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El doble mensaje del Gobierno ante el Covid

Un café con Paula

El doble mensaje provoca incertidumbre y miedo, un estado de alerta que bien nos hace revelarnos y descohesionarnos como grupo o nos hace sentir indefensos

Una mujer se informa sobre la pandemia con un ejemplar de 'Europa Sur'. / Andrés Carrasco
Paula Igartua

31 de enero 2021 - 03:20

A un mes y medio del aniversario de la primera ola de la pandemia, del inicio del confinamiento domiciliario más duro que han vivido todas las generaciones de nuestra época, de los esfuerzos realizados por cada uno de nosotros, laboral, familiar, emocional y económicamente, y del efecto que esto ha tenido en la población a nivel psicológico, es hora de hacer un análisis del año vivido y de la evolución de los mensajes, en muchas ocasiones contradictorios, que cada día recibe la comunidad.

Para poder entrar a hablar de la comunicación entre el gobierno y el pueblo durante esta crisis, ya política además de sanitaria, es “esencial” explicar el funcionamiento del doble mensaje. Y digo “esencial” porque según la RAE esta palabra define algo sustancial, principal y notable. ¿Cómo y para quién tiene que ser esencial un servicio? ¿Es más esencial un estanco que un gimnasio? El deporte es salud, nos ayuda a tener mejor capacidad pulmonar, necesaria para afrontar esta enfermedad a la que nos enfrentamos, ser fumador es un factor de riesgo ante la misma. Contamos a nuestros hijos que fumar mata, mientras permitimos de forma esencial que sigamos haciéndolo.

El doble mensaje, es aquel contradictorio, que transmite una información disonante o discordante y que proviene de la misma fuente o el mismo emisor. En nuestra vida cotidiana es algo que hacemos de forma muy frecuente en nuestras relaciones personales. De hecho, la teoría que mejor define esto es la de doble vínculo, que está enmarcada dentro de la psicología sistémica. Como ya dijimos en un artículo anterior, la sistémica es la orientación psicológica que se focaliza en cómo las personas se relacionan e interactúan y cómo creamos sistemas de relaciones. La familia o la pareja son microsistemas, porque se dan entre un número reducido de personas, sin embargo, también existen los exosistemas y macrosistemas, que resumiendo serían sistemas más grandes formados por microsistemas, donde encajan el gobierno y las normas sociales.

Desde el microsistema, podemos explicar de forma más sencilla el doble vínculo o doble mensaje. Por ejemplo, dos hermanos que se han pegado, y un padre que regaña diciendo “no se pega” pero a su vez, da un tortazo al hijo, o le dice “no puedes insultar a tu hermano, pareces tonto”. También en la expresión del afecto, cuando decimos “te quiero, estoy siempre contigo” pero me paso el día trabajando y fuera del hogar, o “te quiero mucho hijo, pero cuando te pones así no te soporto”. Estos mensajes contradictorios, hacen que los niños se sientan perdidos y poco queridos y valorados, de hecho, en los niños es tan importante porque aún no son independientes y necesitan mirarse en el reflejo del adulto para verse así mismos, para sentir que existen en el mundo y que son dignos de amor, por eso este doble mensaje es una de las causas más estudiadas a nivel psicológico de trastornos mentales en la edad adulta. Sin embargo, no solo usamos los mensajes contradictorios con los más pequeños, nuestra vida está repleta de ellos, en la pareja, el colegio, o los centros de trabajo.

El doble mensaje hace que sintamos incertidumbre y miedo, provocará un estado de alerta que bien, nos hace revelarnos y descohesionarnos como grupo o nos hace sentir indefensos, como si nada mereciese la pena, con riesgo a la ansiedad y depresión, incluso siendo un factor de riesgo ante el suicidio. Visto así, podemos ver el riesgo que conlleva que este tipo de mensajes se lance al pueblo desde el gobierno, como cuando un padre lo hace con su hijo.

Si hemos sido contacto estrecho de un positivo, aunque seamos negativo, debemos confinarnos, pero se podrá ir a votar siendo positivo en las elecciones catalanas

Y así los estamos viviendo. Si hemos sido contacto estrecho de un positivo, aunque seamos negativo, debemos confinarnos, pero se podrá ir a votar siendo positivo en las elecciones catalanas. Se pide la potestad desde las comunidades autónomas para poder hacer confinamientos domiciliarios en aquellas zonas más afectadas por el virus, pero no ejercen todo el poder que poseen cerrando colegios en estas mismas zonas rojas del mapa. Se pide a los negocios y empresas que hagan un desembolso en medidas de higiene y que cumplan aforos, diciéndoles más tarde que no es suficiente medida de seguridad, con la inseguridad que eso transmite a la población. Se pide a cabezas de familia que dejen de trabajar e ingresar sus sueldos por seguridad, pero nuestros hijos siguen acudiendo al colegio en una clase de 25 niños sin la distancia de seguridad que a él le pidieron hace meses que tenía que cumplir en su negocio. Se pide desde un gobierno el autoconfinamiento de la población, mientras no se ofrecen medidas de protección a la economía en esos mismos mensajes. Se obliga a embarazadas a entrar a consultas solas, privando al otro progenitor el derecho a entrar a la visita médica, mientras en la consulta puede llegar a haber seis personas entrando y saliendo.

Y este, es el doble mensaje que día a día recibimos, provocando desde revueltas negacionistas, hasta estados de indefensión que están aumentando a niveles preocupantes la depresión y la desesperanza.

El ser humano desde tiempos inmemoriales se ha ido adaptando a nuevas situaciones, sociedades o culturas, tenemos esa capacidad de hacerlo. Sin embargo, cuando los gobiernos y las personas que tienen que velar por nuestra seguridad e intereses, envían este tipo de mensajes de forma constante, se dificulta esa capacidad de adaptación, consiguiendo con ello el efecto contrario al deseado, una crisis sanitaria que se convierte en social, política y económica y, por tanto, que se enquista y alarga en el tiempo.

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