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Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El antiguo Calvario (V)

Observatorio de La Trocha

El busto del general Castaños estuvo situado en la avenida de las Fuerzas Armadas, aunque fue propuesto para coronar el antiguo obelisco que había en la plaza Alta

Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El antiguo Calvario (IV)

La estatua del General Castaños en el parque María Cristina de Algeciras. / S. F. U.

- Doctor en historia, cronista oficial de Algeciras, presidente de la Asociación La Trocha y de la Sección 2ª del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Grupo de investigación PAI-HUM 1130, de la Universidad de Cádiz.

Algeciras, 29 de agosto 2025 - 04:01

Tras completar en nuestra entrega anterior el primer tramo de la avenida del Calvario o actual de Blas Infante, recordemos que, el primer tramo es una cuesta, correspondiente orográficamente a las laderas de San Isidro y que, desde la plaza de Andalucía, parte hacia el mar. Iniciamos aquí el tramo segundo, mucho más horizontal al suponer la prolongación hacia el norte de la plataforma donde se asienta la plaza Alta y donde con más fidelidad se urbanizó siguiendo el trazado de Verboom.

Este tramo, partiendo del piedemonte en la citada cuesta, o sea la avenida de las Fuerzas Armadas, llega hasta la del Capitán Ontañón en la acera norte, sector que ocupa casi por entero el parque María Cristina, mientras que la acera sur es la comprendida entre las salidas de las calles Ancha (Regino Martínez) y Convento (Antigua Imperial y hoy de Alfonso XI). Como todo este espacio ciudadano, su trazado de oeste a este se debe a las murallas medievales, ocultas hoy bajo el pavimento de la avenida.

En el eje central de la Avenida estaba el monumento conmemorativo al Regimiento de Artillería, una armoniosa alegoría, naturalmente basándose en cañones, pero de modesto tamaño para la importancia de lo representado. A consecuencia de la remodelación del tramo de avenida paralelo al parque, al parecer ese monumento va a ser trasladado a un emplazamiento más vistoso y acorde con su espíritu, concretamente en la plaza que se va a dedicar a Diego Valencia, el sacristán de la Palma asesinado en el atentado yihadista de 2023.

El conjunto se creó en honor al 50 aniversario del Regimiento Mixto nº 5 de Artillería y a su implicación e importancia para Algeciras. La composición se basa en tres cañones cruzados, al modo que en términos militares se conoce como “armar pabellones”, que designa cuando tres fusiles se enganchaban por sus extremos para mantenerlos verticales al formar un trípode y así no tener que dejarlos en el suelo. Este “pabellón” de cañones tiene en su centro un mástil sobre el cual está el escudo del regimiento, todo sobre una base en forma de prisma triangular con inscripciones en sus caras.

Conjunto del monumento al regimiento de artillería. / E.S

El monumento se completa con una cadena que lo rodea, mantenida por proyectiles de artillería a modo de bolardos. Aprovechamos para recordar que Juan Carlos Martín Matilla, experto de la Trocha en arquitectura, ha estudiado nuestros monumentos callejeros, en su exhaustivo trabajo sobre el patrimonio arquitectónico y artístico de Algeciras y a sus artículos publicados en Europa Sur remitimos al lector interesado en estos temas.

El General Castaños, (1757-1852) cuyo busto estuvo en esta avenida, fue una de las personas que más influyeron para elevar Algeciras a la importancia urbana y administrativa que hoy disfruta y por ello la ciudad le ha recordado bautizando en 1892 con su nombre a la céntrica calle de Carretas, eje en sentido este-oeste del casco histórico y con el de Bailén la pequeña calle de las Damas, paralela a la anterior y también en pleno centro de la ciudad. Se conserva de este prócer un retrato pintado, en el Museo Municipal y en los años sesenta del pasado siglo, se bautizó como General Castaños un importante grupo escolar, siendo tal vez este el homenaje más útil socialmente hablando.

El asunto del busto viene de antiguo, pues ya hace casi dos siglos, en 1827, se propuso rematar la gran columna de tipo triunfal que sustituyó al primitivo obelisco de la plaza Alta, con un retrato del general, pero este declinó humildemente el merecido honor. Aunque pueda parecer difícil, a la larga fue la causa de la injusta destrucción total de este monumento, una prueba más de la estulticia que periódicamente ha golpeado nuestra insólita ciudad.

El monumento en los años cincuenta del pasado siglo. / E.S

La pieza que nos ocupa se conserva en la actualidad dentro del parque, en la esquina derecha de la calle o paseo central, que fue bautizado en 2008 como Paseo de los Voluntarios de Algeciras en la batalla de Bailén, cuyo bicentenario se celebraba ese año. Fue un emotivo acto de recreación histórica militar, cuyo principal protagonista fue la “Compañía de voluntarios suizos de Reding” que, con sus vistosos uniformes y armamento de época, realizaron espléndidas maniobras. Fue durante el mandato del alcalde Tomás Herrera Hormigo, que presidió el acto.

La parte esencial del monumento es un busto en hierro, pintado imitando bronce que representa a Castaños en su ancianidad. La historia de esta obra comienza hacia 1848, cuando el gran retratista Vicente López (1772-1850) realizó del héroe de Bailén un retrato al óleo hoy conservado en la Colección Duque de Bailén (Toledo). Este cuadro inspiró al escultor José Piquer y Duart (1806-1871) para realizar el busto, (75 x 56 x 33 cms) modelado en 1850, y basándose en su vaciado de escayola se fundieron en la fábrica de Trubia el año 1855, cinco copias realizadas en hierro. De ellas se sabe que una se conserva en la galería de presidentes del Senado (Castaños fue el primer presidente de la Cámara del Estamento de próceres del Reino, precursora de la cámara alta) mientras que otro se localiza en el Museo del Ejército.

Es obra muy correcta, que delata a un buen artista y según la tradición, está fundido utilizando el metal de cañones franceses tomados en la llamada guerra de la independencia, librada contra Napoleón Bonaparte entre 1808 y 1814. Existen leyendas semejantes alrededor de algunas esculturas, más en este caso obran en favor de esa afirmación, en primer lugar, lo insólito del material, hierro, muy poco utilizado en escultura y el hecho de que la fábrica de Trubia era una famosa fundición de cañones, la más importante de España. Al menos estas circunstancias pueden estar relacionadas con el origen de la tradición. Un gran historiador del Arte y miembro de la Trocha, Andrés Bolufer Vicioso, ha rastreado el origen y llegada a la ciudad de esta obra de arte.

Cuadro de Vicente López del general Castaños, que sirve de inspiración al busto del general Castaños de José Piquer. / E.S

El ejemplar de Algeciras llegó a la ciudad en 1948, durante el mandato del alcalde Ángel Silva Cernuda, (1948-1956) tan recordado en la ciudad, y el sábado de feria de ese mismo año fue instalado en la mediana de la actual avenida, ante el parque María Cristina. Estaba sobre un airoso pedestal tronco-cónico, lo rodeaban cadenas que pendían de poyetes y cumplía con toda dignidad su cometido de honrar a aquel protector y benefactor de Algeciras.

El monumento ha sufrido varios cambios de emplazamiento y la primera fue en 1971, cuando, por causas que explicaremos en nuestra próxima entrega, no se puso en práctica la primitiva idea municipal sobre el monumento de Alfonso XI, se precipitó la instalación del mismo y no se encontró mejor lugar de emplazamiento que el del busto del General Castaños, cuando el gran rey podía haber sido instalado en el cruce.

Por aquel entonces, el gran decorador Juan Antonio Valdés, ya citado en una anterior entrega, era el “factótum” de todo lo relacionado con el ornato dentro del ayuntamiento de Algeciras, y él forzó el cambio. No fue una decisión afortunada, pues la estatua del rey hubiera tenido más visibilidad en otro lugar, por ejemplo, en el inicio de la cuesta, naturalmente en su eje y mirando hacia el sur, o bien en el cruce de la actual avenida de las fuerzas armadas-calle ancha, con la actual avenida de Blas Infante. Y el busto del general se trasladó al interior del parque, donde era muchísimo menos visible.

El artista José Piquer. / E.S

Para enmendar el error, Valdés situó el busto en un lugar muy acertado del parque, ante un frontón de aire muy clásico que ornamentaba el centro de la tapia que separaba el parque de la avenida Capitan Ontañón. También se trató de potenciar el monumento, ornamentar el entorno y para paliar el “exilio”, se instalaron rótulos callejeros para inducir a la visita en el nuevo emplazamiento. Creemos recordar que alguno había incluso en la plaza Alta. Pero la cosa no terminó ahí, pues incomprensiblemente, el monumento potenciado por Valdés, fue desmontado y el busto, sin más acompañamiento, se instaló en los jardines, no sin antes sufrir un proceso “de embellecimiento” que alteró brutalmente su aspecto, pues se le aplicó un baño metalizado de color que más o menos recordaba al cobre y que por fortuna, más adelante se hizo desaparecer por completo. Posteriormente, el Ayuntamiento se preocupó de la limpieza y mantenimiento de la pieza, por parte de una acreditada restauradora.

Sería de plena justicia sacar el busto de su anodino emplazamiento y situarlo en lugar más adecuado, formando parte de un conjunto que diera más énfasis a la figura histórica, por ejemplo, en la plaza Alta o en la nueva escalinata que se proyecta sobre el paseo marítimo.

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