ESTAMPAS DE LA HISTORIA DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Makrios, un griego en Iulia Traducta y Carteia (I)

  • Nikolaios Makrios fue un comerciante griego que murió en el año 616 y recibió sepultura en la necrópolis paleocristiana de Carteia

Sólido (moneda de oro) de Justiniano I acuñado en Alejandría en el año 538.

Sólido (moneda de oro) de Justiniano I acuñado en Alejandría en el año 538.

El barco de comercio de Nickolaios Makrios, una vieja corbita rechoncha y lenta, pero con una amplia bodega con capacidad para transportar tres centenares de ánforas salsarias o vinarias, embocó la bahía en cuyo seno se hallaban situadas las antiguas ciudades de Carteia e Iulia Traducta.

La primera abandonada desde mediados del siglo tercero, la fundación de Augusto arrasada por los vándalos silingos en el año 425, aunque desde que el general Belisario, a mediados del siglo VI, estableció en su puerto y en el de la vecina Ceuta la escuadra de dromones que patrullaba las aguas del Estrecho, la ciudad había logrado renacer de sus cenizas.

En la otra orilla, Belisario había construido una imponente fortificación en el istmo, en torno a lo que quedaba de la vieja y decadente Septem, ciudad que, en el pasado, había sido un estratégico y frecuentado puerto que producía -como su vecina Iulia Traducta- salazón de pescado y en el que sus habitantes pescaban y vendían el cotizado coral rojo de excelente calidad que se extraía de sus aguas costeras y se exportaba a Oriente y al norte de África.

En la Ceuta bizantina, los Imperiales habían mandado erigir un templo de planta basilical dedicado a la Theotocos o Santa Madre de Dios y unas instalaciones portuarias, incluidos unos nuevos arsenales. Con la posesión de Ceuta, de la semiabandonada Carteia y de la renacida Iulia Traducta, los cristianos de Oriente dominaban la región del Estrecho y reforzaban su presencia en Spania, cuya franja meridional controlaban desde que vinieron en ayuda del pretendiente al trono visigodo, Atanagildo, y se quedaron una vez que este fue nombrado rey en detrimento del desdichado Agila I.

Planta de la basílica paleocristiana de Ceuta de principios del siglo V. Planta de la basílica paleocristiana de Ceuta de principios del siglo V.

Planta de la basílica paleocristiana de Ceuta de principios del siglo V.

Aunque Leovigildo, desde que fue coronado en Toledo por los nobles visigodos en la primavera del año 586, había intentado expulsar a los bizantinos de las tierras que ocupaban en el Sur y el Este de Spania, la franja costera que iba desde Cartagena hasta Gades, incluyendo ambas orillas del Estrecho, continuaba bajo soberanía de los Imperiales.

Cuando Makrios, a bordo de su navío, arribó al puerto fluvial de Iulia Traducta, Leovigildo había logrado recuperar Córdoba e Iliberris, pero no tuvo más remedio que firmar la paz con el emperador de Bizancio y admitir que el litoral meridional de su reino había dejado de pertenecerle.

Los griegos reactivaron las viejas fábricas de salazón de pescado de Iulia Traducta y atrajeron nuevos pobladores a la ciudad, muchos de ellos militares para guarnicionar el enclave, marineros de la escuadra y mercaderes orientales que utilizaban la ciudad como puerto de escala en sus periplos comerciales más allá de las Columnas de Hércules, llegando estos intrépidos comerciantes orientales a establecer una pujante factoría en la lejana Mértola, aguas arriba del río Guadiana, donde se asentaron en tiempos de Justiniano para obtener mineral de hierro, cobre y plata a cambio de productos manufacturados como telas de lino y seda, cerámica y arquetas de marfil.

Sólido (moneda de oro) de Justiniano I acuñado en Alejandría en el año 538. Sólido (moneda de oro) de Justiniano I acuñado en Alejandría en el año 538.

Sólido (moneda de oro) de Justiniano I acuñado en Alejandría en el año 538.

La corbita de Makrios era una embarcación de un solo palo, pesada y lenta, pero segura cuando navegaba con mala mar. Enarbolaba una única vela latina de grandes dimensiones y disponía de un castillo a popa y de un castillete a proa a imitación de los navíos de guerra que utilizaban estos castillos para montar artilugios que lanzaban el temido fuego griego.

A media tarde, la embarcación oriental atracaba en el embarcadero de madera que se había dispuesto en la margen derecha del río que desembocaba al pie de la ladera sobre cuya cima se hallaba asentada la ciudad. En el endeble muelle esperaba a Makrios Timoteo, su agente comercial y representante en Iulia Traducta y Carteia, encargado de sus almacenes y de realizar las operaciones mercantiles con los bizantinos y godos de Ceuta, Mellaria, Belona y Gades.

La corbita había arribado al puerto de Traducta en la primera semana del mes de julio, cuando la temporada de pesca del atún en las jábegas del Estrecho estaba llegando a su final. "Bienvenido a Iulia Traducta, Makrios".

"Seas bien hallado, Timoteo. Largo y accidentado ha sido el viaje desde Cartago, amigo mío", respondió el mercader señalando el brazo izquierdo que traía en cabestrillo. "Una tormenta nos sorprendió en la costa de Numidia. Poco ha faltado para que el barco zozobrara y acabáramos todos en el fondo del mar".

"Demos gracias a la Madre de Dios por haberte traído sano y salvo a este puerto, aunque veo que algo magullado ¿Ha sufrido daño la preciosa carga que transportas?", respondía el agente comercial.

Makrios, un mercader nacido en Siracusa pero establecido desde muy joven en Constantinopla y, desde que Belisario ocupó las ciudades del Estrecho, con residencia fija en Iulia Traducta, aún no había cumplido los cuarenta años. Volvió a señalar el brazo vendado y sujeto al cuello por medio de un pañuelo blanco de lino. 

"Por fortuna el único daño que he recibido ha sido una luxación en el antebrazo que con habilidad me ha curado el galeno de a bordo. En cuanto a la carga que traigo en la bodega, no creo que haya sufrido ningún desperfecto, aunque es algo que habrá que confirmar cuando descarguemos las tinajas con las vajillas de terra sigillata africana".

Fragmento de plato de terra sigilatta africana con un león rampante hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras). Fragmento de plato de terra sigilatta africana con un león rampante hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

Fragmento de plato de terra sigilatta africana con un león rampante hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

Como en tantas otras ocasiones, el comerciante oriental traía en la sentina de su navío una carga de lucernas con motivos cristianos y de vajillas finas de Cartago para vender en Iulia Traducta, Ceuta, Carteia, Mellaria, Belona y Gades. Esta clase de productos tan delicados se transportaba metidos en grandes tinajas de barro en las que se depositaban los objetos entre paja para evitar la rotura de alguna pieza con el balanceo de la nave y, sobre todo, cuando una inesperada e inoportuna tormenta zarandeaba la corbita más de lo deseable.

Lucerna norteafricana con una escena de caza, de los siglos VI o VII, hallada en la factoría de salazón de pescado de las calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras). Lucerna norteafricana con una escena de caza, de los siglos VI o VII, hallada en la factoría de salazón de pescado de las calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

Lucerna norteafricana con una escena de caza, de los siglos VI o VII, hallada en la factoría de salazón de pescado de las calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

"En el viaje de retorno hasta Constantinopla, Timoteo, pienso cargar la bodega con atún en salazón y con sal de las salinas de Portus Albus", dijo el navegante.

Después de encargar al patrón de la nave que vigilara la descarga de las tinajas, labor que hacía una cuadrilla de mozos de cuerda, Makrios y Timoteo ascendieron hasta la meseta en la que se alzaba la ciudad por la rampa en suya cima se localizaba el cuerpo de guardia de los Imperiales dedicado a cobrar el canon que las autoridades imponían a todas las mercancías que desembarcaban o embarcaban en sus puertos.

Una vez que hubieron alcanzado la calle perimetral que bordeaba las viejas factorías de salazón, algunas de ellas abandonadas, el mercader griego le dijo a su agente, señalando un edificio de buena factura que se erguía en la parte alta de la urbe donde, una vez, estuvo la acrópolis de Iulia Traducta y el templo de Diana, reedificado como basílica cristiana por los bizantinos después del incendio provocado por los vándalos.

"Acerquémonos a mi casa, Timoteo, que estoy deseoso de darme un baño, cambiarme la túnica y descansar antes de acudir a la basílica para agradecer a la Santa Madre de Dios el haberme traído sano y salvo a mi casa de Traducta".

"Entretanto que te aseas", propuso Timoteo, "te presentaré las cuentas del negocio que, este año, ha sido muy fructífero, pues hemos ganado algo más de treinta monedas de oro sin contar las siete que he prestado al propietario de la factoría de salazón con la condición de que las devuelva, al término de la temporada de pesca, con las creces acostumbradas".

Las numerosas factorías de salazón de Iulia Traducta -que habían sido la razón de ser y el motor del auge económico de la ciudad entre los siglos I y III después de Cristo- fueron arrasadas también por los vándalos. Cuando los bizantinos ocuparon la ciudad hacia el año 552, esta no era sino un vago reflejo del esplendor que tuvo en el pasado. Las fábricas estaban en ruinas, las salas de despiece y los almacenes sin techos y las balsas o piletas colmatadas con tierra y escombros.

- Ungüentario de los siglos VI o VII d.C. procedente de la zona sirio–palestina hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras). - Ungüentario de los siglos VI o VII d.C. procedente de la zona sirio–palestina hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

- Ungüentario de los siglos VI o VII d.C. procedente de la zona sirio–palestina hallado en la factoría de salazón de pescado romana de la calle San Nicolás. (Museo Municipal de Algeciras).

Fue el rico comerciante griego, Nikolaios Makrios, el que puso en funcionamiento la factoría principal, aunque con un número reducido de piletas y menor producción, pues la llegada de atunes era muy inferior a los que arribaban en el pasado y la sal más escasa y, por tanto, más cara.

Makrios se sumergió en el baño de agua tibia asistido por dos de sus criadas, mientras que Timoteo depositaba sobre una mesa cercana unos rollos con las cuentas del año que pasó y le hacía relación de las ganancias obtenidas.

"Mañana, Timoteo, embarcaremos en un navío para visitar la almadraba de Mellaria. Quiero ver cómo se desarrolla la pesca del atún en esta etapa final de la temporada". Y Nikolaios Makrio se quedó adormecido con las friegas que le estaba aplicando en la espalda una de sus criadas.

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