Real Balompédica - RM Castilla | La crónica

La Balona monta una tienda de regalos (1-2)

  • Los linenses entregan el triunfo al Castilla con dos errores que rentabiliza Sergio Arribas

  • Los albinegros responden al primer golpe, pero acusan las bajas y no reaccionan tras el segundo

  • Los de Escobar, que siguen fuera del descenso, suman una victoria en nueve jornadas

Connor Ruane se desespera mientras los jugadores del Castilla celebran un gol

Connor Ruane se desespera mientras los jugadores del Castilla celebran un gol / Andrés Carrasco

Unas veces por una cosa y otras, por cosas diferentes. Lo único cierto es que la Real Balompédica suma una victoria en nueve jornadas, que no gana en un Municipal que se antojaba su fortín desde el 22 de enero y que la dinámica es aún peor que la clasificación, que la mantiene, por un punto, en los puestos de permanencia en Primera Federación. Los albinegros obsequiaron al Real Madrid Castilla con un triunfo que al filial le sabe a gloria, pero que deja a los linenses muy tocados. Los de casa, que acusaron las bajas tanto en el once como con una palpable falta de fondo de armario, cometieron dos errores de bulto en el encuentro. Igual ante otro rival esas acciones pasan hasta desapercibidas. Pero cuando eso sucede ante un enemigo como el filial blanco y con Sergio Arribas -que además parece tenerle tomada la medida a este equipo- penaliza y mucho. Tanto que casi sale a gol por fallo y eso se traduce en derrota. En preocupante derrota.

El Balona-Castilla estaba para empate. Un resultado que parecía no disgustar ni a unos ni a otros. Pero el fútbol se vuelve mezquino con los que equipos cuando están abajo. Y dos gentilezas locales, la segunda de grandes dimensiones, permitieron a los de Raúl González Blanco sumar un triunfo valiosísimo sin haber hecho más méritos que los de casa. En el primer tiempo desde luego bastante menos. Pero esto va de meter goles.

La primera mitad fue muy buena. Por parte y parte. Pero sobre todo de una Balona implicada que no le hacía ascos a asumir protagonismo ante un Castilla con tres centrales que se limitaba a esperar su oportunidad. A sabiendas de que cuenta con tanta dinamita arriba que la va a rentabilizar. Y eso que la perla uruguaya Álvaro Rodríguez fue casi como si no hubiese venido.

Los de La Línea salieron tensos esta vez. Merodeaban con instinto el área de Mario de Luis y la tuvieron en el 13'. Clarísima. Omar Perdomo intentó sorprender al sacar al primer palo una falta escorada. El meta madridista sacó como pudo y el balón le llevó a Yassin Fekir que casi estaba levantado los brazos cuando Marvel se las ingenió para sacar de cabeza sobre la línea de meta.

Diez después llegó el 0-1, en una jugada que pudo (solo pudo) llegar precedida de falta de los visitantes. Unas de esas que a veces se pita y a veces, no. La diferencia en estos casos la marca contar con jugadores de tanto talento como Arribas (valiente pedazo de pelotero), que después de asociarse con Nico Paz (otro que tal baila) se fue acomodando el esférico hasta soltar un zurdazo inapelable. Los defensores no atinaron ni a dificultarle la acción. Antonio Romero dudó en salir a encimarle y su equipo lo pagó.

El tanto no amilanó a la Balompédica, que lo siguió intentando. De hecho en el 25 Mario de Luis tuvo que emplearse a fondo para abortar un disparo casi a botepronto desde la frontal de Masllorens. Y cinco después se asociaron por banda los de casa hasta que hicieron llegar el balón al brasileño Joao Pedro, que ejecutó un movimiento de nueve puro, se dio la vuelta y anotó por bajo.

La última antes del intermedio fue para Omar Perdomo -muy incisivo en la primera mitad- que en una posición franca cabeceó fuera. Mientras Raúl González le reclamaba no se sabe muy bien qué al árbitro camino de la caseta, el público despedía a los suyos con aplausos. Un reconocimiento más que merecido por lo que se había visto hasta entonces.

Alguien debió pisar algún cable secreto mientras los jugadores estaban en vestuarios, porque volvieron otros equipos. Durante el primer cuarto de hora sencillamente no sucedió nada. Parecía que albinegros y merengues hubiesen acordado un armisticio.

Y eso estaban todos los que pululaban por el césped, en dejar pasar placenteramente los minutos cuando De la Calzada debía poner el balón en juego después de una falta. En corto y desde el borde de su área. El meta le entregó literalmente el cuero a Arribas. Que igual si es otro la pelota acaba en el Peñón. Pero con este, no. Arribas ejecutó una vaselina perfecta e hizo el 1-2. Tampoco vale cebarse con Dela, que a todos los porteros les sucede alguna vez.

Y para qué engañarse. Ahí terminó el partido. El resto fue un epílogo vacío, casi indigesto. La Balona no reaccionaba. No sabía como meterle mano a un equipo ordenadito, con sus tres centrales. A base de tenerla un par de veces el conjunto de Escobar llegó a sembrar el sobresalto, pero poco más, en el área rival.

Con todo perdido el míster hizo un brindis al sol, le dio sus primeros minutos al granadino Fernando García y el tarifeño Adrián Galindo debutó en casa. El propio entrenador lo dijo en la rueda de prensa previa, no es el momento de los niños. Si ésa es el arma para buscar la salvación, mal vamos.

No sucedió nada más. Vaya como en casi toda la segunda parte. El Castilla, que salió del estadio aclamado después de pasar por la ducha, se llevó tres puntos que tienen un regusto a gentileza de la Balona. Un resultado que deja muy, pero que muy malas sensaciones. Solo la clasificación alivia un pelín la desazón. Pero eso, un pelín. Porque el problema no es perder con el Castilla. El problema es haber sumado un punto ante Badajoz y Unionistas.

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