Acuerdo sobre Gibraltar: ¿Qué acuerdo?
Crónicas de la prosperidad compartida
El Código Penal castiga con hasta ocho años de prisión a quienes mantengan relación de cualquier género con gobiernos extranjeros, con sus agentes o con grupos, con el fin de comprometer la dignidad o los intereses vitales de España
Gibraltar, un paraíso fiscal con puertas abiertas a la UE

Comenzábamos la semana con el anuncio de la visita de nuestro presidente al 10 de Downing Street para tratar de impulsar el futuro tratado de Gibraltar. ¡Pardiez, amigo Sancho! ¿El acuerdo no estaba ya escrito? Según decían estaba ya redactado, a la espera de traducción, decidir el tipo de letra que se le iba a poner, escuditos, membretes y minucias de ese estilo. Entonces: ¿Qué hay que impulsar?
Las dudas se me empezaron a aclarar cuando leí que la reunión impulsora era el 3 de septiembre. Rápida ojeada al calendario y, un miércoles. ¡Oh casualidad, los días de sesión de control del Congreso! Nuestro líder vuelve a optar por informar a su pueblo desde el exterior y no en sede parlamentaria.
La cosa tomó carices cómicos cuando Picardo y asociados esperaban desempeñar un papel en la reunión. Resulta que se había programado la reunión y nadie se acordó de consultar con el señor Picardo. Sin embargo, este refería que estaba al tanto de la reunión mucho antes de que se confirmara. Excusa no pedida…
Fue al insigne profesor Pérez de Vargas -D.E.P.-, al que le escuché una graciosa y, a la vez, certera definición: la población de Gibraltar es la tinta del calamar. Y es que al Reino Unido le importa una higa la población gibraltareña, la usa para distraer la atención de ellos, y que no nos enteremos en que cubilete está la bola. ¿Recuerdan los patios traseros de la City de Londres?
El imperio británico ha dado sobrados ejemplos del exquisito trato proporcionado a las poblaciones que colonizaba. No hace falta remontarse a la Leyenda Negra. Entre 1968 y 1973 expulsaron por la fuerza, a Mauricio y Seychelles, a la población de la isla de Diego García para que los Estados Unidos pudieran montar su principal base en el Índico. Ahora, quiere devolver este archipiélago de Chagos -que no Diego García- a su población; y en Gibraltar ha cundido el pánico. ¿Por qué será?
Cuando se calienta Oriente Próximo, el mar Rojo o el Golfo Pérsico, la RAF Gibraltar hace su agosto con las escalas de transportes militares anglosajones
Infórmense sobre cómo gestionaron el proceso descolonizador de Chipre, donde a costa de manosear a la población -la tinta del calamar-, a Grecia y a Turquía les consiguieron montar un sarao, en el que todavía hoy tienen que intervenir los cascos azules de la ONU. Ahora, que ahí siguen las bases británicas de Akrotiri y Dekelia en Chipre. Junto con la de Gibraltar les permiten controlar los dos extremos del Mediterráneo. Por eso cuando se calienta Oriente Próximo, el mar Rojo o el Golfo Pérsico, la RAF Gibraltar hace su agosto con las escalas de transportes militares anglosajones.
Los escorpiones de la Roca, así los llamaba el inglés, lo saben. Ya sufrieron en sus carnes la evacuación de la población civil durante la Segunda Guerra Mundial, a Jamaica, Madeira o Londres, por considerarlos la potencia colonial bocas inútiles, aunque a los gibraltareños les gusta envolverlo de tintes épicos para no enfrentarse a la humillación que supuso.
Con estos mimbres tengan ustedes por seguro que en una negociación en la que esté presente el Reino Unido y Gibraltar, estos últimos van a ser el muñeco de un ventrílocuo: dirán lo que su amo quiere que digan. Al gibraltareño le gusta verse como el Rockefeller de José Luis Moreno, pero sabe que el británico lo asemeja más a Macario.
El gibraltareño será el malo de la película, el que pondrá las líneas rojas, el que se levantará de la mesa, y el bueno, el inglés; entonces podrá decir que no puede hacer nada que, si el gibraltareño no quiere, no le va a obligar, etc. A otro perro con ese hueso. La gracia de todo esto es que en el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, sueltan ese hueso y los laureados saltan sobre él. Ese es nuestro problema: nos empeñamos en tratar con el chico de los recados en vez de con el dueño de la tienda.
Sin explicaciones
Retomando eso que llaman Acuerdo, va a ser que tiene más de futuro que de presente. Es una lástima. Me había hecho ilusiones respecto a poder ver negro sobre blanco cómo se conjugaba todo lo que gibraltareños y británicos han dicho que se ha acordado, con las leyes comunitarias y españolas; cómo los parlamentos europeo y español lo aprobaban por mayorías entre aplausos y vítores. De llegar a ser posible tal conjugación, las Tablas de Moisés serían un cuento de niños. Sería un Santo Grial jurídico que se estudiaría en todas las universidades y escuelas de diplomacia del mundo.
Quizás por eso, desde este lado norte de la Verja, nadie haya sido capaz de explicar qué hay escrito en ese acuerdo. Me hubiera gustado que, por lo menos, los agraciados por las pedreas de los presupuestos gibraltareños nos hubieran contado algo, dados sus contactos, pero se ve que no es una relación bidireccional, sino unidireccional.
Impresionante lo de la Auditoría de Cuentas de Gibraltar. Nosotros creyendo que las familias de la mafia las teníamos asentadas en Madrid y resulta que tenemos de vecinos a los Genovese
Ya que tocamos los presupuestos gibraltareños, impresionante lo de la Auditoría de Cuentas de Gibraltar. Nosotros creyendo que las familias de la mafia las teníamos asentadas en Madrid y resulta que tenemos de vecinos a los Genovese. Traerá cola.
Antes de despedirnos quería compartirles una reflexión que me surgió sobre aquellos voceros de los Genovese que corren raudos a vender las bonanzas de la economía de la tostá untada por los dos lados, los agraciados de las pedreas. Resulta que mezclando inteligencia artificial y Código Penal me topé con un delito que castiga con entre cuatro y ocho años de prisión a los que, con el fin de comprometer la dignidad o los intereses vitales de España, mantuvieran relación de cualquier género con Gobiernos extranjeros, con sus agentes o con grupos, Organismos o Asociaciones internacionales o extranjeras.
Las encuestas electorales están ahí y soplan vientos de cambio más próximos que lejanos. Algún partido que pise moqueta puede atar hilos, unir puntos y hacer bandera de causas que obligaría a más de uno a seguir estas Crónicas, leyéndolas en papel, desde Botafuegos. Sería una lástima que a estas alturas no vayan a poder disfrutar de la prosperidad compartida. Háganse, y hágannos un favor, y rompan amarras con los Genovese, esas familias no traen nada bueno. Ni para ellos mismos.
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