30 AÑOS DEL IECG

Arqueología de la muerte en el Campo de Gibraltar (I)

  • El concepto alude a un ambicioso proyecto interdisciplinar e interuniversitario que abarca el III y I milenio a. C.

  • El reestudio de materiales de las necrópolis ofrece interesantes datos sobre este fenómeno y sus manifestaciones

Estructura funeraria mixta en la necrópolis de Los Algarbes.

Estructura funeraria mixta en la necrópolis de Los Algarbes.

A lo que se alude a través de esta denominación tan general es al arranque de un estudio dedicado a la evolución de la ideología de la muerte en el área mencionada a lo largo del III milenio y todo el primer milenio a. C., es decir, desde las últimas etapas entre la época del Cobre y el final de la Edad del Bronce hasta el cambio de Era. Se trata de un ambicioso proyecto interdisciplinar e interuniversitario, que engloba especialistas de diversas materias (Prehistoria, Protohistoria, Arqueología Clásica, Arqueología Forense, Arqueobiología, Geomorfología Litoral) procedentes de diversas instituciones (Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia - Junta de Andalucía, Universidad de Alicante, Universidad de Cádiz, Universidad Nacional de Educación a Distancia y Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

Los trabajos engloban la revisión y puesta al día de numerosos datos de forma diacrónica a partir de la aplicación de las nuevas metodologías de trabajo arqueológicas centradas en el estudio de la muerte y de sus manifestaciones materiales, simbólicas y religiosas. En esta fase inicial –embrionaria, podríamos decir– del proyecto se está poniendo al día toda la documentación existente y se están tratando de localizar los materiales procedentes de excavaciones realizadas a lo largo del todo el siglo XX. El reestudio ordenado de los materiales procedentes de las necrópolis (Algarbe de Tarifa, Isla de las Palomas de Tarifa, Baelo Claudia y de expolios, hallazgos casuales, incautaciones policiales y otros hallazgos aislados de toda el área campogibraltareña) está ofreciendo datos de gran interés, algunos de los cuales presentamos en estas jornadas de forma preliminar.

A través de este estudio se podrán conocer las costumbres y las creencias o prácticas religiosas, observar y estudiar la riqueza de los sepulcros y los ajuares o elementos rituales, además de tratar de definir aquellos pertenecientes a los períodos de transición Bronce Final-Hierro I, tan interesantes por la llegada de los aportes coloniales. También intentar confirmar arqueológicamente los aportes de población africana hasta llegar a las primeras fases de ocupación de la ciudad de Baelo Claudia a finales del siglo II a. C., y el establecimiento de grupos de procedencia africana e itálica y la mezcla de éstos con los indígenas hasta época Alto Imperial. En este sentido, la adecuada actuación permitirá la definición de las diferentes identidades y la existencia de la tradición indígena turdetana y los potenciales aportes de elementos demográficos púnico-africanos en primer lugar o itálicos después.

La muerte en la necrópolis prehistórica de Los Algarbes

La necrópolis prehistórica de Los Algarbes se localiza en un afloramiento rocoso de calcarenitas relacionadas con una de las estribaciones de la colina de Paloma Alta a unos 120 m. s. n. m., junto a la ensenada de Valdevaqueros, en la orilla derecha del río del Valle.

Esta necrópolis fue objeto de distintas campañas de excavación arqueológica entre 1967 y 1972. Las fechas tan tempranas de estas excavaciones y el estado de conservación de las mismas impidieron contar con técnicas analíticas que facilitaran una reconstrucción del complicado mundo simbólico e ideológico de la necrópolis de Los Algarbes. Posteriormente, durante la década de los noventa, se realiza una intervención de limpieza y excavación, permitiendo, por un lado, ampliar el horizonte cultural de la necrópolis hasta finales del III milenio a. C., mientras que por otro, delimitar física y espacialmente el yacimiento. Igualmente, esta necrópolis prehistórica cuenta con trabajos que la contextualizan históricamente en el SO de la Península Ibérica.

Este sitio ha permitido la excavación de un total de diez estructuras funerarias, aunque se han documentado otras tantas. Éstas se pueden diferenciar en varios grupos atendiendo a sus características arquitectónicas: de construcción mixta, que tanto recuerdan a las estructuras megalíticas; con entrada lateral y acceso vertical. Igualmente, en algunas de ellas aparecen pequeñas hornacinas laterales que compartimentan el espacio comunitario, que posiblemente estarían separadas de la cámara principal por medio de una laja de roca, donde se rompe el espacio comunitario y se incide en el carácter individualizado. Todas ellas fueron concebidas con la finalidad de presencia y permanencia.

Necrópolis de Los Algarbes. Necrópolis de Los Algarbes.

Necrópolis de Los Algarbes.

Los rituales de enterramientos se pueden intuir a través de la documentación de algunos restos antropológicos localizados, los cuales nos permiten plantear, como hipótesis de trabajo, el carácter colectivo y secundario de los mismo, tal y como se ha podido constatar en la necrópolis prehistórica de Parada de Monte Bajo (Alcalá de los Gazules, Cádiz). Frente a esto, tendríamos que mencionar el enterramiento individual localizado en la estructura 1, documentado en posición anatómica, y colocado sobre el lateral izquierdo y con la piernas sobre el vientre, que nos informa del peso que va adquiriendo el individuo frente a lo colectivo. Todo ello nos puede informar sobre la convivencia de distintos rituales de enterramiento; o bien, el amplio espacio temporal de utilización de esta necrópolis, y la consiguiente documentación, no solo de distintos modelos de enterramiento, sino también de estructuras funerarias. Así, debemos entender el proceso hacia la individualización como gradual y para nada rupturista, que no afecta por igual a todas las comunidades del sudoeste peninsular.

El ajuar localizado en estas estructuras denota el estatus social de los allí enterrados en relación al resto de la sociedad. Será interesante contextualizar bien las ofrendas localizadas con los restos antropológicos y sus estructuras funerarias, con el objeto de profundizar en el ritual, en el simbolismo que acompañan a estos enterramientos y en su carácter diacrónico. Todo ello nos habla de la necesidad de retomar las investigaciones en esta necrópolis con planteamientos metodológicos actuales, que nos permiten dar respuesta a las nuevas preguntar planteadas fruto de la investigación.

Será interesante contextualizar bien las ofrendas localizadas para profundizar en el ritual, en el simbolismo que acompañan a estos enterramientos y en su carácter diacrónico.

Entre las ofrendas, podríamos destacar la presencia de distintos tipos de formas cerámicas (cuencos, vasijas globulares, platos,…), que unido a los restos de fauna (bóvido y ovicápridos) documentados, podrían relacionarse con rituales de comensalidad. Igualmente, la presencia de elementos claramente de prestigio, realizados tanto en diferentes tipos de rocas como hojas de sílex de grandes dimensiones, cuentas de collar… como metal, tales como alabardas, anillo de oro… Todo ello nos permite inferir como el liderazgo social de los allí enterrados se relaciona con las armas y el ornamente personal, aunque aquí también tendríamos que tener en cuenta el carácter diacrónico de estas estructuras.

La información arqueológica prehistórica obtenida tanto del contenido como del continente en la necrópolis de Los Algarbes, nos permite plantear para ésta una cronología relativa que comprende buena parte del III milenio a. C y de la primera mitad del II milenio a. C., donde se mantienen viejas tradiciones arquitectónicas del pasado (estructura mixta). Aunque no es descartable, tal como tendremos ocasión de comprobar más adelante, su probable perduración hasta época histórica como un lugar sagrado, de culto y de enterramiento.

Ideología de la muerte en el mundo fenicio-púnico

Por lo general no se puede hablar de unos ritos y unas creencias comunes para todos los territorios fenicios por su heterogeneidad cultural, debida, fundamentalmente, a la perduración de los distintos sustratos en cada área geográfica. De esta forma, encontraremos diversos tipos de enterramientos y diversos matices escatológicos según el ámbito geográfico en el que nos detengamos. A pesar de la heterogeneidad cultural sí existen algunos ritos comunes como son la realización de libaciones sobre las tumbas, para las que se realizaron huecos que conectaban las cámaras sepulcrales con la superficie, y, en algún caso, un complejo sistema de canales para que el líquido circulase. También fue bastante habitual la colocación de ofrendas en el dromos o corredor de acceso a las cámaras, una vez selladas las sepulturas, como se aprecia en Trayamar.

Tumbas y ajuares determinan, en primer lugar, que los fenicios y púnicos trataban de instalar a sus difuntos de una forma cómoda y bajo protección. Las tumbas fueron ubicadas como norma general en el subsuelo, para ser protegidas en primer lugar de su destrucción, para aislar a los difuntos y para preservarlos de cualquier violación. Los fenicios señalaban las tumbas en el exterior al igual que los cananeos y que los hebreos, con unas piedras talladas o no, a las que denominaban “massebat”. El difunto podía desarrollar en la tumba una vida material y tenía las mismas necesidades y los mismos gustos que los seres vivos. De ahí que también estuviesen expuestos a peligros de los que se debían proteger a través de los amuletos en metales o pasta vítrea, de figuritas y máscaras apotropaicas en terracota o piedra, como la encontrada en la Isla de Tarifa o las célebres navajas de afeitar. La clave del triunfo sobre la muerte fue sin duda la posesión de una tumba. Pocas cosas pueden ser más graves que la no posesión de una sepultura.

Plano del área de estudio y ubicación de yacimientos. Plano del área de estudio y ubicación de yacimientos.

Plano del área de estudio y ubicación de yacimientos.

Era habitual que las necrópolis se encontrasen alejadas del núcleo urbano y con un curso de agua por medio o se encontrasen, como en Rachgoun (Argelia) o Tarifa, en islotes cercanos a la costa. Hemos de tener presente que dentro de la ritualidad funeraria fenicia y púnica se advierte cierto miedo a los muertos. De ahí que, al considerar el agua un elemento purificador, coloquen a la ciudad de los muertos al otro lado de un curso de agua y a una distancia prudencial de la ciudad de los vivos. Este hecho se constata en numerosos yacimientos fenicios como el caso de la ciudad de Tiro, cuyas necrópolis se encuentran al otro lado del curso de agua denominado Ras el- Ain o en la necrópolis de Trayamar (Algarrobo, Málaga) donde los hipogeos funerarios fenicios se ubican al otro lado del río Algarrobo, justo en la orilla contraria del asentamiento del Morro de Mezquitilla.

Desde el punto de vista de las tipologías de tumbas, podemos decir que existieron varios modelos, generalmente identificados con grupos de población de diferentes estatus social, aunque ésta no era norma fija. El tipo de tumba por excelencia, o, al menos, el que ha aparecido con mayor profusión en la excavación de las necrópolis, es el hipogeo, es decir, la tumba de cámara excavada en la roca que podía ser individual o colectiva. A estos hipogeos se podía acceder desde un pozo vertical o desde un corredor. Este “dromos” o corredor podía ser una rampa lisa de piedra, un acceso escalonado, caso de los de Tarifa que nos ocupan, o de arena apisonada, con una inclinación aproximadamente de unos 25º.

En un principio las tumbas de cámara pertenecieron a las clases elevadas, ya que el resto de la población – que al menos tuviese el derecho a enterrarse– introdujo los cadáveres en fosas simples o cistas rodeadas de lajas de piedra. Tanto en un tipo de tumba, la más compleja, como en las más sencillas, aparecen los dos ritos fundamentales de enterramiento, es decir, la inhumación y la cremación. Dentro de los hipogeos, que a veces funcionarían como una especie de panteones familiares, podían aparecer individuos cremados, depositados en recipientes cerámicos o de alabastro y otros inhumados, colocados directamente sobre el suelo, sobre una cama realizada con materias vegetales o ya, más raramente, en sarcófagos.

Artículo publicado en el número 39 de Almoraima, Revista de Estudios Campogibraltareños (octubre de 2009).

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