Ocio
El tiempo para el puente en el Campo de Gibraltar

Conquista de Algeciras por Muhammad V en 1369 y destrucción de la ciudad

Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

El abandono cristiano de las fortalezas permitió una breve campaña al sultán de Granada, que embistió las murallas con máquinas de guerra y dardos "que venían a ser como una sombra que ocultaba el sol"

Comerciantes catalanes y valencianos en la Algeciras cristiana (1345-1369)

Torre de flanqueo excavada en la prolongación de la Avenida Blas Infante con los efectos de la demolición realizada por los zapadores del rey Muhammad V.

El 4 de febrero de 1345 el rey Alfonso XI otorgó un “Ordenamiento Regio” de contenido breve, dirigido a todas los habitantes del reino, pero especialmente a la ciudad y al Concejo de Algeciras, donde la falta de una legislación local, la heterogeneidad y, en ocasiones, baja extracción social de los repobladores y la necesidad de respaldar las decisiones de los jueces requerían una normativa severa sobre organización judicial y orden público que lograra mantener el control de una población no siempre dispuesta a seguir los mandatos emanados de las autoridades locales o territoriales.

Sin embargo, eran muy numerosas las quejas que llegaban a la Corte denunciadas por el alcalde mayor, don Álvar García de Illas, y por algunos regidores de la ciudad debido a los desórdenes provocados por ciertos repobladores acogido al llamado “Derecho de Asilo” (“homicianos” los denomina la documentación de la época), que no se sometían ni obedecían las normas dictadas por el Concejo local, lo que hizo que el rey de Castilla tomara decisiones punitivas, al margen de obligar a los alcaldes-jueces de la ciudad a actuar con severidad castigando a los infractores.

Esta situación de inestabilidad social venía a unirse a la general crisis económica y demográfica y a los brotes de la llamada Peste Negra que devastaron amplias zonas del reino. Numerosos lugares quedaron convertidos en despoblados. Estos brotes epidémicos, no sólo impedían la formación de excedentes de población que pudieran ser enviados a los nuevos territorios conquistados, sino que provocaron el abandono de zonas recientemente repobladas. En las Cortes de Burgos de 1345 los procuradores se quejaban de que “en este año fue muy gran mortandad en los ganados, y otrosí la siembra fue muy tardía por el muy fuerte temporal de muy grandes nieves.... y el pan y las carnes se encarecen cada día”. En Alcalá de Henares, tres años más tarde, vuelven a recogerse las quejas de los procuradores por los temporales que hubo en el año 1347, “pues se perdieron los frutos del pan y del vino y de las otras cosas”.

Tras la muerte de Alfonso XI en 1350, la pugna entre el rey Pedro I y su hermano Enrique de Trastámara desembocaría en una larga guerra civil que repercutiría negativamente en el proceso de repoblación de las ciudades cercanas al Estrecho, provocando un peligroso estado de indefensión de tan estratégicas plazas. Todas estas circunstancias adversas condujeron, tras la muerte del rey Pedro I, el 23 de marzo de 1369, a que el sultán de Granada -que había sido un leal aliado del rey Pedro I- aprovechara el vacío de poder y atacara la ciudad de Algeciras en el mes de julio.

Asesinato del rey Pedro I por su hermano el Conde de Trastámara en el campamento de Montiel en marzo de 1369.

El cronista Ibn Jaldún relata así los acontecimientos que acabaron con la conquista de Algeciras por los granadinos: “Durante este período de turbaciones (la última fase de la guerra civil), los cristianos habían abandonado el mantenimiento de las fortalezas que defendían su país cerca de la frontera musulmana; por ello, los verdaderos creyentes concibieron la esperanza de recuperar la ciudad de Algeciras que, en otro tiempo, había formado parte de su imperio. El soberano del Magreb (el emir de Fez) no podía emprender personalmente tan importante empresa, pues se veía obligado a emplear todos sus recursos en reprimir las insurrecciones en sus territorios; pero rogó a Muhammad V que dirigiera su ejército contra Algeciras, prometiéndole pagar el sueldo de la tropa y proporcionándole una flota... Hizo enviar al rey de Granada varios cargamentos de dinero, mientras equipaba la escuadra en Ceuta. Los navíos se hicieron a la vela y fueron a bloquear el puerto de Algeciras. Muhammad V pagó a sus hombres, organizó sus tropas y, provisto de máquinas de guerra, embistió la ciudad. Apenas transcurridos unos días, la guarnición cristiana, perdida toda esperanza de ser socorrida, reconociendo que su derrota era inevitable, solicitó una capitulación, obteniendo tan buenas condiciones que los cristianos se apresuraron a evacuar la plaza”.

Conquista nazarí y tercer período granadino

La ciudad de Algeciras estuvo en poder de Castilla veinticinco años. En el mes de julio de 1369 -como se ha referido- el estratégico enclave portuario, cuya conquista tantos esfuerzos había costado al rey Alfonso XI, volvió a soberanía musulmana tras una breve campaña acometida por el rey Muhammad V de Granada. El propio monarca nazarí, en una carta dirigida al sepulcro del profeta Mahoma, relata con estas palabras la toma de Algeciras: “Entonces nos dirigimos a Algeciras, puerta de esta patria por donde vino el tranquilizador Levante de la Verdad (la invasión de Tariq Ibn Ziyad y Musa Ibn Nuzayr) cuyo esparcimiento disipó la mentira. Los muslimes atacaron la ciudad por cuantas partes les permitía. Lanzaron sobre ella tal cantidad de dardos que venían a ser como una sombra que ocultaba el sol. Montaron sobre elevadas escaleras que dominaban las murallas de la ciudad. Abrieron brecha, arrojaron sobre ella el tormento y se apoderaron de su hijuela Al-Binya… Después se dirigieron los esfuerzos de los creyentes contra la ciudad grande y rodearon como un muro a la muralla de aquélla y se aproximaron a ella con máquinas de batir… Luego abandonó Dios a los infieles… Entonces fue solicitado por ellos el salvo conducto para su salida… La ciudad fue rápidamente purificada de su infidelidad y los altos minaretes dieron voces llamando a la oración pública. La ciudad recobró sus mejores galas. Después de los terrores sufridos quedó tranquila y volvieron a ser abundantes sus riquezas. Esta ciudad es, entre las del Islam, como un collar en la garganta”. El historiador granadino Ibn al-Jatib refiere que la ciudad se rindió a los tres días de iniciado el asedio.

Fragmento de la carta enviada por Muhammad V al sepulcro de Mahoma relatando cómo conquistó Algeciras (Códice nº 1825. Monasterio de El Escorial)

Con el nombramiento de un gobernador, la purificación de las antiguas mezquitas -convertidas por los cristianos en iglesias-, la probable reactivación de la actividad mercantil y el establecimiento de una guarnición armada, Algeciras recuperó parte del tono perdido a lo largo de la convulsa etapa castellana. Las murallas, cuyo mantenimiento se había abandonado en el reinado de Pedro I, fueron reparadas y el puerto fue de nuevo foco de comercio con Aragón, Túnez y Marruecos (según refiere Mujtar al-Abbadí), el cual menciona a Algeciras y a su arsenal como una de las bases navales de los nazaríes en tiempos de Muhammad V.

Imposibilidad de mantener Algeciras: destrucción de la ciudad

Pero, las dificultades con que se encontró el sultán granadino para repoblar el extenso término de Algeciras, reactivar sus funciones portuarias y la economía de la ciudad y dotar de guarnición a su doble recinto defensivo fueron similares a las que se encontró el rey de Castilla veinticinco años antes, cuando el 28 de marzo de 1344 entró en Algeciras. Serían, por tanto, el fracasado proceso de repoblación de la ciudad y la imposibilidad de mantener bien defendida y abastecida tan estratégica plaza, al mismo tiempo que se sucedían importantes cambios en Castilla (muerte de Enrique II en 1379) y en las relaciones entre Granada y Fez (expulsión de los meriníes de Gibraltar en 1374), lo que hizo que Muhammad V tomara la decisión de destruir la ciudad y abandonarla para evitar que el enemigo castellano o los norteafricanos pudieran volver a ocuparla cuando ya poseían en la bahía la ciudad de Gibraltar, un enclave prácticamente inexpugnable.

Pico-azuela utilizado por los zapadores nazaríes hallado entre las cenizas en el interior de la torre demolida, citada anteriormente (Museo Municipal de Algeciras).

Las fuentes que tratan sobre la destrucción y el abandono de la ciudad de Algeciras por los granadinos no son coincidentes en las fechas. Sin embargo, se puede afirmar que debió ser en torno al año 1379 -una década después de la conquista nazarí- cuando el sultán Muhammad V ordenó la demolición de su recinto defensivo, la destrucción y el expolio de las edificaciones de carácter público y privado: alcázares, palacios, mezquitas, baños y alhóndigas; el cegamiento del puerto interior y el posterior incendio de lo que quedaba en pie. Los restos de ceniza y carbón que amortizan las viviendas excavadas entre los años 1996 y 2005 demuestran que fue un incendio generalizado lo que acabó definitivamente con la ciudad. Esas evidencias de derrumbes e incendios han sido documentadas en los solares de la antigua Fábrica de Fideos, números 18 y 20 de la calle General Castaños; en la calle Rafael de Muro, 8 y 10; en la calle Cánovas del Castillo, nº 5 y en la calle Alférez Villalta Medina nº 5 y 7.

Ante el fracaso de repoblación y la imposibilidad de mantener la urbe, el sultán optó por quemarla hasta los cimientos

Hasta tal punto fue arrasada la ciudad que Ibn Jaldún señala que “a la mañana siguiente se hallaba tan arruinada como si no hubiera estado habitada la víspera”. Muhammad V siguió el consejo de Don Juan Manuel en su Libro de los Estados -que escribió-: “Cuando las fortalezas que (un rey) viere que no las puede defender, o las derribe ó las deje en tal manera que no le pueda de ellas venir daño”.

Destruidas las murallas, colmatado el foso e incendiadas las viviendas, Algeciras dejó de existir como ente urbano. Sus términos quedaron abandonados hasta que vecinos de Tarifa y de Jerez comenzaron a aprovechar sus dehesas y frecuentar sus aguas para la pesca. Tras la conquista de Gibraltar por el rey Enrique IV, éste concedió los términos de “las Algeciras” al Concejo gibraltareño, lo que suscitó un largo pleito entre el Duque de Medina Sidonia y Tarifa que se falló, mediante sentencia definitiva a favor de Gibraltar dada en el año 1514 (asunto que se analizará en el siguiente capítulo).

Espada de protocolo de Muhammad V con la inscripción que dice: “A espadas y a la fuerza en Algeciras entraste abriendo una puerta antes cerrada”.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último