Historias de Algeciras

Navidades de otra época

  • Las fiestas navideñas también tienen larga tradición en Algeciras, donde en Nochebuena el buen ambiente se alargaba tras la Misa del Gallo

  • El arrastre de latas está recogido por primera vez en el inicio del siglo XX y el día 6 de enero era tradicional Baile de Reyes

El Café Delicias se encontraba en la plaza de La Constitución (hoy Alta)

El Café Delicias se encontraba en la plaza de La Constitución (hoy Alta) / E.S.

Estas tradicionales fiestas, dado su importante relieve social y religioso en nuestra cultura, siempre han contado con críticos y defensores. A finales del siglo XIX, en nuestra ciudad, se hacia la siguiente reflexión, sobre lo que su autor denominó Las gulas de la Navidad, expresando: “¿No es una aberración rendir culto al INRI de los judíos con besugos, pavos, tortas y turrones?. ¿No es una palmaria contradicción la soberbia y la riqueza que sobresale en los banquetes para glorificar al Nazareno tan humilde y pobre, cuando aquella glorificación se basa en salsas y confites?”.

Evidentemente, tal crítica no iba dirigida hacia la humilde población de la Algeciras de entonces, la cual difícilmente tenía recursos para celebrar la tradicional fiesta con tales exquisiteces. De forma más popular, la familiar fiesta también se contemplaba del modo siguiente: “Ya se oyen por todos los ámbitos de Algeciras los penetrantes acordes de zambombas, panderos y almireces”. Continuando el documento observado: “La fabricación de zambombas es facilísima: se coge un bote de pimientos y se abre por un extremo para sacar su contenido; se aderezan y se comen; inmediatamente se vuelve a coger el bote de hojalata y se le quita el fondo para obtener un cilindro hueco; abierto los dos extremos se tapa una de las bocas con la piel de un conejo, procurando que quede muy tersa; luego se abre un agujerito en el centro del parche con un punzón y si no hay punzón con una carabina se le mete un balazo en el centro; después se pone una cañita fina en el boquete y como medida de precaución se debe forrar el bote con papeles de colores para que no se vea a primera vista que con aquel chisme se le puede dar la lata al primero que se descuide”.

Sobre la pandereta se pronuncia este improvisado lutier navideño: “El secreto de las panderetas está en su sonoridad y afinación de sonajas […], las hay para ser colgadas nada más sin meter ruido […] en algunas hay pintadas al óleo parejas de bolero, el retrato de una maja o la caída de un picador”. Y sobre el instrumento más importante de la Navidad -según él prosigue- el que podríamos llamar alma de la orquesta: el almirez. La función del almirez es de una fuerza ensordecedora. Una vez tuve ocasión de oír a un concertista de almirez y me quede loco”. Finalizando su musical visión de la Navidad con el siguiente villancico: Esta noche es Nochebuena/ y no es noche de dormir/ si queréis hacer la prueba/ que sus vais a divertir.

En otro contexto navideño, en Algeciras siempre tuvo bastante aceptación la también tradicional lotería de Navidad. En 1798, nuestra ciudad contaba con un Administrador para la Real Venta de Lotería, Juan Bautista Contilló, quien para el desempeño de su empleo puso en fianza un cuarto (Administración) sito en calle del Viento o Buenaire, esquina de Jesús. Un siglo después, unos de aquellos sorteos celebrados a finales del siglo XIX, ofrecía los siguientes resultados: “Lista del sorteo de premios mayores celebrado el día de ayer en Madrid: Número 26.285 con 5.000 pesetas, premiado en Alicante. 11.386 con 8.000 pesetas, premiado en Barcelona. 32.926 con 2.000 pesetas, premiado en Madrid. 1.0305 con 500 pesetas, premiado en Salamanca y 11.836 con 250 pesetas, premiado en Sevilla”.

Tras la falta de suerte en el sorteo, el algecireño de aquella época seguía con su vida normal, tanto para los festivo como para lo trágico, como así le ocurrió al vecino Rafael Pineda de la Torre, que a la edad de 48 años, según recogió el parte facultativo preceptivo, falleció a las 6 horas de un 24 de diciembre, siendo la causa, la senectud. Igual suerte corrió la vecina domiciliada en la calle Ramón Chíes (hoy, Avd. Agustín Bálsamo)  Isabel Sánchez Domínguez, viuda de Antonio Beneroso Álvarez, quién a la avanzada edad para su tiempo de 62 años, dejó este mundo también un 24 de diciembre. En la misma fecha víspera de la Nochebuena, el consistorio algecireño –que no todo fueron penas los 24 de diciembre-, concedió licencia al jornalero Antonio Ruiz Villalba para construir una barraca de madera “para él y su familia” en un terreno situado en la periferia de la ciudad denominado El Saladillo.

De regreso a la Pascua algecireña, lógicamente uno de los actos más importantes, consistía en la celebración de la Misa del Gallo, acto religioso muy seguido por nuestros paisanos de entonces, según se recoge del modo siguiente: “A las doce en punto y después de terminados los Maitines o primeras horas canónicas, se celebró en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Palma la solemne misa con que conmemora la Iglesia el nacimiento de nuestro Redentor. El templo lleno de fieles, haciéndose difícil la entrada de comienzo de la misa que terminó a la una”. El Ayuntamiento local, para facilitar el tránsito de parroquianos a la tardía celebración religiosa, dejaba encendido el alumbrado público toda la noche. Esta especial situación que también era recogida documentalmente, facilitaba además, según el autor de la nota anexa a la principal, para que: “Los borrachos vean por donde dirigen sus pasos”. Aquellas misas del Gallo, entre ambas centurias, eran concelebradas por el Arcipreste y Cura propio José Flores Tinoco, acompañado por sus coadjutores Pantoja y Sánchez. A la terminación de aquellas celebraciones, según se expresa: “Las calles se encontraban muy animadas, no registrándose el menor disgusto ni ocurrencia desagradable, lo cual habla muy bien en favor de la cultura de Algeciras”.

De vueltas a la vida cotidiana de aquella época, desgraciadamente -como hemos visto anteriormente-, tan entrañables fiestas no estaban exentas de que ocurrieran hechos  desgraciados, como el que aconteció -¡otro!- un 24 de diciembre en aguas del Estrecho, cuando: “La balandra San Francisco, de la matricula de Cartagena con destino a Villajoyosa al mando del patrón Gaspar Soler, con carga de 79 botas de atún salado de primera clase, 8 1/2 de igual clase, 30 barriles y 5 botas de segunda clase, fue abordada por el vapor de nacionalidad inglesa nombrado Williams Lymintong, perteneciente a la casa que gira en Londres bajo la razón social de Marychurch & Cía, resultando del siniestro la pérdida total de la balandra y su carga que fueron á pique pereciendo ahogados el patrón Gaspar Solery el marinero Estanislao López, sufriendo grave contusión el tripulante Pedro Zaragoza, que fue necesario amputarle una pierna y salvándose milagrosamente Miguel Vaello y Melchor Ferrándiz, que igualmente pertenecían a la dotación del buque abordado perdiendo estos las ropas que les pertenecía”.

José Román en su obra Caretas y Caretones, recoge el arrastre de latas José Román en su obra Caretas y Caretones, recoge el arrastre de latas

José Román en su obra Caretas y Caretones, recoge el arrastre de latas / E.S.

De regreso a la celebración de la Navidad, una tradición puramente local, se desarrollaba por las calles de Algeciras horas antes a la noche de Reyes: el arrastre de latas. El primer documento del que se tiene conocimiento de tan algecireña tradición, es el breve relato que de tal arrastre realizó José Román en su obra titulada Muñecos y Caretones (Autocrítica). Establecimiento tipográfico de Gamboa. Algeciras, 1913; recogiendo: "Iba tropezando por las calles de la pintoresca ciudad con todas las sartenes viejas, latas y tiestos, restos de lo que habían arrastrado al anochecer los muchachos que corrían por ellas, armando infernal griterío, haciéndose ilusiones de esperar á los Reyes, que venían por cualquier camino. ¿Y para mí traerían algo los magos de Oriente?".

Con la pregunta en el aire formulada por este genial algecireño, y tras el reseñado arrastre de latas (y tiestos) del día 5, llegaba el tan ansiado día 6, jornada que se festejaba en nuestra ciudad con un tradicional baile: “En el acreditado Café Las Delicias, se celebrará el baile de Reyes, viéndose muy concurrido dado el crecido número de anunciada asistencia”. El citado establecimiento, se encontraba ubicado en la Plaza de la Constitución (Alta), y era propiedad de los hermanos Francisco y José Gamboa; quienes a su vez lo habían comprado al popular industrial Simino. Contaba con un gran salón, como lo demuestra su abundante mobiliario consistente en: 17 mesas, 6 espejos, 91 sillones, 63 sillas de madera y 6 mesas de juego.

Otro de los establecimientos que acogían el tradicional y conocido como Baile de Reyes era el denominado Círculo Mercantil. Uno de aquellos bailes fue descrito documentalmente: “Música, luz y alegría, estas fueron las características del baile de Reyes con que los Magos endulzaron unas horas de nuestro vivir de modo brillantísimo y grato. El salón estuvo animadísimo desde los primeros momentos y no tardó en rebosar de muy buena y distinguida concurrencia, entre las que destacaban muchas y muy simpáticas -a cual más bonita- muchachas de Algeciras […], la fiesta se desarrolló franca y alegre inspirada por un gran entusiasmo juvenil, no decayendo la animación hasta las altas horas de la madrugada”. Prosiguiendo el texto: “Hubo algunos gansos como siempre suele haberlos quienes se dedicaron a estirar un poco la pata, sin duda porque acostumbrados al agua sentían algo de la influencia de los licores; pero no hubo notas discordantes sino buen humor. La fiesta en resumen resultó brillantísima y dejó en cuantos asistimos a ella un dulce sabor de alegría, belleza y sobre todo un grato recuerdo de niñas bonitas”.

El Círculo Mercantil de Algeciras, usaba como salones para sus celebraciones el salón del descrito Café Delicias. Conformando su primera junta directiva los siguientes socios: “Presidente, Isaac Díez; Vice-presidente, Luís Méndez; Secretario, Enrique Millán; Tesorero, Ángel Medina; y Bibliotecario, Manuel González Vilches […], cuenta la nueva sociedad con 500 socios y sigue recibiendo numerosas adhesiones”.

Otro rasgo algecireño como es el de la solidaridad, se ponía en marcha con la llegada de estas entrañables fiestas: “El Casino de Algeciras con motivo de la próxima Navidad, ha abierto una suscripción a beneficio de nuestras tropas de África. No dudamos que el pueblo de Algeciras responderá a tan noble iniciativa, enviando sus donativos a la Tesorería de dicha sociedad”. En la misma línea: “La directiva del Círculo Mercantil, recogiendo el sentir de sus socios, ha abierto suscripción con igual objeto encabezándola con 250 pesetas. Los donativos se recibirán en la portería del Círculo”.

Para finalizar, recordemos parte de cierto poema, que un vecino de nuestra ciudad, bajo el seudónimo de El Bachiller Fulano, dedicó en aquella lejana época a la popular zambomba: Esta es la zambomba/ tan cacareada/ con que en este tiempo/ se nos da la lata/ zumba que te zumba/ canta que te canta /pasan oestos días/ la gente se cansa/ al fin y a la postre la cosa desarma/ y el año que viene se sigue la danza.

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