aquí tienen la tostada de los servicios, untada por los dos lados. Ahora cambien alcalde y ciudad por la de cada uno y a ver qué les parece. Ténganlo presente cuando les llegue la nueva tasa de basuras.
Hasta fechas recientes estos argumentos solo se exponían en reservadas tertulias familiares y no faltaba quien te respondía con el relato que Gibraltar difundía a través de los medios agraciados con la pedrea de sus presupuestos. Me estoy refiriendo a aquello de que Gibraltar es el que más puestos de trabajo ofrece en toda Andalucía, que hay que estar agradecidos de que exploten a los trabajadores del norte de la Verja, que hay que besar el suelo por donde pisan.
Corre por los mentideros linenses la caciquil práctica de cierto prócer gibraltareño consistente en repartir más que generosas propinas en aquellos establecimientos de restauración que visitaba, de manera ostentosa, para que se diera cuenta todo el mundo de lo que pasaba, ya saben, al más puro estilo genovese.
Todo esto que de por sí es lamentable se posibilita y acrecienta por el curioso grupo de observadores de migraciones de aves por el Estrecho. Me estoy refiriendo a todos aquellos cargos que en el Campo de Gibraltar están obligados a hacer que se cumpla la Ley y que, en lugar de dedicarse a las obligaciones de su cargo, se arriman los prismáticos a los ojos y se dedican a escudriñar el cielo en busca de la más exótica de las aves que sobrevuele el mar.
- ¿Para cuándo una medida cautelar que paralice la exportación de piedras con las que se gana terreno al mar?
- ¡Mira que bandada de cernícalos en dirección africana! Esto son las contestaciones que Judicatura, Fiscalía, Cuerpos de Seguridad, Hacienda, Fomento, Medio Ambiente, Instituciones Europeas y un largo etcétera dan cuando se les pregunta por las ilegalidades que se cometen desde Gibraltar.
Cada día las barbaridades son más graves y como solución se acercan más los prismáticos a los ojos. Están llegando a un preocupante punto en el que el globo ocular les empieza a asomar por la nuca. Como botón de muestra podemos ver la fluidez fronteriza. Para no desarrollar tortuosos argumentos legales vamos a exponerlo de manera que todo el mundo lo entienda:
- Si el no sellado de pasaportes es legal, ¿por qué es el principal objeto de negociación del acuerdo fantasma?
- Prismáticos al cielo, que un buitre sobrevuela el Peñón.
- Sí, sí, pero en la web de información del gobierno de Gibraltar dice que “sigue siendo un requisito legal que cualquier titular de un pasaporte del Reino Unido, independientemente del color de su tarjeta de identidad expedida en Gibraltar, reciba un sello cuando entre en el espacio Schengen y otro cuando salga de él. Esa disposición jurídica no ha cambiado”.
- Prismáticos al sur, bandada de elefantes voladores sobre el Monte Hacho.
Y así, con todo.
A los que deberían estar pendientes de que se cumpliera la Ley -y de esa manera evitar desigualdades y perjuicios sociales, económicos, fiscales y medioambientales- los tenemos mirando al cielo. Solo bajarán la vista si un trabajador coreano del norte se dirige al sur en patinete sin llevar el obligado casco en su cabeza. Para éste se baja la mirada rápidamente y, mientras se le multa, los camiones de piedra antequerana pasan a su lado camino de Gibraltar. Esta es la triste realidad.
Nos venden que el acuerdo fantasma trae prosperidad compartida y hasta la fecha no han aportado ni una medida que solucione ninguno de los problemas que la existencia de la colonia ocasiona a los campogibraltareños.
Ya les advertí que nos marearían estos meses para justificar la inexistencia del acuerdo. No lo interpreten como presuntuosidad sino como muestra de que estas Crónicas son resultado de sesudos razonamientos de buena sobremesa y no tabernarios comentarios. Se escriben con fundamento, que diría Arguiñano.
En junio nos dijeron que el acuerdo estaba hecho, escrito para octubre y en marcha en enero. Mucho me temo que llegará febrero y que las únicas letras de las que tengamos conocimiento sean las de comparsas y chirigotas que, con la gracia y el arte sin parangón que se derrocha en esta gaditana festividad sabrán poner los acentos en el apócrifo texto.
Para entonces no sabemos cuál será el panorama político en ambas coreas. La corrupción cabalga desbocada a un lado y otro de la Verja, y no tardarán en llegar las alarmas de estampida, lo que no es buena noticia. Corremos el peligro de que se use el acuerdo fantasma para intentar tapar el desagradable olor que sale de los sobres que llevan en los bolsillos. Será imposible que el acuerdo tape ese olor, pero sí se corre el riesgo de que los sobres se manchen de desigualdades, pobreza, y problemas sociales que a buen seguro traerá el mero anuncio de un acuerdo sacado a la desesperada.
Quitémonos el desagradable amargor que nos ha provocado enfrentarnos a las verdades que el espejo de Blancanieves nos ha dejado sobre Gibraltar atacando la media docena de japonesas que dicho amargor requiere. Así restituiremos una visión de nuestro futuro más bienaventurada. Buen provecho.
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