El puerto de algeciras a través de la historia (I)

El Estrecho de Gibraltar en la mitología clásica y en la leyenda

  • La separación del Estrecho de Gibraltar es uno de los tópicos más repetidos por los escritores clásicos al hablar de las primeras navegaciones hacia Occidente

El Estrecho de Gibraltar desde la costa española. Al fondo, el Jebel Musa, una de las Columnas de Hércules según las leyendas y mitos de la Antigüedad.

El Estrecho de Gibraltar desde la costa española. Al fondo, el Jebel Musa, una de las Columnas de Hércules según las leyendas y mitos de la Antigüedad.

En la Antigüedad estaba extendida la creencia de que el Estrecho de Gibraltar había sido abierto por el semidiós Hércules en el transcurso del décimo de los trabajos que tuvo que realizar por mandato del rey Euristeo. Según la mitología griega, con un golpe de su gigantesca maza, había logrado separar las tierras de Europa y África y comunicar las aguas del Océano con las del Mar Interior o Mediterráneo. Para eterna memoria de tan gigantesca tarea, Hércules erigió dos columnas, una a cada lado del Estrecho, identificadas por los griegos como Calpe (Gibraltar) y Abyla (Jebel Musa o Monte Hacho en el lado africano). Pero la apertura de este angosto paso por aquel personaje mitológico no era sino una más de las fabulosas leyendas que adornaron, durante la llamada época de las colonizaciones y el posterior período greco-romano, un lugar que, por su importancia económica y sus valores estratégicos (era la puerta de entrada a la rica Tartesos), sus descubridores procuraron preservar de la competencia de otros pueblos navegantes propagando los males y peligros que correrían quienes se arriesgaran a surcar sus turbulentas e imprevisibles aguas.

Rufo Festo Avieno, que escribió su Ora Marítima en el siglo IV d.C., pero basándose en textos muy antiguos, probablemente del siglo VI a.C., se refiere a las amenazas que acechaban a quienes osasen atravesar el Estrecho. Dice que en aquel lugar ningún viento impulsa las velas de las naves, que las algas se arremolinan y engullen a las embarcaciones, que monstruos marinos asaltan a los desdichados navegantes, que nieblas perpetuas impiden la visión y que un abismo sin fondo espera a los intrépidos marineros al otro lado de las Columnas.

El Peñón de Gibraltar. El monte Calpe de los antiguos y otra de las Columnas de Hércules. El Peñón de Gibraltar. El monte Calpe de los antiguos y otra de las Columnas de Hércules.

El Peñón de Gibraltar. El monte Calpe de los antiguos y otra de las Columnas de Hércules.

Las Columnas de Hércules son uno de los tópicos que una y otra vez repiten los escritores clásicos cuando se refieren a las primeras navegaciones efectuadas por marinos orientales hacia Occidente. Se creía que marcaban el fin del mundo conocido y que, al otro lado, se abrían insondables y desconocidos abismos en el Mar Tenebroso. La primera alusión a las Columnas Heracleas aparece en el Tímaios de Platón (siglo IV a.C.), cuando refiere que "…había una isla frente al estrecho que vosotros llamáis en vuestra lengua Columnas de Herakles…".

La conocida como Gruta de Hércules en la costa de Marruecos. La conocida como Gruta de Hércules en la costa de Marruecos.

La conocida como Gruta de Hércules en la costa de Marruecos.

Pero la leyenda de las Columnas no se extinguió con el paso de los siglos. Estrabón (siglo I a.C.) refiere que cierto oráculo mandó a los tirios fundar un establecimiento en las Columnas de Heracles; los enviados para hacer la exploración llegaron hasta el estrecho que hay junto a Calpe, y creyeron que los promontorios que forman dicho estrecho eran los confines de la tierra habitada y el término de las empresas de Heracles. Pomponio Mela, en el siglo I d.C., escribe: "respecto a su nombre (Columnae Herculis), dice la fábula que este mismo Hércules fue quien separó ambas cumbres, antes unidas por una cadena montañosa continua, y que por ello el Oceanus, hasta entonces contenido por esta mole montañosa, inundó los espacios que hoy ocupa". Plinio, en su Historia Natural (siglo I d.C.), menciona otras leyendas del ciclo heracleo acontecidas en los entornos del Estrecho. Refiere este naturalista que Lixus (junto a la actual Larache) fue el lugar donde, en el pasado, se ubicó el palacio de Anteo y donde se desarrolló el combate entre este mítico rey de Tánger y el propio Hércules. También dice que en sus alrededores se hallaba el Jardín de las Hespérides, donde el semidiós, para realizar su undécimo trabajo, tuvo que robar las Manzanas de Oro.

Fragmento de la 'Tabula de Peutinger', del siglo IV d.C., que representa las Columnas de Hércules y las tierras y ciudades de África y España. Fragmento de la 'Tabula de Peutinger', del siglo IV d.C., que representa las Columnas de Hércules y las tierras y ciudades de África y España.

Fragmento de la 'Tabula de Peutinger', del siglo IV d.C., que representa las Columnas de Hércules y las tierras y ciudades de África y España.

La leyenda de la apertura del Estrecho se prolongó durante el medievo y perduró hasta la Edad Moderna. El viajero Antonio Ponz, en la segunda mitad del siglo XVIII, escribió lo que sigue: "Si el Estrecho de Gibraltar existe desde el principio del mundo o si se formó después de la Creación; si aquella portentosa abertura entre los dos mares se debió a los robustos brazos de Hércules o si fue efecto de una gran sequía o de algún gran terremoto que dividiese un solo monte en dos, separando al mismo tiempo las colinas adyacentes de ambos lados; si dicho monte partido, esto es, Abila y Calpe, son las célebres Columnas de Hércules…., averígüelo quien quiera dando asenso a lo que mejor le parezca".

Lo cierto es que el Estrecho y las tierras que lo rodean concitaron, en la Antigüedad, la atención de escritores, naturalistas, navegantes, geógrafos, viajeros y comerciantes, exaltando su imaginación y dando lugar a la aparición de un ciclo legendario sobre las tierras y mares que separan –o unen– los continentes europeo y africano. Otros de los mitos que los púnicos o romanos crearon para ennoblecer estas costas y el origen de la ciudad portuaria que los cartagineses fundaron junto al río Guadarranque: Carteia, fue relacionarla con la rica Tartesos, destino de los navegantes y mercaderes griegos y fenicios de los siglos X al VI a.C. Refiere el citado Pomponio Mela, que era natural de nuestra región, pues había nacido en Tingentera o Iulia Traducta, que "más delante se abre un golfo (bahía de Algeciras) en el cual está Carteia, ciudad fundada por fenicios trasladados de África, que algunos creen que es la antigua Tartesos".

La Peña del Ciervo, en Tarifa, donde según al-Idrisi se iniciaba, en la costa andalusí, el puente construido por Alejandro Magno. La Peña del Ciervo, en Tarifa, donde según al-Idrisi se iniciaba, en la costa andalusí, el puente construido por Alejandro Magno.

La Peña del Ciervo, en Tarifa, donde según al-Idrisi se iniciaba, en la costa andalusí, el puente construido por Alejandro Magno.

A estas leyendas se vinieron a añadir otras en la Edad Media, como la que circuló en el mundo árabe medieval referente a la construcción sobre el Estrecho (al-Zuqaq) de un puente por Alejandro Magno (al que llaman Du l-Qarnayn) para conectar ambas orillas. Según al-Dimasqi "Alejandro Magno llevó a cabo la construcción de este puente de la siguiente manera: en primer lugar construyó, en las dos orillas, a gran profundidad, un muelle. Después reunió barcos y los unió entre sí con cuerdas. Luego tomó cadenas de hierro y las unió a los barcos hasta que estos formaron una estructura continua que se extendía de una orilla a la otra del Estrecho hasta formar un puente sólido". El geógrafo e historiador del siglo X Al-Mas'udi señala que "estaba edificado con piedra y barro y que se apoyaba sobre pilares levantados a una distancia regular". En otra versión de la leyenda, Alejandro Magno abrió un canal para comunicar ambos mares (¿se ha cambiado la identidad de Hércules por la de Alejandro Magno?) y después construyó dos diques, uno en cada orilla del Estrecho. Al-Idrisi, autor nacido en Ceuta en el siglo XII, dice que él mismo había visto los restos de uno de estos diques en la parte de España y que la parte construida por Du l-Qarnayn, cerca de Tánger, había sido destruida por el mar. Refiere este autor que "el dique construido en la parte andalusí se ve claramente en el mar cuando éste está claro. Nosotros lo hemos visto y hemos seguido por el Estrecho esta construcción a la que la gente de las dos orillas llama El Puente. El centro de esta construcción se encuentra en el lugar llamado la Peña del Ciervo".

No cabe duda de que las numerosas leyendas que se fueron creando en torno al Estrecho y a sus costas desde que los primeros navegantes orientales arribaron a esta lejana región del Occidente, tuvo como principal objetivo, al margen de la aureola fabulosa y mítica que rodeaba al ignoto y temido Océano Atlántico o "Mar Tenebroso", preservar la exclusividad de las rutas que conducían a los abundantes metales de Tartesos y, después, a la rica ciudad de Gadir, fundada por los fenicios.

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