Feria de Castellar

Cientos de personas arropan al Cristo de la Almoraima en romería

  • La cabalgata agrícola aumenta el número de carretas hasta 17 y cambian su ubicación a una explanada junto al polideportivo · El buen ambiente invade el recinto ferial desde primera hora de la tarde

Es el día del año más esperado por los vecinos de Castellar. Cientos de personas acompañaron ayer al Santísimo Cristo de La Almoraima en la tradicional romería y cabalgata agrícola que supone, a su vez, la jornada grande y la última de la feria que se celebra a primeros de mayo en su honor.

Este año la lluvia estaba lejos de ser invitada a la fiesta; bastante tuvo con dejarse ver el sábado por la mañana. Los chisparreros querían que nada empañara la celebración, y lo consiguieron. A mediodía comenzó la misa rociera en el santuario de la Plaza Andalucía, completamente lleno.

Fuera, un millar de personas buscaba el mejor lugar para presenciar la salida del Cristo mientras que también eran legión quienes aguardaban cómodamente sentados en alguna de las terrazas de los bares cercanos. La hermandad, como suele ser habitual, vendió entre los vecinos pañoletas conmemorativas, este año de color amarillo, a cinco euros para correr con los gastos. Antes de la una, momento en que salió el Cristo, pocos eran los hombros que no lucían uno de estos pañuelos como una prueba más de la devoción que despierta la imagen no sólo en Castellar, también en muchos otros puntos de la comarca campogibraltareña.

A la una en punto, acompañado por la Banda de Música de Los Barrios, la imagen hacía su aparición en la plaza portado en alto. Ya frente al templo, fue instalado en la tradicional carreta tirada por bueyes mientras que varios ramos de flores completaron la decoración de la carroza. Así mismo, la solidaridad vecinal también se hizo patente en el interior del santuario ya que fueron muchos fieles los que depositaron comida para los necesitados, tal y como había pedido la hermandad en lugar de flores. Al final, pese a las estrecheces económicas, hubo bastante de ambas.

El Cristo de la Almoraima data de principios del siglo XVI, concretamente en 1604 y fue traído a Castellar por los Hermanos Mercedarios Descalzos cuando se refundó la orden. Desde entonces, es una de las imágenes más veneradas de la comarca y a la que se le atribuyen milagros.

Comenzaba a moverse el cortejo formado por una treintena de jinetes y 17 carretas, más del doble que el año pasado. La mayor parte de los peñistas optaron por decorarlas como las antiguas chozas de campo, con techumbre de cañas que ayudaron además a mitigar los rigores del sol y helechos como alusión a la tradición de volver de la Casa Convento de La Almoraima -donde antiguamente se rendía culto al Cristo- con hojas de esta planta. Tras el cortejo, cientos de personas que enfilaron sus pasos hacia una explanada habilitada junto al complejo deportivo Manuel León. Era una de las novedades del año, en lugar de celebrar la romería en el Cerro del Moro, con el fin de que todo estuviera más accesible y cercano al recinto ferial. Fue un éxito, puesto que los romeros, tras dar cumplida cuenta de los víveres y bebida dirigieron sus pasos hacia el recinto ferial.

Ya en la zona de las casetas, la asociación ecuestre invitó a todo el que quiso -y llegara a tiempo- a una paella de feria. Para ese momento, las barras de las casetas no daban abasto en servir comidas y bebidas. La música y las atracciones hicieron el resto para convertir el mediodía en un éxito.

Pasada la sobremesa, el recinto ferial estaba en plena efervescencia. Los grupos de jóvenes animaban el ambiente y las jarras de rebujito eran demandadas sin reparar en gastos. El vaivén de las atracciones dibujaba rostros de sincera felicidad en los niños y en sus padres.

Desde el equipo municipal de gobierno, su alcalde, Juan Casanova, ensalzó la ausencia de altercados durante las noches de feria como valoración principal. "La gente nos está felicitando. No hemos tenido incidentes graves en cuanto a peleas. Creo que hemos quitado el sambenito de los problemas que tenía esta feria durante las noches. Hemos demostrado que se puede venir a la feria en familia y con ambiente de cultura andaluza", manifestó Casanova durante la tarde de ayer.

El grupo Malamanera fue el punto de inflexión de la tarde. Su ambiente distentido y canalla hicieron bailar hasta empapar en sudor al público contribuyendo además a apaciguar los efectos del alcohol en el cuerpo. Ya por la noche, la caseta municipal acogió de nuevo una actuación musical como preludio al espectáculo de fuegos artificiales que, según el programa, estaba previsto para la medianoche con el fin de dar por cerradas las fiestas patronales en la localidad.

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