Pontevedra CF - Real Balompédica | La crónica

Un punto de cordura (0-0)

  • La Balona, que torna a un juego más práctico, suma un valioso empate en Pontevedra

  • Los albinegros van de menos a más; la entrada de Masllorens en el descanso, determinante

Masllorens es ayudado a levantarse por un rival, este domingo en Pasarón

Masllorens es ayudado a levantarse por un rival, este domingo en Pasarón / Gonzalo García (Diario de Pontevedra)

Reza el dicho que rectificar es de sabios. Y casi todos los proverbios enconden una buena dosis de verdad. Algo de eso hizo Alberto Monteagudo con su Real Balompédica en Pontevedra. Menos toquecito insulso, que no le estaba sirviendo de nada, y más defensa. Más el equipo que se había visto en pretemporada, cuando levantó tanta ilusión. Los albinegros, que eso sí continúan sin ganar, sumaron un punto valioso, valiosísimo en muchos aspectos, en un escenario, Pasarón, en el que la estadística demuestra que pocos, muy pocos, son capaces de obtener algún botín. Un empatito que permite a la escuadra de La Línea seguir fuera de los puestos de descenso en esta complicadísima Primera Federación. Un punto de inflexión y nunca mejor dicho.

Dicho está que una cosa es predicar y otra, muy diferente, dar trigo. Monteagudo y algunos de sus jugadores defendieron durante la semana que a pesar de que no le ganaban a nadie era hora de perseverar en el jogo bonito. Que era el único camino válido. Pero a la hora de hacer la alineación el preparador albaceteño prescindió de Yassin Fekir, dio entrada al algecireño Álex Guti, que tiene alma de defensa y alejó un poco a los bandas de la media punta, donde a veces Toni García parecía un náufrago más que un atacante. Además sorprendió el míster, concediendo la titularidad a Joao Pedro para ocupar la vacante del lesionado Omar Perdomo. El brasileño fue de los mejores mientras tuvo fuelle, pero se le ve aún falto de ritmo de competición. Hay futbolista.

El primer tiempo fue peor, sin medias tintas, una Balona que a lo tanto lleva ya dos partidos sin marcar y sin que su marco sea profanado. Imprecisa, entregando muchas veces el esférico al rival en errores no forzados, con problemas para salir desde atrás porque el Pontevedra achuchaba. No encontraba la defensa a Antonio Romero y junto a éste se encontraba un Nico Delmonte que, como ya pasó ante el Mérida, parecía desubicado. El balance ofensivo visitante se redujo a un solo lanzamiento (y no precisamente a puerta), un disparo insípido de Víctor Mena desde la frontal.

En este primer capítulo, el Pontevedra atacaba siempre, porque los linenses lo intentaban con balones largos que no iban a ninguna parte. Gerard Oliva corría una y otra vez en balde. Debe resultar frustrante a ratos.

A pesar de ese dominio territorial incontestable, con continuas aperturas a banda para buscarle las cosquillas a los laterales, el conjunto gallego no sometió nunca al albinegro, travestido esta vez en amarillo.

Es verdad que en todo momento daba la sensación de que los de casa eran superiores pero ocasiones, lo que se dice ocasiones, tuvieron una. Eso sí, clara como el agua. Bustos la puso al segundo palo y Jesús Muñoz llegó a rozar lo justo para que Álex González llegase forzado y, con el marco vacío, rematase fuera. Un indulto en toda regla.

Durante el receso del vestidor la Balona hizo ajustes. Más que necesarios, por otro lado. El principal devolver a Jose Masllorens al puesto del que nunca debería haber salido. Desde el eje del centro del campo ayudó a que el equipo visitante ganase en presencia, diese mucha menos sensación de vulnerabilidad. Vaya a que fuese mejor. No había hecho méritos para salir del equipo e hizo lo que se le exige a un futbolista cuando se ve relegado al banquillo: reivindicarse en la primera oportunidad.

Si los primeros 45 minutos habían sido muy tácticos, los segundos aún más. Y a medida que avanzaba el reloj daba la sensación de que unos y otros miraban con ojos golosos el empate. Porque al final, dependiendo de las circunstancias, siempre es bueno no perder. En el caso de la Balona más, porque jugaba de visitante. Igual pudieron los linenses asumir un mayor riesgo en ese tramo final. Pero ¿y lo fácil que es opinar desde la barrera?

El resto de los cambios, con el partido bastante avanzado, no aportaron demasiado, pero la Balona no pasaba apuros y aunque tuvo alguna escaramuza (sobre todo un centro de Joao Pedro al que no llegó de milagro Toni García) tampoco es que metiera miedo.

El partido en Pasarón se fue apagando hasta extinguirse. Una Balona que fue de menos a más se trajo un punto, justo a tenor de lo visto sobre el césped, lleno de cordura. Un empate que marca, al menos fuera de casa, el camino a seguir. Un resultado para sentirse satisfecho, que debe aportar tranquilidad.

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