A vista Del Águila

Tres miradas hacia la Algeciras de principios de los años 70 desde sus alrededores

  • A finales de la década de los 60, Miguel Ángel del Águila captó con su cámara la nueva fisonomía que iba adquiriendo la ciudad

Carretera N-340 hacia Algeciras.

Carretera N-340 hacia Algeciras. / Miguel Ángel del Águila

El final de los sesenta estuvo plagado de acontecimientos que conformaron la historia y la intrahistoria de la zona: se cerró la verja de Gibraltar y se consumó la desecación de la Janda; se inició la industrialización y se despoblaron canutos y cobujones; llegaron profesionales y técnicos, mientras dejamos de jugar a los meblis.

Fueron tiempos de terremotos, riadas, triunfos en Eurovisión y de cambios, de muchos cambios en la forma y en el fondo; en el aspecto y en la esencia de una ciudad cosmopolita y tolerante, desarraigada, acogedora y de escasa memoria, que con estas imágenes de Miguel Ángel del Águila recordamos.

Fotografía nº 1

Una soleada tarde de mediados de enero de 1970, el joven fotógrafo se encaramó a las cubiertas de Celupal, la flamante celulosa ubicada en la margen derecha del río Palmones. Sin embargo, la vista Del Águila se dirigió en dirección contraria, hacia la Nacional 340 camino de una Algeciras que ni se atisba. Llama la atención el mar abovedado de copas de pinos que entonces aún conformaban lo que conocíamos con la redundancia de Los Pinares. En poco difería este espacio con el que describió treinta años antes José Luis Cano en sus Sonetos de la Bahía.

Se ve algún que otro chalé semioculto por la vegetación cerca de una estrecha calzada donde apenas se asomaban recoletas casas burguesas, instalaciones castrenses y alguna que otra sala de fiestas que vieron recibir al equipo local en las eufóricas y contadas jornadas de triunfo. Operarios de la fábrica hablan junto a la barrera levantada; escaso tráfico por la calzada: algún seiscientos, algún vehículo militar camino de algún acuartelamiento comarcano y vacas pastando en crecidos prados invernales. Solo las blanqueadas casas de recreo hacen presagiar la cercanía de una ciudad apenas presentida.

Fotografía nº 2

Panorámica de la ciudad desde el cerro de los Adalides. Panorámica de la ciudad desde el cerro de los Adalides.

Panorámica de la ciudad desde el cerro de los Adalides. / Miguel Ángel del Águila

Dejadas atrás las sombras de Los Pinares y la Granja militar, la vía se ceñía a la curva que bordeaba el cerro de los Adalides, donde se alzaba la torre medieval homónima, cuya estratégica situación fue aprovechada en tiempos más cercanos por el ministerio del Aire para ubicar la casita de las Palomas. Hasta allí se dirigió el fotógrafo para tomar esta imagen del extremo norte de la ciudad una veraniega tarde de poniente de 1970.

Tras la reseca vegetación y los resistentes palmitos del primer plano se observa alguna que otra vivienda diseminada del Hoyo de los Caballos, antiguo enterramiento de équidos y el cruce de dos vías: desde la izquierda contados vehículos suben para incorporarse a la Nacional 340 que discurre por el extremo derecho entre las actuales rotondas del Milenio y del Pandero. Como cerro testigo de tierras aún no holladas se eleva el otero donde se acabó erigiendo el acuartelamiento de la Guardia Civil. En un tercer plano, la ciudad, que avanza de forma desbordada, mostrando su habitual y poco planificado perfil vertical.

En el extremo izquierdo se observa la cuesta del Rayo, donde se alzan edificaciones de concesionarios automovilísticos hoy reconvertidos. En la curva del paseo aún marítimo, junto a los bloques militares, se observan altos edificios, la esquina de Orillo en fases iniciales de construcción, promociones Santiago y toda la Reconquista, entre cuyos bloques se construyen viviendas de maestros del futuro colegio de santa Teresa. Por delante de las frondas del parque, se esquinan edificios de ladrillo visto del final de la Avenida, cuya continuidad recta se vio truncada con la ejecución del nuevo barrio. Aún puede verse el extremo del chapitel curvo de la torre de la Palma, el blanco perfil del Ambulatorio, la urbanización Carteya y el mercado del Hotel Garrido, frente al que se extendía una precaria zona de viviendas donde aún se podían encontrar techos de uralita entre calles sin asfaltar.

En un plano posterior se adivina la inmensa arboleda de los jardines del hotel Cristina y los de la aledaña villa Smith, delante de los resecos campos de la punta de San García. Al fondo, punta Carnero, la embocadura del Estrecho y Ceuta. Como siempre sucede, la tierra, el mar y el cielo son los que permanecen.

Fotografía nº 3

Barriada en la Reconquista, en su fase final de construcción. Barriada en la Reconquista, en su fase final de construcción.

Barriada en la Reconquista, en su fase final de construcción. / Miguel Ángel del Águila

Esta imagen establece un diálogo con la anterior. Apenas ocho meses antes, el fotógrafo volvió a elegir una posición elevada para conseguir una buena perspectiva. Está tomada desde la terraza de un edificio frontero con el de Orillo, como lo demuestra la alargada sombra invernal que se proyecta junto a la estrecha calzada que, desde la glorieta del Ave María, orillando la cuesta del Rayo, busca la carretera general. Sin embargo, el foco no se centra en estos detalles, sino en la nueva barriada de la Reconquista, en una fase final de construcción, aún sin ajardinar.

A estos bloques fue a vivir un buen número de habitantes llegados a su nueva tierra de promisión. Muchos de ellos cambiaron un suelo de terrizo por el de las baldosas rojas de estos nuevos edificios, tuvieron por vez primera cuarto de baño y se protegieron por fin de los temporales con ventanas de paños de cristal y marcos de hierro. A la izquierda se asoma la nueva plaza de toros que tomó el nombre de las Palomas, como la casita que con su siempre solitario, altivo y desafiante eucalipto custodiaba la antigua torre alfonsí de los Adalides, sobre un cerro pelado de vegetación como todos los que rodeaban la urbe en aquellos tiempos. En primer plano, el espacio sobre el que se trazó en el tramo de la izquierda el desvío subterráneo del cauce histórico del río de la Miel, pero eso aún no sale en la foto.

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