Comerciantes catalanes y valencianos en la Algeciras cristiana (1345-1369)
Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)
La repoblación de los territorios fronterizos cercanos al Estrecho sería lenta y siempre insuficiente
En los meses siguientes a la conquista de Algeciras se llevaron a cabo donaciones de tierras, casas, huertas y otros bienes raíces
Capitulación de la ciudad y la Algeciras cristiana (1344-1369)
Una de las primeras actuaciones del rey Alfonso XI, una vez que hubo tomado posesión de la ciudad de Algeciras el 28 de marzo de 1344, fue establecer un concejo municipal (como se ha referido en un anterior capítulo) encargado del gobierno y la administración del enclave, proceder al repartimiento de las casas y de las propiedades abandonadas por los musulmanes y dotar a las autoridades locales de unas normas legales para asegurar el buen gobierno de una sociedad que, por su cercanía a los territorios del reino de Granada, presentaba enormes dificultades para su repoblación y una inestabilidad crónica inherente a la condición social de algunos de sus pobladores.
1. El proceso de repoblación y donaciones de propiedades a la nobleza
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los monarcas castellanos y de haberse procedido a un primer repartimiento de la ciudad, la repoblación de los territorios fronterizos cercanos al Estrecho sería lenta y siempre insuficiente. Los nuevos pobladores debían poseer unas especiales características, puesto que los objetivos de la Corona eran tanto sentar las bases demográficas para posibilitar la incorporación de los nuevos territorios al reino castellano y a los circuitos económicos de la Andalucía occidental, como habilitar su defensa y poder rechazar un previsible ataque musulmán.
Para atraer y, sobre todo, poder mantener nuevos pobladores en las inestables y peligrosas plazas fronterizas, los reyes de Castilla continuaron aplicando los tradicionales recursos que tanto éxito habían alcanzado en el siglo anterior en los procesos repobladores de la Andalucía occidental, como eran la concesión de fueros, cartas-pueblas, privilegios y franquicias a aquellos lugares que se deseaba repoblar. La necesidad de consolidar la repoblación de esos lugares amenazados había dado lugar a la existencia de un auténtico derecho fronterizo cuyos elementos básicos eran las exenciones tributarias y los privilegios concedidos a los repobladores —entre ellos el “derecho de asilo”— que, generalmente, se recogían en las cartas-pueblas concedidas a los concejos establecidos en las ciudades conquistadas. Pero, a pesar del atractivo que podían representar estos privilegios, el número de pobladores que llegaba a estos aislados enclaves situados en la frontera del Estrecho era tan escaso que las ciudades de la zona se encontraban siempre en grave peligro por falta de defensores.
Que en los meses siguientes a la conquista de Algeciras se llevaron a cabo donaciones de tierras, casas, huertas y otros bienes raíces es algo que está suficientemente documentado, aunque no se conserve el libro de repartimiento donde se debieron recoger las citadas donaciones de acuerdo con la categoría social de los receptores, su participación en la campaña de conquista o la importancia de las instituciones que participaron en dicho repartimiento.
Sí se conserva un revelador documento, fechado dos meses después de la entrada de los castellanos en la ciudad, en el que se recoge la donación otorgada al almirante mayor de Castilla, don Egidio Bocanegra. Se trata de un privilegio dado en Sevilla el 25 de mayo de 1344 por el que el rey Alfonso XI hace merced a don Egidio de “unas casas con su huerta en la villa de Algeciras, a las cuales casas dicen el alcázar de Manifle. Y les da las dichas casas y huerta con todas las otras casas que se contienen en la barrera que está a las espaldas de la calle de Génova”.
Con estas y otras donaciones el rey de Castilla aspiraba a vincular los intereses de la nobleza con la ciudad recién conquistada con el fin de facilitar su repoblación y asegurar la defensa del enclave. En el caso de don Egidio, el rey debió tener un especial interés en otorgarle bienes raíces en Algeciras por la atracción que tan destacado personaje representaría para los mercaderes y comerciantes de la Señoría de Génova.
La familia real y la alta nobleza castellana que había participado en el cerco recibieron, igualmente, importantes donaciones, siendo el rey especialmente generoso con doña Leonor de Guzmán, los hijos de esta y otros miembros de su familia. Así, sabemos que en 1349 doña Leonor donó a su hijo, don Fadrique, maestre de Santiago, diversos bienes ―molinos, casas, tiendas y huertas― en Algeciras, que ella había recibido del rey cuando se hizo el repartimiento de la ciudad. La Orden de Santiago, recibió heredades donde se estableció una de sus encomiendas. También recibieron propiedades en Algeciras el obispo de Cádiz y los canónigos de su iglesia.
2. Catalanes y valencianos en la Algeciras cristiana. El Cónsul Jaume Tolsa
Pero el rey de Castilla, en su afán por repoblar y consolidar la vida social y económica de la recién conquistada ciudad, hizo un especial hincapié en favorecer el establecimiento en la ciudad de comerciantes y mercaderes catalanes y genoveses (verdaderas potencias económicas y mercantiles de la época).
El esfuerzo militar y económico realizado por el rey Pedro IV de Aragón en el cerco de Algeciras había situado en una posición privilegiada a este reino en el momento de procederse al reparto de propiedades y recibir concesiones y privilegios de tipo comercial. Algeciras se hallaba situada en una zona de gran valor estratégico para los estados mercantiles mediterráneos, principalmente catalano-aragoneses y genoveses —paso obligado y puerto de escala en las rutas hacia el litoral atlántico y el mar del Norte—, y gozaba de una larga y reconocida tradición como puerto comercial y de enlace con otros del norte de África como Ceuta y Tánger.
Estas características hacían de su puerto un enclave de notable interés para estos estados mercantiles en expansión que habían participado activamente con barcos, hombres, vituallas y dinero en el cerco y conquista de Algeciras y que aspiraban a reforzar los intercambios que ya mantenían con la costa atlántica hispana y magrebí. El Tratado de Algeciras de 1344 posibilitó el establecimiento de una etapa de relaciones pacíficas entre los reinos contendientes y la mejora de los niveles de intercambios mercantiles entre los estados cristianos y musulmanes en los entornos del Estrecho.
Es muy abundante la documentación conservada en el Archivo de la Corona de Aragón que viene a confirmar la presencia de mercaderes catalanes y valencianos en Algeciras entre 1345 y 1369 en torno al consulado de los catalanes, fundado en los meses siguientes a la conquista cristiana, bien como residentes o comerciantes ocasionales que accedían al puerto algecireño para vender o distribuir sus mercancías.
Un documento de 1345 menciona al cónsul de los catalanes en Algeciras, un tal Jaume Tolsa, que defendía los intereses de los comerciantes de la Corona de Aragón en la ciudad y que había sido tomado preso por Alvar Pérez de Guzmán, alcaide de la ciudad, en represalia por un agravio cometido por corsarios valencianos. En ese mismo año, una coca mallorquina, que hizo escala en Algeciras en su viaje comercial con destino a Lisboa, fue capturada por el alcaide mayor de la ciudad cuando se aprestaba a desembarcar determinadas mercancías en su puerto. Las autoridades algecireñas le confiscaron la carga que transportaba y, aunque intervino en su defensa el cónsul de los catalanes, no le fueron devueltas las mercancías, teniendo que intervenir el propio rey de Aragón. Otro documento, fechado en 1347, identifica a este Jaume Tolsa como “conseller dels cathalansen Algecira d’Alfadre”.
Tres años más tarde, en 1359, vuelve a mencionarse el consulado catalán algecireño en una carta enviada por Pedro IV a los cónsules de esa ciudad, de Cartagena y Sevilla instándoles a que volvieran a Aragón todos los catalanes que residieran en las citadas ciudades, a causa de la guerra iniciada entre Aragón y Castilla. Del contenido de este escrito y de otros documentos conservados, fechados entre 1359 y 1369, se deduce que la actividad comercial desarrollada por los mercaderes catalanes y valencianos en la ciudad de Algeciras se vio perjudicada por la guerra entre el rey Pedro I y su hermanastro el Conde de Trastámara. El apoyo de Aragón a dicho conde debió provocar un descenso importante en el nivel de intercambios entre los puertos catalanes y valencianos y Algeciras. En algunas cartas se denuncian las requisas de mercancías a naves catalanas llevadas a cabo por las autoridades de Algeciras.
En cuanto a los productos comercializados por los mercaderes catalanes en Algeciras, se mencionan, en los viajes de venida, madera, vino, arroz, miel, pimienta, cerámica de mesa de Paterna, paños y cuchillos. En los viajes de retorno transportaban atún en jarras o mojama de atún y cueros magrebíes. Los líquidos y áridos eran portados en tinajas. Una de ellas se conserva en el Museo Municipal.
La importancia de los intercambios comerciales desarrollados por los catalanes y valencianos en el puerto de Algeciras, ha sido confirmada a través del registro arqueológico. En el Museo Municipal se halla depositado, procedente de diversas intervenciones arqueológicas, más de un centenar de fragmentos y algunas piezas completas de cerámica de mesa valenciana de estilo gótico-mudéjar que, de acuerdo a los estudios realizados en yacimientos levantinos, se han de datar dentro de un período cronológico que abarca desde 1345 hasta principios del siglo XV. En el caso de Algeciras, estos materiales de origen valenciano deben ser datados entre 1344 y 1369.
Según lo expuesto, es necesario poner en relación los abundantes testimonios cerámicos de procedencia valenciana hallados en Algeciras con la existencia de la colonia de comerciantes catalano-aragoneses establecida en torno al Consulado de los Catalanes que tendrían en el abastecimiento de cerámica valenciana de Paterna destinada al servicio de mesa de los cristianos asentados en la ciudad y de otros productos de primera necesidad unas de las más pujantes ramas de su comercio.
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